Los 3 fantasmas de la paternidad (Parte 3)

Que vas a desaparecer del radar de tu mujer. Que serás un extraño en tu casa. Que tu vida sexual se irá a las pailas. El Barbón examina el último de los fantasmas de la paternidad.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-10-08 | 11:10
Tags | padres, paternidad, maternidad, hijos, niños, bebes, crianza, mujeres, maridos, esposos, matrimonio
"Si algo me aterraba a la hora de convertirme en papá, era el perder a mi señora, absorbida de amor por mi futuro hijo"

¿Qué puede ser más terrible que el que tu mujer te deje por otro? Y peor aún: que te deje por alguien chico, pelado, sin dientes, que apenas sabe hablar y que tiene que usar pañales… ¿Tan mal tenemos que estar? Creo que no, porque ocurre con más frecuencia de lo que uno quisiera. Las dos semanas anteriores repasamos dos terribles monstruos a los que me tuve que enfrentar a la hora de convertirme en padre. Para esta semana dejé el que, para mí, era el monstruo más terrible, porque si algo me aterraba a la hora de convertirme en papá, era el perder a mi señora, absorbida de amor por mi futuro hijo.

Temores reales.

Lo sé, volverse loco es parte del proceso. Más aún para las mujeres, quienes naturalmente lo viven con una perspectiva más potente (incluso aunque se compartan todas las labores). Y si además, a eso se le suma un largo post natal, no podemos juzgar el que conviertan su Facebook en una galería fotográfica de su guagua, donde en algunos casos el recién nacido llega incluso a reemplazar la foto de perfil.

Pero eso no me parece nada en comparación con lo que viven algunos amigos y conocidos, quienes dan la impresión de pasar a ser un anexo más dentro de su propia casa. Para ellos, su trabajo se convierte en su vida y, en cierto modo, los entiendo: no es muy motivante llegar a la casa a dormir en la pieza del lado porque su hijo les quitó el lugar en la cama. Es para aterrarse ¿no?

El responsable no es el hijo.

Amigos que sienten que con la paternidad el matrimonio se les fue a las pailas tengo varios y todos tienen algo en común: su casa pasó a ser un espacio ajeno. Pero si llegaron a esa instancia es claramente su responsabilidad. Porque si vas a competir por el espacio con tu hijo claramente tienes todas las de perder: el no sabe comer, ni hablar, ni valérselas por sí mismo, así que eres tú quien tiene que ver como se las arregla. El problema es intentar competir, es ahí donde tú mismo te estás sacando de la ecuación.

¿De quién es el hijo? ¿Quién es el responsable? Esa es la frase clave y el cómo uno la responda dependerá de cómo se configura la familia después de su nacimiento. Si en la noche la guagua llora ¿De quién es el problema? Si crees que es de tu mujer, empezamos muy mal. Si crees que es tuyo, tampoco estamos mucho mejor. Porque si el objetivo es poder dormir y el impedimento es el llanto, no te extrañes que la mejor solución sea el sofá del living.

Tu lugar lo eliges tú.

Difícilmente tu señora se va a desentender de las necesidades de “su” hijo. Y no solo eso, probablemente estará colapsada por lo demandante que es la crianza, sobretodo en los primeros meses. Es por eso que de uno depende decidir qué papel tomará dentro de esa dinámica. Si entiendes que es tu hijo tanto como de tu esposa (y no un poco menos), entonces inmediatamente tu nivel de responsabilidad aumenta, pero además, tu posición dentro de la dinámica familiar cambia enormemente. Ya no es “mujer + hijo = ¿y yo donde entro?” sino “mamá + papá = trabajo en equipo”.

“La guagua llora toda la noche ¿por qué no se calla?” es muy distinto a “mi hijo llora toda la noche ¿qué le pasará?”, y abordar los cansancios y dificultades de la crianza en pareja te une mucho más a tu mujer. Esa la clave, no solo para ser un papá presente para tu hijo y un hombre menos machista frente a la sociedad, es además una excelente forma de mantenerte en sintonía dentro de tu matrimonio, en una etapa en la que ser empático y responsable se vuelve mucho más importante que lucir un abdomen plano.

Involucrarse te hace sexy.

Si tu temor es dejar de ser atractivo para tu mujer por convertirte en papá, estás muy equivocado. ¿Crees que tu argolla de matrimonio te hace más sexy frente a las mujeres? ¡Prueba salir a pasearte con una guagua a un mall! Y ojalá con un bolso de pañales al hombro y con un chupete colgando de la polera. De un minuto a otro te convertirás en el centro de atención de las mujeres del lugar. Lo mismo te pasará en la casa cuando participes de la crianza. Cuesta creerlo hasta que lo pones en práctica, pero garantizo resultados. 

El problema es que en un país todavía muy machista, resulta muy fácil para el hombre sacarse el pillo en muchos aspectos de la crianza, pero es exactamente esa facilidad la que juega en contra a la hora de cuidar la vida matrimonial. Cuando el hijo se recibe como una responsabilidad de ambos y la vida de ambos (papá y mamá) se ajustan de forma equilibrada y conjunta a esta nueva dinámica, entonces el matrimonio resulta fortalecido.

Y con esta tercera parte cierro el ciclo de los temores antes de ser padre ¿Me faltó alguno? ¿Tienes otro? Como siempre, los comentarios están abiertos para todos.