La revista "El Sábado" del diario El Mercurio y Fundación Schwab acaban de dar a conocer al merecido ganador del premio al Emprendedor Social del Año. Se trata de Jorge Rojas, fundador de Coaniquem. Sin embargo, entre los finalistas había también nombres inspiradores, como el psicólogo Ricardo Rosas, quien se dedica a desarrollar programas computacionales que le hacen más fácil aprender a los niños con alguna dificultad. 

Su trabajo lo hace en el Centro de Desarrollo de Tecnologías de la Inclusión (Cedeti) que funciona al alero de la Universidad Católica de Chile. Desde el sitio web del centro se pueden descargar gratis todos sus softwares educativos, como el Cantaletras, que apoya la enseñanza de la lectura y escritura de niños ciegos. También, información sobre el proyecto de un test de inteligencia que mide capacidades de forma indirecta a través de juegos.

El juego. Ése es el tema que la gusta a Ricardo Rosas. Hace poco me tocó entrevistarlo y contaba que todo partió porque él mismo tiene déficit atencional, entonces le costaba mucho concentrarse en las cosas que no le interesaban. En el juego, en cambio, era uno más; como estaba entretenido, participaba activamente como todos los niños.

Rosas plantea que la desconcentración puede deberse no a un defecto o rasgo patológico del niño, sino a que en los colegios no están enseñando de la manera adecuada. Y no es que sea necesario usar powerpoints llenos de videos, sino que lo importante es hacer la clase pensando en los alumnos e intentar seducirlos, ya sea usando el humor o alguna historia emocionante. De esa manera los niños lo pasan bien en la clase, no se desconcentran y aprenden. La clase se convierte en un juego. 

Sin motivación, no hay aprendizaje

Rosas explica que las personas siempre, por definición, de la edad que sean, aprenden en contextos en los cuales están motivados. Por eso la gente aprende lo que le gusta y, hacer lo que a uno le gusta, significa jugar. De esta manera, muchas cosas pueden ser un juego; el único requisito es hacerlo por gusto y de forma gratuita, es decir, no por su utilidad. Para Rosas es importante que los padres sepan esto y entiendan que es importante respetar las actividades que les gustan a sus hijos, aunque a ellos les parezca que es una pérdida de tiempo. Pues al hacer cosas por gusto, la persona abre la mente, despliega sus capacidades, descubre sus pasiones… Y eso deja sí o sí un aprendizaje. 

En el caso de los softwares educativos, Ricardo Rosas plantea que el juego permite a las personas incorporar habilidades necesarias para un aprendizaje. “Es como en Karate Kid, donde el niño le pide al maestro que le enseñe karate y él lo manda a pintar una reja, a limpiar vidrios, cosas así. Sólo iba corrigiéndole los movimientos. De esta manera se aprende mucho mejor. El niño juega, lo pasa bien y está aprendiendo algo sin saberlo”, explicaba Rosas en la entrevista. 

Por otro lado, el juego permite que los niños comprendan cosas que con una explicación verbal son muy complejas de entender. Por ejemplo, las divisiones, que son un problema duro para los niños, pueden ser muy simples a través de un juego. Ricardo Rosas contaba que encontraron un juego en el iOS y Android que se llama Slice It, que entrega una figura y el usuario tiene que dividirla en un número de partes determinado y de tamaño parecido. Evaluaron cómo lo usaban niños que no tenían idea de dividir, y lo pasaban increíble jugando. A esos niños, cuando llegue el momento en que les expliquen cómo dividir, les saldrá muy fácil comprenderlo. 

LA VIDA ES UN JUEGO

El diseñador de juegos Chris Crawford tiene la siguiente forma de explicar qué es un juego:

1) Un juego es entretenido. (Sin embargo, libros y películas son entretenidas, pero no son un juego, por no ser interactivas).
2) Algo interactivo y entretenido, pero sin objetivo, es un juguete.
3) Algo interactivo, entretenido y con objetivos, es un reto.
4) Si ese reto se juega en solitario, es un puzle.
5) Si ese reto se juega contra otros, hay un conflicto.
6) Si en ese conflicto yo compito contra otros, pero no puedo interferir en su desempeño, tengo una competencia (ejemplo, una carrera).
7) Si en ese conflicto yo sí puedo interferir e interactuar contra lo que hace mi oponente, entonces, se trata de un JUEGO.

 Basados en esta definición, uno puede concluir que la vida es un juego. O más bien, miles de juegos.