¡Odio las matemáticas! El ciclo de la desmotivación

Nuestro lector Sebastián Arentsen analiza el espiral que lleva a tantos estudiantes a darse por vencidos ante una materia.

Por Sebastian Arentsen | 2013-12-09 | 20:45
Tags | educación, motivación, colegios, enseñanza, escuelas, liceos, desmotivación, aprendizaje

*Esta nota fue originalmente publicada en 2013.

— Mamá, ¡es que no las soporto! —Replica Ágata después de llegar a casa con un 4,6 en matemáticas— ¡Te juro que estudié mucho esta vez!

Desgraciadamente esta frase ya la hemos escuchado muchas veces, ya sea desde nuestros hermanos, amigos o hasta de nosotros mismos con alguna asignatura que nos quitaba el sueño. Es terrorífico cuando de repente algo cambia en el ambiente académico que es capaz de inducir una espiral descendente de malos resultados y aversión a la materia, un vórtice de desmotivación del cual es difícil salir y que muchas veces termina por eliminar dicha rama del conocimiento de nuestras vidas. 

De acá surge la pregunta ¿Cómo es posible que un niño llegue a no soportar las Matemáticas, la Historia o la Física? O más terrible aún ¿Cómo es posible que se convenza de que no es capaz de tener éxito en alguna de ellas?

Para comenzar a entender el problema del vórtice de la baja motivación, resulta necesario identificar sus partes: ¿De qué se habla cuando nos referimos a aversión y sensación de incapacidad?

Se define aversión como un rechazo frente a alguien o algo, en este caso una asignatura, que puede manifestarse de diversas maneras e intensidades como en los casos de la antipatía, el odio o las fobias. El rechazo normalmente no aparece por si sólo, sino que forma parte de una relación de causalidad que necesita de un evento que lo origine. De esta forma, para las fobias por ejemplo, este evento corresponderá en algunos casos a un hecho traumático en la niñez del individuo.

Por otro lado tenemos la temible sensación de incapacidad, esa voz interior que dice que no tenemos el don, que nos faltan neuronas, que ya es muy tarde. Desafortunadamente todos llegamos a pensar alguna vez en la vida que no nacimos para convertirnos en pianistas, profesores universitarios o maestros de ajedrez. Para comprender el tremendo engaño que esta voz trata de perpetuar en nosotros cada vez que nos recuerda lo incapaces que somos, es imperioso ver este video: The woman who changed her brain ("La mujer que cambió su cerebro". 13 min. En inglés)

En este video se ilustra de forma impresionante el concepto de plasticidad cerebral y cómo, mediante un entrenamiento continuo, no existen los límites para el desarrollo mental. Al entender  entonces que, como dicen algunos filósofos “el ser humano es posibilidad infinita”, pero posibilidad de verdad, ya que con esfuerzo podremos lograr prácticamente lo que sea, nos damos cuenta que esta sensación de incapacidad corresponde simplemente a una creencia… ¡Una creencia falsa!

Definidas sus partes nos preguntamos ¿Cómo funciona este vórtice?

Comenzamos del origen, bajo esta representación existen dos vías de ingreso. Por la puerta numero 1 se consideran como culpables de una aversión temprana a la asignatura, los inadecuados métodos de enseñanza, una pobre estructuración del curso o un cambio repentino de compañeros. Por la puerta numero 2, las malas notas o un profesor sin liderazgo (ese profesor que no cree en sus alumnos) se establecen como los responsables de la sensación de incapacidad en los pequeños. Ya metidos en el vórtice la cosa es simple, basta con seguir el dicho de “No me gusta el curso, pierdo las ganas de estudiar, recibo malas notas, no soy bueno en esta materia, no me gusta el curso…”

Naturalmente los resultados a futuro dependerán de cuanto dura el proceso, la intensidad con que ocurre y las edades en las que comienza, ya que no es lo mismo comparar a un niño de 7 años que recibe un rojo en lenguaje con un universitario de 21 años que entiende perfectamente la razón por la cual recibió aquella nota. Estas consecuencias van desde pequeñas enemistades con la materia hasta diversos grados de fobia que podrían llegar a niveles de no querer hacer una operación matemática por el resto de sus vidas. ¿Le ha tocado conocer personas así?

¿Cómo recuperarse?

El objetivo es, por lo tanto, salir lo antes posible de este ciclo. De las vías de entrada este vórtice encontramos que la puerta numero 1 corresponde a la estructura de un curso, es decir, habla sobre la forma como es presentado a los estudiantes, por lo que será de fácil diagnostico y cambio en el corto plazo. La puerta numero 2, en cambio, corresponde al lado emocional, a las creencias profundas de los pequeños y por lo tanto de difícil intervención en el corto plazo. De este modo, para salir del vórtice se tendrá que encontrar la mejor combinación entre el mejoramiento de ambos aspectos de la enseñanza. 

Nos encontramos frente a una situación crítica para el desarrollo de nuestros estudiantes. ¿Se imaginan que Einstein cuando pequeño se hubiera convencido que era un tonto, como todos alrededor pensaban de él? La educación “no formal” que se trata en esta columna representa una gran responsabilidad en la que estamos todos involucrados.

Como comenté en la columna anterior, el compromiso no recae, como se cree comúnmente, siempre en los profesores, también la institución educativa tendrá el deber de proporcionar un ambiente propicio para el aprendizaje y los padres en la casa la labor de apoyar a sus hijos, sobretodo en la parte emocional. Al igual que ver el video mostrado arriba, es imperativo cambiarse de vórtice, a ese de la motivación, porque si aún no se ha dado cuenta, exactamente la misma mecánica ocurrirá al contrario con buenas estructuras y creencias de desarrollo.