No es algo que se escuche de vez en cuando, ocurre todo el tiempo. Las críticas que nos hacemos a nosotros mismos –como chilenos– son despiadadas: Que "son" (porque, obviamente, uno no se incluye en el saco) aprovechadores, cada vez más maleducados, desinformados, chuecos, estresados, cahuineros, enojones, poco cordiales, buenos para la bocina y el empujón, por nombrar algunos.
Si te pregunto directamente si eres todas estas cosas, lo más probable es que digas que no o, a lo más, en un acto de introspección casi espiritual admitas un par de esos defectos (por lo cual tendrías todo mi respeto). Entonces ¿quiénes son estas personas con estas características? La gente que uno ve en la calle, en la micro, vereda o en el tráfico, en el supermercado, banco o tienda, lo que vemos en la tele, escuchamos en la radio o a veces leemos en los medios escritos.
Es por experiencia propia o a través de la experiencia de nuestros cercanos que llegamos a estas conclusiones. Y, si bien no estamos necesariamente equivocados, en mi opinión esto es, a menudo, un análisis un tanto apresurado e incluso un poco injusto. Por dos razones muy concretas: primero, un medio relativamente hostil (taco interminable, micro llena, vereda atochada) tiende a sacar nuestro lado menos amigable, lo cual salta a la vista fácilmente y, segundo, citando al querido y "sensual" Barbón, "no nos conocemos entre nosotros".
Todos tenemos de una u otra medida cualidades que pueden ser consideradas buenas, solo que muchas veces es difícil que salgan a relucir a no ser que nos conozcan. Es muy probable que éstas permanezcan ocultas mientras el enfoque está en no ser aplastado contra la señora del lado o esquivar a conductores "audaces" en la calle. ¿Qué cualidades? Yo diría que las mismas que los extranjeros que han interactuado con chilenos señalan.
La Fundación Imagen de Chile ha hecho encuestas en ocho países relativamente cercanos para ver cómo nos perciben: Argentina, Perú, Colombia, Brasil, Estados Unidos, México, Inglaterra y España. Y no faltan las buenas palabras. "Serios" y "trabajadores", para Argentina y Brasil, "acogedores" y "amistosos" para Inglaterra y España, por dar algunos ejemplos.
La única excepción es Perú, donde según el informe realizado por la Fundación nos ven como "agresivos" y "fríos", aunque valoran y destacan el nivel de estabilidad de las instituciones que tenemos y tienen una alta expectativa sobre las buenas relaciones entre ambos países a futuro. Sin embargo, los informes realizados a raíz de las encuestas revelan que fuera de Latinoamérica, Chile no es muy conocido: a lo más se le vincula con el vino y paisajes exóticos.
Claro que no todo es unicornios y arcoíris: aunque no se vio reflejado en el estudio de Fundación Imagen de Chile, hay una cierta fama marginal en Europa que apunta a los chilenos como carteristas, "lanzas" o, más recientemente, por participar en actos terroristas.
Por otro lado y desde un punto de vista más anecdótico, tanto en Asia como en Oceanía también hay muchos elogios. Claro que no son tantas las personas que han conocido a chilenos personalmente, pero quienes lo han hecho (ya sea porque han viajado a Chile o han tenido contacto con connacionales nuestros) han tenido en su mayoría una reacción muy positiva. Que somos trabajadores, honestos, fieles y leales; que somos joviales (en contraste con personas en Asia y Oceanía), buenos para la risa y "aperrados".
Las observaciones del párrafo anterior provienen nada más que de experiencia personal y de testimonios de personas que han viajado por países de Asia y Oceanía, por lo que pueden no ser necesariamente representativas de la población completa de uno o más países. Obviamente, no todos los habitantes de un país son santas palomas: el índice de violencia contra la mujer sigue siendo alto en Chile, la delincuencia sigue presentando un desafío incómodo para el gobierno y sociedad e incluso a nivel personal hay aspectos de en los que podemos trabajar y mejorar. Pero el que una mayoría considerable de testimonios externos concuerden en destacarnos positivamente nos dice algo sumamente valioso sobre nosotros: que tenemos cualidades que nos cuesta apreciar cuando estamos enfrentados al día a día en Chile.
Soy un gran fanático de Chile y creo en nuestra riqueza humana. No solo tenemos bellezas naturales y culturales, sino que además somos un pueblo interesante y genuino. Dependiendo de nuestro interés por las cosas, somos apasionados o desinteresados; leales con los amigos y las personas que consideramos cercanas; gentiles cuando la ocasión lo amerita; si bien podemos criticar cómo se están haciendo las cosas en el país, nos enorgullecemos cuando chilenos triunfan en el exterior (especialmente en el mundo del deporte). Tenemos una sana dosis de picardía (en el buen sentido de la palabra), tendemos a ser perseverantes y además acogedores una vez que conocemos a alguien, por nombrar algunas cualidades. Ni hablar de nuestro castellano: a veces pareciera un dialecto ininteligible para otros países hispanoparlantes, pero hasta eso puede ser motivo de cierto orgullo.
Personas con cualidades que se consideran negativas siempre va a haber en todos lados. Cuando pensamos en cómo son los chilenos, puede que todavía haya desconfiados, malas leches o enojones, pero de paso incluyámonos en el saco y agreguémosle las cualidades que vemos en nosotros y en las personas cercanas que nos rodean y queremos. Mal que mal ¡También somos chilenos!