Imagen: Gojko Franulic

Pushbackers: La respuesta a la hiperconectividad

Cansados de la hiperconectividad, tres tipos de actitudes se han instalado para intentar reencontrar el equilibro entre la vida virtual y la real: Adictos, descontentos y hipsters. Todos ellos han sido clasificados como los "Pushbackers". ¿Eres uno de ellos?

Por Francisca Solar @FranSolar | 2013-11-27 | 10:27
Tags | tecnología, dependencia, adicción, smartphones, telefonía, innovación, millenials, hipsters, salud
"No es que queramos menos tecnología; queremos más equilibrio entre realidad y virtualidad"

No hace mucho les contaba que a comienzos de año di un giro radical. Renuncié a mi trabajo, decidí priorizar mi salud y tiempo libre y, entre las muchas decisiones que tomé, opté por bajar mi nivel de dependencia tecnológica. Si bien he “jugado” a desconectarme por completo, lo cierto es que me gusta demasiado el área digital como para abandonarla. Entonces, lo que sí puedo hacer es integrarla juiciosamente en mi vida, sin que me esclavice o aísle de la interacción “de piel” con mi entorno, nada fácil en los tiempos que corren.

La novedad al respecto es que lo que creí que era una loca “movida” ya está considerada como una tendencia formal en el mundo, al punto de que se tipificó académicamente y se le sigue la pista con el nombre de “Pushback”, algo así como ‘empujar hacia atrás’ o ‘retroceder’. Somos una masa en crecimiento que busca posicionar una relación más sana con la tecnología, lo que además de sentar una imagen positiva en términos psicosociales, podría encender una alerta a empresas y desarrolladores. No es que queramos menos tecnología; queremos más equilibrio entre realidad y virtualidad.

Un interesante artículo del Seattle Times, escrito por dos investigadores de la Information School de la U. de Washington, da algunas luces sobre hacia dónde se dirige la tendencia, aportando incluso una subcategorización. Los “pushbackers” estarían divididos en tres: los tecno-adictos, tecno-descontentos y los tecno-hipsters.

Los Adictos 

Son aquellos que no pueden separarse de su celular o computador y sufren síntomas de ansiedad si no están conectados todo el tiempo. Bien sabemos de eso en nuestro país, ya que el último estudio de Samsung (#LaVidaCambia) indicó que el 44% de los chilenos “no puede vivir sin su smartphone”. De ellos, quienes reconocen su adicción intentan recuperar la mesura mediante cambios sutiles que los estabilicen pero que no afecten demasiado su ya acostumbrada rutina. En este grupo están aquellos que guardan su celular mientras almuerzan (y exigen lo mismo a quienes los acompañan), no revisan su mail los fines de semana o se fijan ciertas horas del día en que no revisan sus redes sociales. Eso sí, algunos adictos son más radicales: tras vivir –y sufrir– la hiperconexión, se pasan al otro extremo, regresando a celulares más básicos sin conexión 3G, por ejemplo. 

Los Descontentos 

Estos, por su lado, son quienes ponen énfasis en el deterioro de la “humanidad” en sus relaciones y hábitos a causa de la tecnología. Son heavy users que, si bien no pretenden dejar de serlo, sí eligen priorizar los encuentros en vivo y en directo con sus amigos y seres queridos. De algún modo entendieron que la comunicación instantánea que ofrecen las mensajerías, si bien ayuda, no reemplaza las vivencias cara a cara. Protegen la intimidad con sus parejas y familia cercana, por lo que son más dados a mantener una sola cuenta, en lugar de participar en múltiples redes sociales, eliminando sus perfiles en otras plataformas. Y sobre los límites, van un poco más allá que los Adictos. Planean vacaciones enteras dejando el celular en la casa o instalan junto a la puerta una caja o canasto donde cada visita debe dejar su smartphone de forma obligada, instando a aprovechar el momento real de grupo por sobre el virtual. 

Hipsters

Finalmente, los Hipsters sienten que la adoración en torno a los gadgets pasó de moda y que el social media está sobrevalorado. Prefieren declararse completamente independientes y potenciar una cultura que recupere el valor de las “tecnologías antiguas” en convivencia con las actuales. De ahí que son los mayores propulsores de revivals como la fiebre por los vinilos (aunque compran modernas tornamesas para escucharlos), el diseño independiente por sobre los retails o los cafés boutiques por sobre Starbucks. De hecho, buscan buenos smartphones que no estén en el top 5 de consumo y se resisten a los e-readers, comprando libros físicos en ferias y librerías de barrio. Además, los pushbackers en esta categoría son más propensos a abandonar totalmente las redes sociales. Virtualmente hablando, el mail es la única manera de ubicarlos, si bien aparecen constantemente en revistas y eventos al tender a presumir de su estilo de vida.

Un estudio de Intel apunta a los llamados Millennials como responsables del surgimiento de ese tipo de movimiento, ya que una particularidad de dicha generación es la búsqueda optimista de equilibrio entre su vida real y su vida virtual. En todo caso, sin importar tu edad o con cuál de estos grupos te identifiques –o si crees que perteneces a uno nuevo, ya que la tendencia está en pleno desarrollo y diversidad–, el mantra transversal es que si no decides cómo quieres utilizar la tecnología, la tecnología te usará a ti. La evolución vertiginosa de la electrónica nos está forzando a detenernos y mirar con consciencia hacia dónde nos dirigimos. Los pushbackers no llaman a rechazar o ignorar los avances de la modernidad; son usuarios activos y agradecidos. La diferencia es que sugieren encontrar puntos de moderación donde la convivencia humano-máquina sea más armónica y menos invasiva, donde el usuario tenga el control sano de sus impulsos y sepa cuándo conectarse y cuando parar. Hoy por hoy no es algo fácil de hacer, dado que la misma tecnología nos ofrece en bandeja la posibilidad de estar siempre conectados con notificaciones a cada segundo. Una posibilidad que la mayoría toma y pocos rechazan, pero que algunos ya se están cuestionando. 

“La próxima vez que sientas la urgencia de ‘retroceder’ en tu uso tecnológico, ten la seguridad de que no estás solo”, afirman los investigadores. Comparto plenamente. Mientras más convencida estoy de mi nueva vida “zen”, a más gente encuentro en el camino buscando y haciendo lo mismo. El fenómeno ha instalado un debate serio y constructivo que ya comienza a hacer ruido y que, sin duda, se seguirá abriendo en los años que vienen.