El Ciudadano Kramer – Presidente por conveniencia

Se estrenó la secuela a la película más taquillera del cine chileno y el Barbón fue a ver si cumplía con las expectativas. ¿Lo más notable? Que la película trasciende a sus imitaciones.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-12-06 | 10:56
Tags | cine, películas, crítica, imitaciones, Kramer, Ciudadano Kramer, humor
"Stefan sabe que hacer una película de humor no significa hacer una película tonta"

Advierto que no vi Stefan v/s Kramer, así que esta columna no será una comparación entre la película chilena más taquillera de la historia y la recién estrenada. Tampoco voy a ahondar demasiado en la genialidad de las interpretaciones de Kramer, porque ya todos conocemos lo que es capaz de lograr. A mí me parece que lo más interesante y arriesgado de esta película, co-escrita y dirigida por el mismo Stefan, es la historia que decidió presentar. Porque es ahí donde encontramos sus principales fortalezas y algunas debilidades como película, que permite entretener con un show de imitaciones de casi dos horas, pero que me dejó con un sabor algo agridulce hacia el final.

La sinopsis.

A pesar de su enorme éxito, Stefan Kramer (Stefan Kramer) siente que necesita renovarse y está empecinado en buscar un tema para su nuevo show. Mientras tanto, Arturo Longton (Stefan Kramer), motivado por don Francisco (Stefan Kramer), trata de convencerlo de que centre sus energías en llevar a cabo un proyecto social. Stefan no parece en absoluto interesado, hasta que recibe la visita de Ivan Fuentes (Stefan Kramer) que le hace ver que con la popularidad que él tiene, perfectamente podría llegar a ser presidente. La idea parece genial, pero Stefan no cuenta con que a Camilo Escalona (Stefan Kramer) y a Carlos Larraín (sí, también Stefan Kramer) no les parecerá agradable la posibilidad de cederle el poder a un tercero.

Kramer es un genio.

La película me hizo reír, y harto. Obviamente el que quiera encontrarla fome podrá ir al cine a aburrirse de brazos cruzados, pero creo que si uno va sin demasiadas exigencias a disfrutar del espectáculo, lo más seguro es que lo pase bien. Kramer es un genio y no cabe duda, pero no solo por sus imitaciones. Porque hay un trabajo más allá de la literalidad, en caricatura (en el sentido de la exageración) de lo personajes a los que imita, que es lo que los vuelve realmente graciosos. Pero eso no sostiene dos horas de película. Stefan lo entiende y decide tomar un enorme riesgo: construye una historia sobre el complicado escenario en el que nos encontramos, haciéndose cargo del descontento social del país. Haciéndose cargo, pero ni tanto.

Se ensucia las manos sin meter los pies.

La historia de la película se centra en lo nefasto que resulta el no interesarse ni conmoverse por las necesidades del vecino, del odio que existe entre clases sociales y de lo muy separados que se encuentran los chilenos unos de otros. Esto me parece genial. Mi problema es que un problema tan complejo requiere de una solución o propuesta muy cuidada y, aunque se entiende la buena intención del artista, a fin de cuentas cae en un discurso fácil, con tintes populistas: hace ver que el problema (y los malos) son los políticos y la salvación se encuentra en levantar un mesías como Iván Fuentes, restándose importancia y responsabilidad a sí mismo como ciudadano y como agente de cambio desde lo pequeño.

Una propuesta sólida.

Me dirán que es una película de humor, que no me la tome tan en serio, pero creo que la intención de Kramer fue que nos la tomáramos en serio y se agradece. Porque Stefan sabe que hacer una película de humor no significa hacer una película tonta. Además, creo que se da cuenta que como imitador está cerca de tocar techo y entiende que tiene un enorme espacio de crecimiento disponible por el lado de las historias. Por eso creo que pone tantas energías allí.

Claramente El Ciudadano Kramer no le va a gustar a todo el mundo, porque nunca puede ser así, pero me pareció una película redonda, que hace reír con humor blanco e inteligente y que se levanta sobre una propuesta clara y potente. Toma algunos riesgos, no siempre sale airosa, pero entrega un producto de cine terminado y no se queda simplemente en una campaña de marketing atractiva.

P.D. 1: Nota aparte para las intervenciones musicales de la cinta, donde la primera me pareció innecesaria, forzada y me dio mucha vergüenza ajena, mientras la segunda me pareció totalmente adecuada y bien llevada.

P.D. 2: Que alguien le diga a los encargados del placement en las películas chilenas que los espectadores no somos idiotas y que somos capaces de ver sus marcas sin necesidad de que los personajes reciten sus menciones a la fuerza. Cuando entiendan eso, el público recibirá de forma mucho más positiva un placement que actualmente, por la forma en que está hecho, solo nos provoca rechazo.