Ayer se estrenó en Chile la segunda parte de El Hobbit, la trilogía que adapta de forma extendida la novela de J.R.R. Tolkien, predecesora de El Señor de los Anillos. Habiendo visto todas las películas de Peter Jackson de esta franquicia (y para variar sin haber leído ninguna de las novelas en cuestión), partí al cine a ver con qué me encontraba. Mis expectativas no eran demasiado altas después de ver la primera parte, pero la película me entretuvo harto, incluso un poco más que la anterior.

La trama.


Si no viste la anterior, no tiene mucho sentido que veas esta. Y si ya viste la anterior, entonces sabes de qué se trata esta. Y si quieres saber si vale la pena ver la anterior, ve El Señor de los Anillos.

En comparación con la 1.
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La película está buena, mejor que la anterior. El viaje inesperado (El Hobbit. Parte 1) me pareció entretenida, pero alargada innecesariamente. Duraba casi 3 horas y perfectamente podría haber durado dos, ya que sentí que, aunque no sobraran secuencias, todas las conversaciones y escenas se extendían más de lo necesario. Incluso cuando se trataba de acción. Bueno, es el gran vicio del director, que también se nota en su versión de King Kong: ama tanto las historias que está contando que cree que gozaremos hasta con el menor de los detalles que incluye. Pero no todos disfrutamos con esa cantidad de información. En ese sentido, esta película mejora, ya que se siente más centrada en hacer avanzar la historia que en quedarse pegado en cada escena, pero aún así no es perfecta. Bueno, ninguna lo es.

La experiencia de entretención.


El primer tercio de la película estuvo buenísimo, muy cargado de acción y aventuras. El último tercio también estuvo muy bueno. El problema estuvo al medio, porque en algún momento sentí que la acción se detuvo y la historia pareció enredarse en si misma. Se trabó en una serie de trámites poco interesantes, donde la aventura quedó de lado y fue reemplazada por burocracia y conflictos políticos que no parecían relevantes para la historia. Simplemente se sentían como trabas para impedir que la historia llegara a su fin. Quizás los personajes que protagonizaron estos conflictos serán relevantes en la tercera parte, pero la forma en que fueron incluidos no me pareció bien llevada y desinfló mucho mi experiencia de entretención antes del final. Por suerte, una vez superado el problema, la historia repuntó con bastante rapidez.

La pregunta de siempre: ¿3D o 2D?


La primera la vi en 3D y con 48 FPS (la nueva tecnología con la que fue grabada esta trilogía), pero como soy un viejo anticuado no le hallé mucha gracia. De hecho, las cosas se veían tan enfocadas que encontré que se veían falsas. Esta, en cambio, la vi en 2D y la disfruté igual. De todas formas, si te gusta el 3D, probablemente gozarás con esta película, porque está llena de tomas y secuencias que claramente fueron grabadas para sacarle partido a esa tecnología.

Finalmente.


La desolación me pareció mejor que El Viaje Inesperado. No demasiado mejor, pero me resultaron entretenidas ambas. Al final la cosa es clara: Si te gustó la primera, seguro disfrutarás la segunda y si odiaste la primera, no desperdicies tu dinero y tu tiempo con esta. Yo ahora estoy a la espera de la tercera parte, para saber si el viaje termina bien. Lo bueno es que me quedo con la tranquilidad de que hasta ahora, para mí, la aventura ha sido entretenida. Sí, bastante más larga de lo necesario, pero definitivamente entretenida.