¡Mis sentimientos me controlan!

Muchas veces, las emociones y sentimientos toman el volante de nuestras vidas, quedando prisioneros de ellos. ¿Qué hacer para retomar el control?

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2014-01-14 | 09:42
Tags | emociones, sentimientos, miedo, rabia, enojo, tristeza, alegría
"Nuestra conciencia nos advierte del peligro, pero nuestra voluntad puede determinar que la mejor forma de enfrentar el peligro es actuando con confianza"

Recuerdo que cuando era chico le tenía terror a los perros y me congelaba cada vez que se me acercaban. El miedo me hacía perder todo control de mí mismo. Entonces no faltaba el adulto que me decía “No tengas miedo, porque los perros se dan cuenta. Pueden oler el miedo”. Y yo, consciente de que estaba aterrado decía “Cresta, tengo miedo… ¡el perro se va a dar cuenta!” y más miedo me daba, empeorando la situación. Hoy, víctima del karma, mi hija sufre del mismo temor y es entonces que me pregunto ¿Cómo puede hacer uno para que el miedo se vaya? Y la pregunta también es válida para otros sentimientos poco agradables, como la pena y la rabia… ¿Hasta qué punto podemos controlar nuestras emociones?

No te sientas mal.

“Arriba el ánimo”, “No tengas pena”, “No tengas miedo”, “No te enojes”. Coloquialmente creemos que podemos manejar nuestras emociones a voluntad, como si alguien eligiera por gusto tener pena o miedo. ¿De verdad alguien tiene esa capacidad? ¿Existe una técnica que se pueda aprender para hacerlo, es un talento que poseen unos pocos o es imposible? ¿De dónde nace la idea que podemos decidir cómo nos sentimos?

Me parece que el problema está en que mezclamos dos conceptos totalmente diferentes y los mezclamos como si fueran solo uno, y de ahí vienen todas las confusiones. Porque una cosa son los sentimientos, que definitivamente no se pueden cambiar solo con la voluntad y otra cosa es la actitud con la que los enfrentemos y lo que hagamos con ellos. Ahí es donde sí tenemos el control.

Siento, luego actúo.

Los sentimientos son como voces que tenemos dentro, son nuestros consejeros y nos advierten de aquello que les parece bien, les parece mal, de lo que es bueno para nosotros y de lo que no, de lo que es seguro y de lo que es peligroso. Son voces que nos aconsejan, pero que no necesariamente son órdenes. Porque aunque no podemos cambiar su discurso, sí podemos elegir escucharlas o ignorarlas, e incluso decidir el cómo les haremos caso.

Pensemos en la típica situación antes de pedir pololeo: lo usual es sentir nervios, miedo al rechazo. Es una situación de “peligro” en la que podemos salir heridos. Si solo escuchamos a nuestro sentir, podemos desperdiciar la oportunidad. Pero si entendemos que lo que se nos está advirtiendo es que se trata de una situación delicada, podemos tomar la decisión de lanzarnos a la piscina con el cuidado y la delicadeza que el momento requiere, porque además la satisfacción a la que podemos acceder lo vale. Lo mismo pasa en el caso del perro: nuestra conciencia nos advierte del peligro, pero nuestra voluntad puede determinar que la mejor forma de enfrentar el peligro es actuando con confianza, y actuar con decisión aunque en nuestro interior sigamos atemorizados.

100% actitud.

No se trata de dejar de escuchar lo que sentimos y bloquearlo. Al contrario, si están ahí es porque nos quieren decir algo importante. La clave es trabajar para que ellos no sean quienes decidan como actuaremos: al igual que los consejeros de un rey, están ahí para darnos información, para mostrarnos una nueva perspectiva, pero la decisión final de cómo debemos actuar debe ser nuestra.

Porque además, aquello que elijamos hacer, sí puede ayudar a cambiar el cómo nos sentimos. Esa es la forma que tenemos de evitar que nuestros sentimientos nos controlen: sin dejar de ignorarlos, escucharlos de manera libre. Porque ellos esconden sabiduría y están ahí para hacernos más felices, pero como siempre en la vida, la decisión de cómo actuar está en nuestras manos. Y de nosotros depende ejercerla libremente, para poder así ser un poco más felices.