¡Usted no lo haga! Los 8 especímenes que hay que evitar en el cine

El zorrón, la pescadita Dory, los amigotes, la piraña... parte de la fauna humana que habita en las salas de cine y que tiene a Hermes chato. ¡Así que pongan atención, cabros, que si se reconocen en uno de estos, es hora de cambiar de conducta!

Por Hermes Antonio | 2014-01-17 | 12:30
Tags | cine, público, respeto, espectadores, Hermes el Sabio, películas, crítica
"Porque ir al cine es el medio cacho. Hay que escoger sala, película, hora y compañía, hay que comprar entradas, saber llegar a la hora, etc. Uno pensaría que la gente quiere que todo ese esfuerzo tenga la recompensa de ver la película, pero al parecer soy minoría".

Ir al cine es la cumbia. No importa las pulgadas de la tele que hay en la casa, ni el sistema de sonido que uno tenga, ni lo cómodos que sean los sillones del living. Nada se compara a sentarse en una sala oscura con mucha gente a ver una película maestra en pantalla gigante, sin interrupciones y de corrido. Lamentablemente, ir al cine por estos días es una experiencia cada vez más charcha, desalentadora y apestosa. Y no hablo ni de la calidad de las películas, ni de los precios de las entradas / cabritas, ni de lo incómodo de los cines. 

Hablo de lo apestosa que está la gente que va al cine. 

No sé si soy yo el que está más mañoso o si de verdad la gente se está poniendo cada vez más irritante, apestosa, insoportable. Porque ni les explico lo mal que lo pasé a última vez que fui al cine. Era la última función de El Lobo de Wall Street (maestra) y me senté en las últimas filas, al lado del pasillo. Y cabros, ni les explico. A un lado tenía a un gil que no silenció jamás su teléfono y recibió unas cuarenta alertas de Whatsapp, dos llamadas y siete alertas de Facebook. Delante había una señora que no paró de hablar con su acompañante en toda la película, salvo durante los créditos finales que fue cuando decidió callarse, no sé si por respeto a los que trabajaron en la película o porque estaba deshidratada de tanto hablar. Y detrás de mí tenía a una pareja haciendo un show de efectos sonoros que iban desde botar las cabritas al piso y después pisotearlas durante la película, hasta darse besos jugosos que en mi oreja sonaban como dos pulpos peleando en una piscina de aceite de oliva. Y ojo porque estamos hablando de una de las películas más entretenidas del último tiempo, donde todas las escenas tienen algo interesante, o un chiste, o algo brígido con lo que sorprender. Nada de eso fue suficiente para calmar a los trogloditas y quedé pensando. 

¿Soy yo el que estoy mal por querer VER las películas que voy a, eh, VER al cine? Porque ir al cine es el medio cacho. Hay que escoger sala, película, hora y compañía, hay que comprar entradas, saber llegar a la hora, etc. Uno pensaría que la gente quiere que todo ese esfuerzo tenga la recompensa de ver la película, pero al parecer soy minoría. Porque de todos los espectadores que tenía al lado esa noche, yo era el único que hacía callar y que estaba apestado. Y eso que ya había visto la película y me la estaba repitiendo. Era yo el amargado, el latero, el relax, loco, si es una película no más. 

Y porque sigo picado, que decidí hacer un compilado con los 8 especímenes de pelmazos que uno se encuentra en los cines chilensis por estos días. Para que reconozcan al enemigo y para que sepan combatirlo. Si conocen a alguna persona que caiga en estas descripciones, háganselo saber y así iremos combatiendo lentamente a los giles que nos hacen pasarlo mal en el cine y que van a terminar haciendo que gane la piratería. Porque si ir al cine significa que me voy a encontrar cada vez con estos especímenes, de verdad prefiero quedarme en la casa. 

Vamos viendo.  

1. El Zorrón. 

Suele ser varón, sorry. Y ya sea porque quiere impresionar a su acompañante o porque quiere que el mundo sepa que nada está sobre él, el Zorrón quiere dejar claro que NADA en la película lo conmueve / asusta / impacta / fascina / etc. Se ríe de todo, apunta con el dedo a la pantalla cuando algo no le parece (siempre), dice “Pffft” para burlarse de las intenciones de los peliculastas y su resistencia a pasarlo bien hace que uno llore lágrimas de sangre de pura rabia. Son especialmente apestosos en las películas de terror, porque, si hay algo que no pueden soportar, es que la gente piense que algo les da miedo, así que se ríen de todo, dicen muy fuerte que algo les pareció falso y se hacen los chistositos durante las escenas de susto. Lo peor es que si uno les dice algo, los Zorrones echan la foca de vuelta y apelan a la libertad de expresión y otros privilegios civiles para justificar que son unos giles. Si tienen cerca a un Zorrón, lo mejor es cambiarse de asiento, porque el Zorrón no razona. En serio, lo leí en National Geographic.  

2. El Narrador.

Este es el personaje que, sin importar lo obvio de lo que está pasando en la pantalla, siempre siente la necesidad de NARRARLO a su acompañante. Esto estaría bien si su acompañante fuese StevieWonder, José Feliciano y/o Andrea Bocelli, pero este no suele ser el caso. El Narrador o Narradora (puede ser hombre o mujer) está siempre haciendo comentarios en vivo de lo que pasa, pero no aporta nada, salvo resumir los hechos de la película. “Le está contando la verdad a su esposa”, “Pucha ahora lo están arrestando”, “Ay, pobre, la están matando” son frases que suelta este personaje. Y lo que uno quiere decirles siempre es “¡No! ¡¿En serio?!”. Consejo para ellos: Hagan un curso de locución y le quitan la pega a Morgan Freeman. Práctica no les falta. 

3. El Siempre Conectado. 

Este es el compadre o comadre que no puede soltar el teléfono y está toda la película mirando el Facebook, contestándole al grupo en Whatsapp e incluso jugando Candy Crush (he visto a varios). Uno podría pensar que está bien hacer estas cosas mientras las hagan en silencio, pero la verdad es que muchos de los Siempre Conectados no saben poner el teléfono en silencio. Y salvo que estén en la última fila, molestan a todo el cine con la pantalla que brilla como señal de Batman flotando ahí abajo. En serio, cabros: Ajustes. Brillo. Mínimo. Listo. 

4. El Piraña.

Nada en contra de comer en el cine, no soy de los que alega contra las cabritas ni las golosinas porque sí, al contrario. Nada como ver una película mientras se picotea algo rico. Pero hay personas que cruzan el límite que rompe el deseo, y esas personas son los Pirañas. Estos son los individuos (hombres, mujeres y niños) que lo devoran todo haciendo el MAYOR ESCÁNDALO POSIBLE. Mastican con la boca abierta, rasgan envolturas ruidosas, hacen crujir papeles, destapan latas y botellas, y antes de sacar cabritas, se aseguran de revolverlas como si estuvieran buscando el premiado en la tómbola. Lo peor es que ni siquiera esperan los momentos ruidosos de la película para hacer alguna de estas cosas, porque les da lo mismo. Una teoría científica asegura que los Pirañas son incapaces de oír los ruidos que hacen y esa es la única explicación. Provecho. 

5. Los Amigotes. 

Estos se comportan como pelmazos simplemente porque andan en patota. Suelen llegar tarde más encima y se gritan entre ellos buscando asiento, como si no hubiera nadie más en el cine. Cuando se instalan, empiezan a repartirse las cosas que compraron para comer y apenas miran la pantalla, se largan las tallas internas que no le importan a nadie. Ejemplo: Aparece cualquier cosa y dicen “¡Igual que el Richieguajajajjja!” y se matan de la risa. No hay cómo hacerlos callar porque son apatotados y echan la foca colectiva. No tienen límite de edad ni de sexo y da la impresión de que están en el cine porque les quedaba más cerca que la plaza. Viva la amistad, pero para la otra vayan a los taca-taca. 

6. Los Tórtolos. 

Estos suelen no molestar tanto, porque escogen asientos en los rincones y/o en las últimas filas. Pero si quedan cerca de una parejita: Cooperaron. Están toda la película agarrando y susurrándose cosas y riéndose, y uno ahí tiene que hacer como que no existen, aunque les llega a salir vaporcito a los muy cochinones. Son secos para patear asientos y acomodarse además, y no quiero saber por qué. Por último, que escojan la película que nadie quiere ver, así tienen más privacidad, digo yo. 

7. La Pescada Dory

Este personaje suele ser mujer (sorry pero es verdad) y sufre la misma dolencia que la pescada de Buscando a Nemo: Es la comadre que está toda la película preguntando cosas que acaban de pasar, porque en cuanto algo pasa, se le olvida. En vez de tratar de solucionar sus dudas en privado, le preguntan a todo volumen “¿Qué pasó?”, “¿Qué dijo?”, “¿Y ese quién es?” a su acompañante, que muchas veces lo pasa pésimo y se ve mortificado, como el pescado Marlin. Igual todos nos hemos perdido en una película y le hemos preguntado al de al lado, pero las pescadas Dory del mundo se van al chancho. A comer pasas y Omega 3, chiquillas. 

Y finalmente… 

8. Los Entusiastas. 

Estos son los que gozan DEMASIADO la película y no pueden evitar hacer todo el ruido posible para manifestarlo. Si la película es chistosa, se mandan una carcajada que despertaría al niño Dios. Si es de terror, gritan y saltan como si estuvieran en la silla eléctrica. Si pasa algo sorprendente, sueltan un aullido gutural de gorila en celo. Y aquí tengo que confesarme queridos lectores y asumir mi culpa. Porque YO SOY UNO DE ESTOS (¡GASP!). Sí, cabros. Varias veces me han retado por manifestar mi entusiasmo, por haber soltado un “¡OH!” o un “¡WAAAAH!” demasiado fuerte, así que no tengo ningún derecho a reclamar contra los Entusiastas. Nunca tiraré la primera piedra contra estos compadres, ni haré callar a uno, porque nuestro único pecado es estar demasiado metidos en la película. Igual creo que podríamos controlarnos un poco, porque podemos molestar y esa no es la idea. Todavía me acuerdo de la señora que chillaba y le pedía ayuda a Dios cada vez que atacaban los monstruos en La Niebla. Lo juro, en una parte muy terrorífica gritó “¡Dios mío ayúdame!” y todos en el cine nos reímos de ella y nos desconcentramos de la película. Y lo peor es que Dios no ayudó a nadie, porque esa película tiene el final más maldito que existe, no digan que no. 

Y bueno, eso sería. Tampoco hay que irse al chancho y andar haciendo callar a alguien porque tose (me tocó presenciar eso un día también). Tratemos de no molestar, eso es todo. Y a todos los especímenes de esta lista les suplico: compórtense. Gracias.