¿Mis hijos son mi vida?

¿Será bueno centrar tanto mi vida en la paternidad? ¿Hasta qué punto debiera planear mi vida en función a mis hijos? En su nueva columna, el Barbón se plantea estas y otras interrogantes sobre la paternidad, y también una posible solución al respecto.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2014-02-25 | 09:16

Tengo 33 años y soy papá hace solo 4, mi trabajo como padre recién está comenzando. Mis papás en cambio, y sus amigos, y los papás de mis amigos, ya están jubilando como padres educadores, viendo como sus hijos (casados o no) construyen una vida independiente y autónoma.

La vida los está liberado del enorme compromiso que es la crianza, y se encuentran con lo que llamamos “el nido vacío”. Como papá que recién comienza me he mantenido muy atento a sus procesos y he podido ver como algunos reciben esta nueva etapa con los brazos abiertos, pues al fin tienen libertad y tiempo para dedicar a sus proyectos personales, sueños y hobbies.

Pero otros, que se entendían a sí mismos como papás o mamás tiempo completo (incluso quienes se entienden como padres proveedores), simplemente se quedaron sin trabajo y preguntándose a sí mismos ¿para quién trabajo (y vivo) ahora? Y es entonces que yo, que recién estoy empezando, me pregunto ¿Será bueno centrar tanto mi vida en la paternidad? ¿Hasta qué punto debiera planear mi vida en función a mis hijos?

Alcanzar una meta, quedarse sin camino

El otro día leí en un libro, y me hizo mucho sentido, que nuestro objetivo como padres es que nuestros hijos dejen de depender de nosotros. Es decir, que mientras mejor hagamos nuestra pega como padres, más cesantes nos quedaremos, porque nuestra tarea estará lista cuando ya no te necesiten más. Pareciera entonces que proyectar nuestra vida en función a los hijos no es muy buena idea. ¿Cuál es la salida entonces? ¿Enfocarse en la pega?

Por otro lado, siempre recuerdo un testimonio que escuché de Juan Luis Guerra, el cantante, donde relataba cómo la vida se le vino abajo cuando ganó el Grammy. Porque su sueño era ganar un Grammy y puso todas sus energías y su espíritu en alcanzar esa meta.

Y cuando lo logró, simplemente se quedó sin norte. Ojo, que en ningún caso creo que el problema de Guerra haya sido que luchó por alcanzar un premio. Su problema, más bien, fue que puso el premio como meta final. Porque si llegamos a la meta, quiere decir que el camino se nos acabó, y es ese el verdadero peligro que corremos cuando ponemos a nuestros hijos como único objetivo en nuestra vida. Pero entonces ¿Qué lugar deben ocupar los hijos en nuestra vida?

Soy más que un papá

En ningún caso digo que la clave sea no querer a los hijos ni preocuparse de ellos. Tampoco criticar a quienes les entregaron su vida y sus años por completo, porque no creo que esté mal comprometerse a concho.

El único punto es estar conscientes de quienes somos y de qué queremos como personas independientes, para cuidarnos de encontrarnos, en unos años, perdidos y faltos de objetivo porque no tenemos a nuestros hijos con nosotros para dar sentido a nuestra vida.

Porque si lo que queremos es criar hijos libres, jamás sabremos dónde los llevará su vida: ¿Y si decide irse a vivir a China? ¿O prefiere no tener hijos y nunca soy abuelo/a? O quizás se queda, y tiene hijos. Entonces ¿viviré esperando a cada fin de semana para tener un momento para verlo?

¿No sería mejor tener nuestra propia vida para poder compartirla con ellos cada vez que podamos?

La persona detrás del padre

Ser un papá o una mamá responsable, amoroso/a y feliz requiere mucho tiempo y compromiso. Quizás para algunos requiere de todo su tiempo. Pero independientemente del tiempo y las energías que dediques a la labor de padre y madre, somos personas más allá de este rol específico.

Personas que pueden definir sus objetivos, sueños y proyectos mirando hacia un horizonte más lejano, con metas profundas (e inalcanzables), donde el propósito no sea llegar a un lugar específico, sino mantenernos caminando por una ruta que nos haga felices.

Si lo conseguimos, no solo podremos vivir una vida más plena, sino además, como padres, podremos entregar un modelo de felicidad sin límites a nuestros hijos, dejando nosotros de depender de ellos y teniendo una vida propia disfrutar y compartir en familia.