Mis 3 puntos claves en un año de definiciones

El Barbón nos explica sus tres conclusiones más importantes de este año que ya pasó, como columnista de El Definido.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2014-03-18 | 11:00
Tags | retrospectiva, aprendizaje, lecciones, felicidad
No tengo idea de qué trae este nuevo ciclo que comienza. Quizás otro año escribiendo aquí, quizás no. Lo que sí sé, es que quiero probar hacer cosas diferentes.

No, no voy a hablar de lo que se le viene para este nuevo gobierno (y tampoco de lo que fue el último año del gobierno anterior). Cuando hablo del “año de definiciones” me refiero al año que pasó, al primer año de El Definido, y lo hago desde un punto de vista personal.

Yo soy de los optimistas (o ilusos) que cree que todo pasa por algo, y este año me pasaron muchas cosas. Me pasaron cosas de las que tuve que escribir en mis columnas e incluso me pasaron cosas escribiendo las columnas.

Cosas que hicieron que el texto que iba a escribir semanalmente resultara mucho menos humorístico de lo que concebí cuando me llamaron para hacer este trabajo, pero que al mismo tiempo hizo de esta pega algo mucho más significativo de lo que jamás imaginé.

Y como me gusta entender mi vida a través de ciclos, y cumplir un año escribiendo en El Definido fue algo muy relevante para mí, creo que la instancia amerita detenerse y mirar hacia atrás. Por eso les presento… “Las 3 conclusiones más relevantes para el Barbón en su primer año en El Definido”.

1. Quedarse con lo bueno, chao con lo malo.

Siempre hay algo de qué quejarse, y me refiero a todos los niveles: en la vida cotidiana, el cine, la política, la paternidad, el trabajo, el matrimonio, el cine, etc. Da lo mismo lo positiva o agradable que pueda ser una situación, siempre hay manchas, errores o una imperfección, y si tenemos buen ojo, detectarlo nos resultará más que fácil.

“Mirar lo que está mal” no está mal, pero si dejamos de mirar lo que está bien corremos el riesgo de convencernos de que el mundo está sumido en la oscuridad.  y la luz dejó de existir. Creer que está todo pésimo es perder la batalla antes de que comience. Qué importante es (ver y) valorar las cosas buenas que tenemos para desde ahí, con una mirada positiva, poder cambiar aquellas que están mal.

2. Vencer el temor.

El miedo nos amarra y poco a poco nos va consumiendo. El miedo al qué dirán, al qué pensarán, al qué va a ocurrir, al “qué pasa si”. Pero el miedo es una ilusión, es un escenario que no existe, porque cuando el escenario existe ya no hablamos de miedo, sino de un problema concreto. El miedo nos sirve para estar atentos a los peligros, pero perder el control frente al miedo nos hace desconfiados.

La desconfianza nos impide trabajar en equipo, nos impide mostrarnos como somos, la desconfianza genera más desconfianza. Y la desconfianza genera más miedo. Tener miedo nos aferra a falsas seguridades, y ellas a su vez nos quitan libertad. El gran paso para alcanzar la verdadera felicidad es vencer el miedo. Esa es la gran seguridad por la que vale la pena trabajar: la seguridad de que podremos vivir una vida tranquila sin limitaciones, sin importar lo que pase.

3. La regla definitiva es la felicidad.

Toda sociedad (país, equipo de trabajo, familia) necesita reglas para mantener una buena convivencia. Incluso nosotros mismos nos ponemos reglas que nos facilitan la vida, con normas que van desde cuánto y cuándo vamos a ahorramos hasta el a qué hora nos acostamos. Lo importante es entender que el fin último de las normas es el bienestar, y que si la norma atenta contra el fin, es hora de cambiar la norma.
 
La vida sí permite cambios, la vida sí nos da espacio para equivocarnos y comenzar de nuevo y aferrarnos a un formato de vida que no nos hace felices traiciona el espíritu con el que debiéramos diseñar nuestra vida. Porque la regla definitiva es la felicidad. Si nos hace felices, profundamente felices permitiendo la felicidad del otro, entonces está bien. Aunque lo haga de una manera diferente a la “establecida”.

Lo que se viene.

El año que termina fue un año clave para mí. No tengo idea de qué trae este nuevo ciclo que comienza. Quizás otro año escribiendo aquí, quizás no. Lo que sí sé es que quiero probar hacer cosas diferentes. Algunos notarán la diferencia y otros no. Probablemente yo sí. Porque comienza un nuevo ciclo y es un excelente pretexto para asumir nuevos desafíos.

Ojalá que nos leamos pronto y que lo que lean sea de su agrado. Yo le agradezco al Definido por darme este espacio en su primer año de vida, y por poder compartirlo con ustedes. Porque ya no importa lo que se venga a futuro, lo vivido y compartido con ustedes ya hizo que valiera la pena con creces. Muchas gracias a todos los que se dan el tiempo de leer, de compartir y de comentar. Aunque suene inmensamente cliché lo diré igual: porque ustedes son quienes hicieron este año posible. Muchas gracias.