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Lo bueno y lo malo de la reforma tributaria

Mientras a nivel político cada bando trata de alabar o cuestionar la propuesta tributaria que ha hecho la presidenta Bachelet según en qué posición están, aquí tratamos de hacer un análisis lo más desideologizado posible de lo que se propone. ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? Esta es nuestra visión.

Por Cristián Mackenna @cmackennar | 2014-04-02 | 22:30
Tags | reforma tributaria, impuestos, fut
"Lo importante es que a nivel tributario, dé lo mismo ser empresa o persona, de manera que el sistema sea más simple, fácil de controlar y que no de lugar a ingenierías tributarias complicadas."

Sin entrar en la discusión de si el destino de los recursos adicionales que recolectará la reforma tributaria serán bien usados o no y por lo mismo, asumiendo que al ser esta propuesta uno de los principales pilares programáticos del gobierno elegido democráticamente y que por lo tanto, ya tendría el apoyo popular de base; quisimos hacer una evaluación práctica de la reforma, en base a los detalles que se han han hecho públicos sobre la misma.

Bajar el impuesto a las personas y subírselo a las empresas

Sobre este punto, dado que a la larga siempre son las personas las que pagan los impuestos, creemos que todos compartimos la aspiración, desde un punto de vista de justicia, que debiera dar lo mismo tributar como persona o como empresa y como eso hoy no es así, ya que al estar gravadas con mayor fuerza las personas, se generan incentivos a la creación de empresas cuya misión no sea necesariamente crear valor social y que por el contrario, que estén centradas en eludir (las llamadas empresas de papel), era necesario un ajuste.

Por lo mismo, nos parece muy positivo avanzar en esta línea, es decir, en tratar de igualar a personas con empresas, lo que nos ayuda a terminar con ciertas injusticias actuales donde puede darse el caso que personas que generan la misma renta, puedan terminar pagando distinta cantidad en impuestos según si están constituidos como empresa o como persona.

Así que este lo vemos como un buen punto, pero recalcando que hablamos de igualar la cancha, porque a final de cuentas, los impuestos siempre los pagan las personas, por lo que no hay que pasarse hacia el otro lado (que las empresas paguen más que las personas), porque eso provocaría un freno en los incentivos hacia juntarse en sociedades, emprender y así crear valor colaborativo entre todos. Es decir, lo importante es que a nivel tributario, dé lo mismo ser empresa o persona, de manera que el sistema sea más simple, fácil de controlar y que no de lugar a ingenierías tributarias complicadas.

No hacer efectiva la baja a las personas hacia las autoridades políticas.

En este punto, por muy mal que nos caigan los políticos, nos parece equivocado tratarlos de manera distinta. Si creen que ganan mucho, bájense el sueldo, pero si somos iguales ante la ley, que así sea y que no propongan estas diferencias que si bien pueden tener un apoyo popular, en nada ayudan a reivindicar el rol de la política, rol reivindicador que debiera estar entre los fines de un gobierno democrático.

Término del famoso FUT

Antes de hablar del FUT, vamos a tratar de explicar qué es el FUT (Fondo de Utilidades Tributarias), pero para ello, primero hay que partir por explicar dos cosas:

1°. Tal cual como el mismo proyecto de ley de la presidenta Bachelet lo explica: "el FUT tuvo su origen en una situación económica particular. En el año 1984 las empresas chilenas no tenían capacidad de financiar sus inversiones; el sistema bancario estaba paralizado después de la crisis de los años 1982-1983; el Estado de Chile estaba en mora de su deuda externa, lo que hacía imposible que las empresas pudieran buscar financiamiento en el exterior y por último; nuestro mercado de capitales era casi inexistente el año 1984." Ante esta situación, que las empresas pudieran financiar sus inversiones usando sus utilidades retenidas era una buena idea y así se hizo.

2°. Recordar el hecho obvio de que las empresas están formadas por personas, por lo tanto, todo lo que gane una persona a través de una empresa, debiera pagar impuestos según la tasa que le corresponda como persona, escala que está hecha para que los que ganan menos paguen menos y lo que ganan más paguen más. Rango que en las personas varía desde el 0% al 40% actualmente (la reforma baja el máximo a 35%).

En ese sentido, como las personas antes debían pagar hasta un 40% de impuesto cuando ganaban mucho, pero las empresas sólo pagaban un 20% (la mitad del total), en principio, las personas deberían haber pagado ese 20% extra, pero lo que permitía el FUT, es que si esa plata no se sacaba de la empresa y se reinvertía, les permitía no pagar esa diferencia a las personas hasta que efectivamente esa utilidad se sacara.

Entonces, si bien estamos de acuerdo en que el FUT generó un incentivo a la inversión y al ahorro cuando se creó y que a mayores tasas de ahorro, un país puede llegar a crecer más, también creemos que el FUT, a la larga, ha operado como un subsidio a la inversión en empresas existentes, ya que obviamente, si para emprender un negocio nuevo con mis utilidades que genera mi actual negocio, tengo que pagar un 20% extra, lo más probable es que prefiera dejar la plata en el negocio que ya está funcionando. Lo que en el largo plazo, naturalmente termina generando concentración (empresas o holdings demasiado grandes) y menos espacio para nuevos emprendimientos y por lo tanto, falta de competencia ¿Les suena conocido el resultado?

Por lo mismo y más allá del efecto catastrófico que algunos opositores anuncian que esta eliminación provocará en el ahorro nacional, creemos que vale la pena avanzar en fórmulas que eliminen esto a futuro, para que así las empresas repartan más utilidades y así sean las personas y sus decisiones de consumo o ahorro las que definan qué empresas crecen.

Por lo tanto, este punto nos parece bueno, pero sin tocar lo ya acumulado, ya que eso sí que puede ser demasiado brusco y podría provocar un shock como lo provocó el Transantiago en su minuto. Pero si igualmente quieren entrar a picar en el FUT acumulado en el pasado por las empresas, por último que cobre un interés de mercado sobre el monto acumulado, para así no afectar a los que en su mayoría ocupan el FUT como método de financiamiento barato del crecimiento de la empresa.

Ajuste a las ganancias de capital

En este punto, tanto por un tema de justicia, como por un tema de lo deseable, nos parece raro que si las ganancias de capital provenientes de acciones o fondos mutuos bursátiles están exentas, sí se graven las provenientes de las propiedades inmobiliarias, ya que eso implica que se están favoreciendo el primer tipo de inversiones por sobre las segundas, siendo que a nuestro modo de ver, si es por favorecer algo, nos parece más deseable que la personas invirtieran en comprarse un hogar antes que en acciones  ¿o no?

Y aquí tal vez sí que convenga separar a personas de empresas, porque si las personas ya pagaron impuestos por el dinero que ganaron trabajando, ¿por qué les vamos a cobrar impuestos de nuevo por el valor que ganen por la revalorización de una compra de un bien pagado con plata que ya tributó? En cambio, para una empresa de inversiones, que se crea para crear valor con ese tipo de transacciones, ahí sí parece razonable que pague por cualquier tipo de ganancia de capital. Además, haciendo esta separación, se elimina el incentivo a crear empresas de inversiones de papel y las personas preferirán hacer este tipo de compras directamente, lo que facilita de mejor manera cualquier control tributario.

Depreciación instantánea

Desde un punto de vista de los pequeños emprendimientos, si bien suena bien que los gastos en capital para producir o generar valor puedan ser descontados de impuestos inmediatamente. Es sabido que la gran mayoría de la pymes son mayoritariamente empresas de servicios y poco intensivas en capital físico, por lo que casi no habrá impacto en ellas con esto y tendrán que comerse casi todo el alza en impuestos directamente. 

Y en cambio, de hacerse extensivo este beneficio a grandes empresas (sólo se les permitirá el primer año en la propuesta como está al día de hoy), se generaría un fuerte incentivo a sobreinvertir en capital físico, beneficio que sólo podrían captar las empresas con buen acceso a financiamiento (generalmente las más grandes) y por lo tanto, desde un punto de vista de la justicia y el equilibrio entre las rentas del capital y el trabajo que se plantea como objetivo en la propuesta, este no es un camino para lograrlo.

Las piscolas más caras

Si bien estamos de acuerdo en que el alcohol en exceso hace mal y por lo tanto es razonable gravarlo según el grado alcohólico, no tenemos ni idea cuál es la tasa óptima. ¿Qué opinan ustedes? (Tal vez alguien proponga que la tasa tenga que ver con el nivel de caña que deja el producto... XD).

Y en cuanto al azúcar, si bien también estamos de acuerdo que en exceso hace mal y por lo tanto también podría parecer razonable gravarla, hay que cuidar que esto no provoque que alguien se cambie de un saludable jugo naturalmente azucarado hacia una bebida sin aporte alimenticio. Y en ese sentido, una buena etiqueta que muestre cuántas cucharadas de azúcar tiene cada bebida, podría ser más educativo y efectivo.

Impuesto verdes

Si bien estamos 100% de acuerdo en que debemos generar impuestos y educación para que todos contaminemos menos, el foco debiera estar puesto en cuanto a cuánta contaminación emite un vehículo o central y no en cuanto a qué tipo de bencina usa. Nos gusta el fin, pero se puede mejorar la fórmula. Por ejemplo, en el tema de los vehículos, un auto que contamina menos (buena cosa), que es más chico (molesta menos), que es más seguro (protege vidas) y es más liviano (rompe menos las calles), debiera pagar menos patente que uno que hace todo lo contrario ¿o no? Y discriminar por si es diesel o no el vehículo puede no tomar en cuenta la incorporación de la tecnología que más nos favorezca como sociedad.

Cambio en el sujeto del pago al IVA

Si bien esta medida puede que alivie un poco el capital de trabajo de las pequeñas empresas, no ataca del todo el problema de fondo, que es que algunas empresas grandes (y no todas, porque ya hay varias socialmente responsables que sí cumplen con los estándares del sello Pro Pyme, incluso desde antes que este exista), asfixian a sus proveedores con pagos a plazos impresentables, lo que no permite que Chile despegue en innovación, emprendimiento y mejores empleos, ya que son las pymes las que mueven el empleo en Chile. Pero es un buen primer paso y tal vez tenemos que pasar a tomar medidas más culturales que tributarias para mejorar del todo este punto.

En definitiva, sin entrar a juzgar la fuerte alza de impuestos que la reforma propone (y por lo tanto los altos costos en crecimiento y empleo que tendrá), nos parece conceptualmente positiva. Sin duda que hay aspectos que pueden afinarse, y esperamos que así ocurra durante la discusión parlamentaria, pero por lo pronto, podemos estar tranquilos de que es una reforma que parece ser coherente con lo que la candidata ganadora anunció en su campaña.