Dicen las malas lenguas que el peliculasta Darren Aronofsky siempre sufre consiguiéndose la plata para hacer sus películas. Aunque el compadre es un consagrado que gana premios y que es respetado por la comunidad fliméfila, siempre lo pasa pésimo financiando sus películas, tiene que hacerlas por mucha menos plata de la que pensó, y tiene que adaptarse a las condiciones.
Después de El Cisne Negro la cosa cambió, claro, porque esa película recaudó chorromil millones de dólares y estuvo nominada a muchos Oscars, y por primera vez el loco pudo hacer la película millonaria que quería, tal como quería.
Esa película se llama Noé y se estrenó esta semana en Chile. ¿Y cómo le fue a Noé? Seguro va a recaudar chorromil millones de dólares, pero no sé si se va a ganar Oscars. Y la crítica la está tratando bastante mal, con muchos diciendo que es “La peor película de Darren Aronofsky de toda su carrera” o “Uno de los peores estrenos del año”.
A mí Noé me gustó caleta (mi crítica aquí), pero igual me puse a pensar que la completa libertad creativa y omnipotencia en los peliculastas no es buena. Sorry libertad creativa y omnipotencia. Cuando los peliculastas tienen toda la plata del mundo y pueden hacer todo lo que quieren sin que nadie les diga que no, son muy pocos los que consiguen superar sus propios caprichos y mandarse una obra maestra.
Es casi como si el arte fliméfilo necesitara la resistencia que ponen los ejecutivos, el dinero y esas cosas. ¿No me creen? Les voy a dar tres ejemplos de peliculastas que hicieron películas a toda zorra cuando les costaba… Y cuando lo tuvieron todo hicieron puras bazofias. Vamos viendo.
Todos los nerds del mundo saben que la trilogía original de Star Wars es a toda zorra, de las mejores películas de la historia del cine. No se ponen de acuerdo con El regreso del Jedi pero no me vengan con cosas aquí, esa película es a toda raja. Pero lo que no todos saben es lo mucho que le costó a George Lucas hacer esas películas. Los efectos especiales no estaban a la altura, los monos no funcionaban, el estudio no confiaba tanto en George Lucas así que el compadre contrató guionistas y directores para pulir más el producto, y así como esos tuvo un montón de problemas más.
Cuando los nerds del mundo supieron de todos estos dramas seguramente patearon la perra y alegaron porque el maestro Lucas pudiera hacer lo que realmente quería, realizar su visión completamente, y Dios mío si la Star Wars que no es como George quiere es así de buena, ¿cómo será la que él se imagina de verdad?
Lamentablemente no tuvimos que esperar mucho, porque una vez que el compadre se transformó en magnate del cine, lo primero que hizo fue empezar a retocar las Star Wars viejas, y a agregar todos los detalles que antes no pudo porque no tenía cómo.
Y el resultado fue tan indignante que todos los nerds del mundo salieron a las calles a protestar, los compadres fueron a borrarse los tatuajes de Han Solo, botaron los juguetitos de Jabba y quemaron las muñecas de la Princesa Leila. Las que antes eran películas filete de pronto tenían miles de efectos digitales penca interrumpiendo la película, de pronto Han Solo le disparaba al extraterrestre ese en defensa propia en vez de maleteramente como en la original, había un Jabba que caminaba y que se veía horrible, y esas canciones inolvidables de El Regreso del Jedi (la del palacio al principio y la celebración de los Ewoks) se perdieron para siempre.
Y esta era solo un avance de lo que vendría después con las precuelas. Aquí el compadre sí que tenía todas las manos solo. Escribió y dirigió él mismo las tres películas, sin ninguna interferencia de ningún tipo, y gracias a la tecnología moderna, tuvo todos los efectos especiales que siempre quiso. Y ahí tienen.
La Amenaza Fantasma se trataba de un péndex apestoso, los Jedis andaban en puras misiones lateras, y en resumen Jar-Jar Binks. No lo nieguen, después de ver estas películas (tan distintas a las originales) dan ganas de que George Lucas nunca hubiese tenido la libertad ni los recursos que siempre quiso. No uses la Fuerza, Lucas.
Este es otro que siempre se quebró con su pobreza y sus limitaciones para hacer películas. Cuenta la leyenda que financió El Mariachi prestando su cuerpo a la ciencia (en serio), y esa película la hizo con menos plata que devolución de impuestos de El Chavo.
Y qué quieren que les diga El Mariachi es una película a toda raja, muy entretenida que uno se cree completa aunque tiene cosas fantasiosas, actuaciones charcha y secuencias de acción más pobres que Oliver Twist a fin de mes.
Después de El Mariachi se metió al sistema hollywoodense y siguió haciendo películas a toda raja, siempre entretenidas, siempre con esa energía tan Robert Rodríguez. Hizo Desperado, la segunda parte de El Mariachi, con Antonio Banderas y la Salma Hayek.
Terrible de entretenida, con las medias balaceras, personajes dementes y diversión para tirar para arriba. Del Crepúsculo al Amanecer era lo mismo pero con vampiros, George Clooney y Tarantino. Incluso se metió en la fiebre Scream de terror-teenager con una película bien subvalorada llamada La Facultad, sobre una invasión alienígena en una universidad gringa.
Pero en algún momento de su carrera el compadre hizo Spy-Kids y la rompió. El bajo presupuesto y la tecnología moderna lo transformaron en su propio jefe, y como un George Lucas Junior el compadre empezó a producir sus propias películas de manera independiente.
Y Robert Rodríguez nunca más hizo una película en serio otra vez. Se creyó tanto el cuento de las películas absurdas con efectos especiales baratos, que ahora es imposible tomárselo en serio. Las Machetes, Sin Citys o las Planet Terror son divertidas y tienen harto que admirar (sobre todo cuando uno ve los tráilers), pero reconozcamos que las películas son muy tontorronas y no parecen películas de verdad.
No se puede creer que son del mismo compadre que alguna vez hizo El Mariachi, o esas otras, películas que transcurrían en nuestra realidad. Eran exageradas, sí, pero piensen ahora en los cincuenta mil cameos por hora, los efectos del Croma Key hasta cuando los personajes van caminando por la calle, y los chistesitos tontorrones, y de nuevo llegamos a la misma conclusión. Era mejor cuando te costaba, Robert Rodríguez.
Y finalmente, el último ejemplo. Uno de los peliculastas más importantes de nuestro siglo, un compadre que marcó a millones.
Ya sé, ya sé, no es director de cine. Pero nadie puede negar que este compadre hace películas de autor, y que sus flims son muy personales, y parte de un universo coherente y con unidad.
Y al principio le costó. Venía saliendo de Saturday Night Live y tenía que demostrar que podía ser una estrella de la comedia rentable y exitosa. Y aunque los fliméfilos lo nieguen, a todos les gustan las primeras películas de Adam Sandler como protagonista. Películas como Happy Gilmore, Billy Madison, El Cantante de Bodas, Big Daddy.
Estas eran películas relativamente normales, comedias en que uno se reía y que contaban historias coherentes, con finales emotivos y todo. Y para qué hablar de 50 First Dates o Click, que hasta hacen llorar a todo el mundo. Comparen estas películas con las que el compadre hace ahora: Grown Ups, Jack y Jill, That’s my Boy, Grown Ups 2. Todas películas para hacer explotar el vergüenzajenomómetro, con puros chistes de vómitos, caca y peos, y lo peor de ese humor gringo flaite que solo los hace reír a ellos.
¿Qué pasó en el camino, Adam Sandler? Lo mismo que a los otros. El poder y la libertad de hacer lo que quisiera. Al compadre le fue tan bien que su productora creció, y ahora puede hacer las películas con sus amigotes y contratar a quien quiera, y hacer lo que quiera. Y esto es lo que el compadre escoge, lo que en verdad siempre quiso hacer. Lo pueden comprobar viendo esos “clásicos” de Adam Sandler. Son películas con historia y con personajes, pero con “pizcas” de ese humor charcha que ahora ocupan casi todas las películas que hacen. O sea, el loco consiguió lo que muchos peliculastas anhelan, la libertad creativa y el poder de hacer lo que quisiera, y ahí lo tenemos.
Lo que estoy tratando de decir es que los obstáculos no son malos. Creo que lo dijo Yoda o Benni. Y si son peliculastas y están sufriendo, acepten ese sufrimiento para pensar mejor sus películas y todo lo que están haciendo. Para mí las películas son sagradas, lo mejor que ha hecho esta especia humana, y no debieran hacerlas así a la ligera.
El que puedan hacer todo lo que quieran no significa que TENGAN que hacerlo. Aprendan de los científicos de Jurassic Park. Y de George, Robert y Adam. En resumen, no sean unos chupete de fierro caprichosos que hacen todo lo que quieren. Si yo les voy a dar dos horas de mi vida, gánense ese honor. Ya saben ya.