Imagen: Gojko Franulic

Mitos y verdades sobre los resfríos

Una serie de mitos, errores y confusiones circulan sobre qué causa, cómo se previenen y cómo se tratan los resfríos. Pero por ahí, también hay verdades. Fran Solar evalúa en esta columna algunos de los principales consejos que recibimos.

Por Francisca Solar @FranSolar | 2014-04-09 | 11:00
Tags | resfríos, salud, mitos, prevención, antibióticos, medicamentos, terapias, curas, catarros, gripes
"Para partir, la idea más importante de todas es que el resfrío común y/o la gripe se produce por un virus y los antibióticos atacan bacterias"

Hace unos días escribí en Twitter que mi alegría por ver colores otoñales superaba mi lata de comenzar a sentir cómo bajan las temperaturas. Es verdad, me encanta el otoño, pero no deja de complicarme que empecemos a despertar a oscuras, a usar tres capas de ropa, a resignarnos a la luz gris que afecta el ánimo… ¿Les pasa?

Para más remate, comienza la época de los resfríos y, por ende, empieza también el bombardeo de comerciales sobre antigripales, las notas de 45 minutos en los matinales, los reportajes en noticieros sobre consultorios colapsados y campañas públicas y privadas que pocos entienden. Si sólo con leer esto ya se estresaron (perdón), no se preocupen: como bien saben, la información es poder, así que los animo a, bueno, empoderarse y despejar algunos mitos. Nuestras abuelas son lo máximo, pero sus “remedios caseros” no siempre sirven; los consejos de los amigos, tampoco (sobre todo la parte de la cerveza con limón y/o el pisco sour, ah). A veces la gran cantidad de data disponible en Google nos marea más que ayudarnos... 

Mira estos 5 puntos a continuación. Desde sencillos malentendidos hasta directas equivocaciones, muchos de los “tips” que aplicamos cuando estamos resfriados no sólo no nos sirven, sino que a veces pueden empeorar nuestra situación. Sin embargo, también hay algunos consejos que son reales, muy efectivos y no podemos olvidar. Toma nota.

1) Me resfrié porque “me enfrié”.

Un clásico, típico reto de tu mamá que te dijo que salieras abrigado en la mañana y tú ni pescaste. Algo de sustento tiene tu rebeldía: el frío no causa resfríos. Esta enfermedad se origina por un virus transmitido de una persona a otra por vía área, y si bien es cierto que en otoño-invierno se produce la mayor cantidad de caídos en acción, es por otra conjunción de factores, como el hecho de que pasamos más tiempo en espacios cerrados (no ventilados) y que el frío incide en la sequedad de las fosas nasales, haciéndolas más susceptibles a los virus del resfrío (misma razón por la que los fumadores tienen más probabilidades de resfriarse). 

2) Hay que beber mucho líquido. Demasiado. 

Parece mentira, pero esto que está tan, tan extendido entre nuestros apuntes mentales en caso de enfermedad, en realidad no genera consenso entre los profesionales. Es decir, no está suficientemente avalado científicamente que tomar una cantidad absurda de agua vaya a hacer una diferencia real en tu cuadro, e incluso podría ser contraproducente. ¿Qué tal? Lo que sí tiene sustento es que la mayoría de nosotros en situación normal bebe menos líquido diario del que deberíamos, lo que se hace todavía más crítico cuando nos sentimos mal, por lo que el consejo de “abundante agua” es más que nada para instarnos a mantener un nivel adecuado de hidratación.

3) Lávate las manos constantemente. 

Sí y sí, para prevenir los resfríos, para mantener la higiene mientras estás enfermo (sobre todo si andas estornudando y/o tosiendo por doquier) y para tu periodo de convalecencia, no vaya a ser que caigas de nuevo. En realidad, es un consejo para la vida. La fuente de infección son las personas infectadas, las que en su mayoría contagian a otros por vía aérea –gotitas de saliva suspendidas–, pero el virus del resfrío también puede transmitirse por vía directa si tocas una superficie donde hayan llegado esas “gotitas” (manillas de puertas, vasos o teclados de computador, por ejemplo) y luego te lleves esa mano a la boca o nariz. Por eso es tan importante lavarse las manos, y ojo, que la recomendación es agua y jabón. 

4) Los antibióticos son más “fuertes”y mejores que los analgésicos. 

Además de erróneo, este habitual “consejo” puede llegar a ser peligroso. Para partir, la idea más importante de todas es que el resfrío común y/o la gripe se produce por un virus y los antibióticos atacan bacterias. Más claro, imposible. Si estás resfriado, los antibióticos no sólo no te van a ayudar en nada sino que sin querer contribuyes a que en el caso futuro de sí necesitarlos (por una infección urinaria o amigdalitis, entre otras muchas posibilidades) ya no surtirán el efecto deseado, pues las bacterias desarrollan resistencia. Eso obligará al médico a recetar antibióticos más agresivos, que provocarán más efectos secundarios. Por el mismo motivo, si te recetan antibióticos para cualquier enfermedad, debes tomar la dosis completa y no cortar el tratamiento cuando te sientes bien, porque podrías no haber matado a todas las bacterias. El mal uso de antibióticos es uno de los principales riesgos para la salud de la medicina moderna.

Por otro lado, los analgésicos son medicamentos que atenúan el dolor o la fiebre, es decir, no atacan directamente al virus, sino que se hacen cargo de algunos de los síntomas provocados por él. 

5) Un cóctel de vitamina C es santo remedio. 

Este es un punto que aún genera discordia. No hace mucho se sometió a revisión a una gran cantidad de estudios sobre las propiedades de la vitamina C como preventiva de los resfríos y/o gripes, pero los resultados no son concluyentes. En algunos casos estudiados sí les sirvió para resfriarse menos (o para que les duraran menos tiempo) pero a otros no les hizo ni cosquillas. ¿Entonces? La comunidad científica sigue recetándola pues no tiene efectos adversos relevantes y su potencial beneficio importa más. Tómala con moderación y observa si produce diferencias. 

A fin de cuentas, incluso en pleno siglo XXI, lo único que cura un resfrío es el tiempo. Tu tarea es no agravar el problema, manteniendo tu cuerpo a una temperatura apropiada, reposando y procurando no contagiar a otros.

Ahora, si aún estás invicto, antes de que se asome un primer estornudo, toma nota de lo que te contamos. Y no pelees con tu mamá: sale igual con una bufanda, total, Juan Segura vivió muchos años.