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¡Bendito Chupete! Fácil viene, difícil se va

El chupete es una buena herramienta para los padres y a la vez un objeto muy importante y significativo para la mayoría de los niños. ¿Desde cuándo y hasta cuándo lo pueden usar? ¿Cómo hacer que lo dejen?

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2014-04-10 | 11:00
Tags | Guía para Padres, chupete, madurez, tete, niños, crianza, infancia, bebés

El chupete, un amigo de los padres

El chupete, como bien lo dice su nombre en inglés “pacifier”, es una pequeña pero poderosa herramienta para lograr calmar a un niño. Éste tranquiliza, consuela y acompaña a nuestros hijos desde que nacen y durante los primeros años de la vida.

A pesar de que pueden haber diferentes teorías sobre si es recomendable o no su uso, hay ciertas convenciones que pueden darnos una luz. 

La mayoría de los expertos piensa que el uso del chupete no genera problemas psicológicos (siempre y cuando no se use para sustituir el contacto con los padres), y recientes estudios odontológicos afirman que no produce malformaciones dentales si se usa hasta los 3 años (y si hubiera son corregibles). Es más, todo apunta a que los efectos positivos que tiene, son más beneficiosos que las posibles consecuencias negativas para el niño.  

El uso del chupete calma la ansiedad del pequeño, ayuda a aliviar el dolor y diversas investigaciones señalan que podría servir para prevenir cuadros de apnea y muerte súbita en recién nacidos.

Lo que sí podría ser perjudicial para el niño sería retirarlo a destiempo o hacerlo de una manera inadecuada, ya que puede causar desórdenes de estrés y frustración por el conflicto que se le produce entre su necesidad de succionar y la prohibición de hacerlo.

Cuando nacen, ¿usar o no chupete?

Succionar es un acto reflejo natural con el que nacen todos los seres humanos y que comienza desde que el feto está en el útero (así se puede observar en las ecografías). Este reflejo es completamente normal e incluso sano, ya que se relaciona con la capacidad de supervivencia (porque permite alimentarse y crecer). 

La succión hace que el bebé experimente una sensación de relajo, tranquilidad, placer y seguridad, por lo que calma el llanto, ayuda a conciliar el sueño y reduce el estrés y el dolor en procedimientos desagradables. 

Dado lo anterior, el recién nacido se verá impulsado a succionar, y al no tener un chupete a su alcance, es altamente probable termine succionándose el dedo, lo que le traería consecuencias más perjudiciales que el chupete. La mano tiene más posibilidades de hacer que el niño contraiga una infección, el chupete se puede esterilizar con mayor facilidad. El dedo es más duro y a la larga produce más problemas dentales, hoy existen chupetes blandos y de anatomías que reducen la deformación del paladar. Y a largo plazo, el hábito de usar chupete es más fácil de interrumpir que la succión del pulgar ya que los padres tienen cero control sobre este último. 

De todas formas, hay consenso entre los pediatras que no es recomendable utilizar el chupete en los primeros días de vida (al menos las dos primeras semanas), hasta que el recién nacido aprenda a succionar bien el pezón y la lactancia esté bien establecida.

Otras recomendaciones relacionadas al uso del chupete son no pasarles el chupete en vez de comida ni darles comida en el chupete, como manjar, azúcar o mermelada. También es bueno no acostumbrarlos a usar un solo chupete, porque la dependencia a “ese tete” puede generar grandes problemas si se pierde o si es hora de cambiarlo porque está en una condición poco saludable. Una buena idea es acostumbrarlo simultáneamente a usar varios tipos de chupetes distintos, de manera que reemplazarlo no se convierta en un problema . Y siempre hay que estar atento, sobre todo cuando son más grandes, si es que lo muerden en vez de chuparlo, porque podrían sacarle un pedazo de plástico y tragárselo, lo que sería peligroso.

Cuando ya son grandes, ¿Cuándo y cómo sacarlo?

El uso del chupete no es malo en sí mismo para un niño más grande, sino el abuso de éste. Después del primer año de vida, hay que comenzar a limitar su uso, permitiéndole al niño tener su boca más tiempo desocupada para que comience a desarrollar el lenguaje oral. Desde los 2 años, hay que tratar de que su uso se reduzca a ciertas situaciones, como dormir o ante situaciones de estrés. Sin embargo, más que una edad precisa, es importante leer y respetar los tiempos de cada niño, para que el proceso sea sano y no traumático para éste. Hay que recordar que el chupete es un objeto de apego muy significativo para el niño, por lo que deshacerse de él no es fácil… 

…Y tampoco lo es para los padres. La tentación de mantenerlo con un uso ilimitado y acomodado a nuestra necesidad, es muy grande, dados los beneficios que nos trae y los llantos que nos ahorra. ¡Cuántas pataletas solo se ven calmadas con pasarles el chupete! Sin embargo, es necesario pensar en el pequeño y ver si efectivamente está siendo un aporte para su vida y desarrollo. 

Es importante, que en la medida en que pasan los años, se vaya acostumbrado a usar el chupete sólo cuando se vaya a la cama o en situación de mucha tensión emocional, cosa que el día en que lo deje, no se produzca pasar todo el día con éste a dejarlo de lado. 

Con respecto a cómo hacer que lo dejen, existen diversas estrategias, desde una retirada drástica hasta una paulatina, sin ser ninguna más efectiva que otra, sino que dependerán de las características tanto del niño como de los padres. Lo que sí será necesario en el proceso, sea cual sea la técnica elegida, es que los padres estén muy atentos y armados de paciencia durante el proceso, para buscar los medios más creativos para tranquilizar y contener al niño cuando quiera su chupete.

Sí es importante dejar en claro que los castigos, retos, burlas y humillaciones como medio para que el niño deje de usar el chupete nunca serán eficientes ni favorecerán el proceso, sino todo lo contrario. 

Dado que a la edad de comenzar la retirada, los pequeños ya tienen cierta capacidad de raciocinio, se recomienda explicarles por qué es beneficioso para ellos hacerlo y cuáles son las consecuencias negativas del uso del chupete. Y así se puede entrar a negociar con ellos y hacerlos parte de la decisión de cómo y cuándo dejarlo, empoderándolos y dándoles autonomía.

Independiente de la forma que se decida en que el niño dejará el chupete, es fundamental mantenerse firme una vez abandonado éste sin echar pie atrás y buscando los mecanismos para hacer lo más llevadero posible los momentos en que el niño reclame por su amigo olvidado. Hay que evitar caer en un círculo vicioso en que le sacamos el chupete y ante no saber cómo calmar su pataleta, se lo entregamos nuevamente, volviendo a empezar. Hay que tener claro que será un tiempo de transición en el que habrá que desarrollar la creatividad y la paciencia buscando diferentes maneras para calmar el llanto. 

También es muy importante darle refuerzo positivo constantemente por su logro, haciéndoles ver cuán grande está por no usar más chupete.

En caso de que el niño se resista de sobre manera a dejar el chupete, hay que detenerse a observar y preguntarse por qué será que está tan necesitado de este objeto para calmar su ansiedad y a qué se debe tanta dependencia. Podría ser una manifestación de algún sentimiento, situación o vivencia más profunda que está experimentando y la canaliza a través de su apego simbiótico.

¿Cómo hacer que lo dejen? Ejemplos

  • Juana inventó un personaje de ficción del tipo “Ratón Pérez”. Le contó a Matías que había un pájaro muy lindo y con unas grandes alas que se llamaba “Cometete” que le traía regalos a los niños que le dejaban su chupete en un nido. Matías, ilusionado con esto, armó con unas ramitas un nido en la ventana de su pieza y en la noche dejó el chupete. A la mañana siguiente, éste ya no estaba y en vez, en el nido estaba la pelota de fútbol que tanto quería. 
  • Los papás de Josefina aprovecharon que venía la Navidad, y le dijeron que le regalara su chupete al Viejo Pascuero al que fueron a visitar al centro comercial. Por su parte, los papás de Nicolás lo convencieron de que se lo regalara a un burro que había en su plaza que tenía un collar formado por los chupetes que muchos niños le habían regalado.
  • A Martín le fueron cortando pedacitos al chupete, de manera que de a poco, a éste le dejó de ser placentero y un día decidió no usarlo más.
  • Cuando Claudia fue a su control sano al dentista, éste le dijo que no podía seguir usando chupete porque se le estaban enchuecando los dientes y después sería muy difícil arreglárselos. Después de eso, llegó a su casa, botó todos los chupetes y nunca más quiso usarla porque su “doctor de dientes” no le había dado permiso.
  • Ignacio hizo un trato con su mamá: la llevaría todos los días a la plaza por una hora si él no usaba chupete por ese rato. De a poco fue creando más instancias donde no debía usar chupete hasta que de a poco solo lo fue dejando. 
  • En la casa de Marcela, solo se puede comer manjar en ocasiones o motivos especiales, se ha establecido como un privilegio. Su mamá negoció con ella que si dejaba el chupete, podría comer manjar. Por eso por cada día que pasaba sin usarlo, la mamá le daba de postre fruta con manjar.  Al cabo de una semana ya no quería más su chupete y tampoco pedía manjar.
  • Los papás de Gustavo comenzaron a contarle cuentos sobre niños que dejaban su chupete y cuán grandes eran. Le mostraban en la calle a niños sin chupete y le comentaban lo mismo. También le hablaban de las cosas que podían hacer los niños grandes que no usaban chupete, como por ejemplo, pintar con témpera solos. Así, un día Gustavo se acercó a sus padres y les dijo “Papá, mamá, yo ya soy grande, no voy a usar más chupete”, y así lo hizo.

Sea cual sea la forma en que nuestro hijo deje de usar chupete, lo más importante es que el abandono sea gradual y/o que la decisión sea conjunta entre padres e hijo, ya que éste ha sido un objeto de mucha significancia para el niño, y puede serle muy duro se le quita drásticamente o sin previo aviso.

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