Los senadores que crearon el proyecto de ley de eutanasia infantil en Bélgica son enfáticos en decir que esperan que los casos sean los menos posibles, puesto que nadie quiere que haya niños en una condición tan dolorosa como para pedir la muerte. Sin embargo, afirman que por esta misma razón, por lo horrible que es el sufrimiento físico en los menores de edad, no quisieron negarles el derecho que ya tenían los adultos de poder terminar con su calvario.
En Holanda también es legal la eutanasia infantil, pero para los mayores de 12 años. En Bélgica optaron por no exigir una edad mínima, sino demostrar que el menor posee capacidad de discernimiento. Los defensores de la ley han dicho que esto la hace más exigente que la de Holanda –y no más laxa, como se le critica- puesto que la edad es un límite arbitrario, en cambio la capacidad de discernimiento es algo que un psiquiatra infantil puede determinar caso a caso. En la práctica, se pide que el niño o adolescente tenga conciencia de lo que está pidiendo y una correcta apreciación de la vida y la muerte. Todo esto, luego del requisito de contar con el consentimiento de los padres y encontrarse en la situación de padecer una enfermedad físicamente dolorosa para la cual no existe cura.
Muchos sectores de Bélgica e internacionales han reaccionado con horror. Los defensores de la ley responden que fue hecha para resolver casos concretos y que no se impondrá nada a nadie. Sin embargo, los contrarios advierten que sí afectará a la sociedad entera ya que es una medida que desincentiva el avance de la medicina paliativa, aquella que acompaña al enfermo terminal y trata el dolor físico y emocional.
Entre los adversarios también provoca resquemor el proceso por el cual se determinará si el menor tiene o no capacidad de discernimiento y plantean que haría una diferencia importante tomar en cuenta la causa profunda de esta gana de terminar con el sufrimiento mediante el término de la vida. Según han dicho médicos pediatras en cartas al Parlamento, un niño con cáncer que padece dolor físico y que sabe que no vivirá mucho tiempo más, no es infeliz si es que es acompañado por sus padres.
Otro argumento de los promotores de la ley de eutanasia infantil es que se trata de una mejor alternativa al aborto, pensando en padres que toman esa decisión para evitarle a su hijo una vida llena de sufrimientos. Plantean que con esta ley podrán esperar a que nazca el niño y ver en realidad de qué se trata la enfermedad o malformación, cosa que nunca se puede saber con certeza durante el embarazo. En teoría, esto les permitiría decidir más libremente y, sobre todo, hacer participar al propio niño, quien es el protagonista de la historia.
Los contrarios a este argumento postulan que es una crueldad poner a un niño en la posición de pedir su muerte. Piensan que detrás de esta actitud de los padres existe un miedo al sufrimiento y un deseo de controlar la vida que sólo puede hacerle mal al ser humano. Dicen que lo que hay que hacer ante un niño que sufre una enfermedad es amarlo y ayudarlo a reducir el dolor físico.
A eso, los defensores de la eutanasia infantil contestan que algunos calmantes igual cooperan a apurar el momento de la muerte, entonces no ven demasiada diferencia. Sin embargo, para los otros, hay una diferencia radical en la intención que motiva al acto y postulan que parte del respeto al niño es saber aceptar la llegada de la muerte y no prolongar la agonía de manera innecesaria cuando ya se sabe que no existe tratamiento que pueda llevar a una mejoría.
Los grupos de médicos que se opusieron a la ley reconocen, eso sí, que la eutanasia infantil es síntoma de una realidad de la cual es urgente hacerse cargo. Día a día, ven que las familias de los niños que padecen enfermedades incurables, en general, sufren mucho y están muy solas. Observan que no es raro que tengan que hacer esfuerzos económicos enormes, cambiarse de ciudad y dejar de lado a los demás hijos. Por lo mismo, hacen un llamado a quienes tildan a esta ley de progresista y piden que el progreso incluya también a los más débiles de la sociedad y no sólo les ofrezcan que puedan elegir la muerte.