Imagen: "Godzilla vs. Gigan" 1972. Vía: Geeked Out Nation

Defendiendo a Godzilla

Nuestro columnista Hermes Antonio nos habla de una de las franquicias más constantes y productivas de toda la cultura plop y que ahora vuelve a la cartelera: Godzilla.

Por Hermes Antonio | 2014-05-23 | 15:30
Tags | godzilla, hermes el sabio, cine, crítica, películas, flims, mounstruos, ciencia ficción
"Muchas personas con las que he hablado encuentran mala Godzilla (...) ¿cuándo perdieron la capacidad de asombro?"

Godzilla es una película japonesa del año 1954, que dejó la escoba. Se trataba de un dinosaurio gigante del período jurásico (lo dicen en la película) que aparecía de pronto en Tokyo a pisotear la propiedad pública y privada, dejando a miles de muertos y chorromiles de heridos, mansaca que todos los expertos aseguraron era una metáfora no muy piola de la destrucción de Hiroshima y Nagasaki.

No es muy divertida la película, hay que decirlo, es más bien deprimente. Mucha escena de gente llorando, incluso en una parte muestran a una mamá llena de cabros chicos que se tira al suelo y le tapa los ojos a sus hijos, entregándose a su suerte ante el maletero Godzilla. Y después de esa escena, nunca vuelven a mostrarlos. Mala onda, Godzilla.

Lo deprimente de la película no impidió que se transformara en una de las más exitosas del cine japonés, por lo que rápidamente sacaron una segunda parte, que salió el año siguiente. Como era segunda parte, los peliculastas decidieron meter un segundo monstruo llamado “Anguirus”, que se peleaba con este otro Godzilla. Igual Godzilla es el malo de la película, y al final terminan sepultándolo en hielo con una avalancha. Qué es eso de andar pisoteando Tokio.

La tercera película de Godzilla llegó en 1962 y fue una locura. King Kong contra Godzilla se llamaba, y adivinen de qué se trata. Sí, señores. Un compadre anda buscando un buen show para poner en televisión y decide ir a la isla de King Kong a secuestrar al gorilón. Típico.

Al mismo tiempo un submarino descongela accidentalmente a Godzilla y vamos luchando sobre las maquetas de Tokio. Cabros, no les miento, esta debe ser una de las películas más tontorronas de la historia del cine. Les juro por Dios que salen unos africanos en la isla de King Kong y son puros actores japoneses pintados con betún de zapatos. Durante la pelea King Kong hace puras tonteras dignas de Jar Jar Binks, y los dos compadres incorporan movidas de lucha libre como saltar uno arriba del otro con el codo afuera, o tirarse maleteramente contra las cuerdas (alambrado público, obviamente).

Esta película terminó convenciendo a los peliculastas japoneses de que tenían una franquicia muy exitosa entre manos, y a partir de King Kong contra Godzilla decidieron hacer una película prácticamente todos los años, en que Godzilla se enfrentaría a algún monstruo famoso.

Los japoneses ya no querían metáforas de Hiroshima y Nagasaki, querían comer cabritas (o sashimi) viendo monstruos gigantes luchar. La cuarta película se suponía que iba a ser Frankenstein vs. Godzilla, y ya pueden imaginarse de qué se trataba. Tal cual. Un Frankenstein gigante iba a luchar contra el “dinosaurio” radioactivo, seguro iban a volar coletazos y puñetes, balbuceos y rugidos.

Ese proyecto no funcionó, y en adelante los compadres decidieron inventar cara de palo los enemigos de Godzilla. Aquí fue cuando nuestro amigo se transformó en “el bueno de la película”, después de tres películas siendo el villano. Godzilla ya no era la metáfora de la bomba atómica que fue al principio y se transformó en un “guardián de la tierra”, un ser poderoso que despertaba cada vez que la humanidad lo necesitaba.

Y con una película por año, se imaginarán que rápidamente los japoneses empezaron a inventar cosas cada vez más cuáticas. Inventaron a un monstruo de tres cabezas para que peleara con Godzilla (“Ghidora”), una polilla gigante (“Mothra”), un cangrejo (“Ebirah”), una mantis religiosa (“Kamacuras”), un Godzilla robot (“Mecha Godzilla”), el hijo de Godzilla (“Minilla”) y una variedad de historias que van desde alienígenas que le lavan el cerebro a Godzilla para destruir la tierra, hasta un niñito que se pega en la cabeza y sueña que es Godzilla. Lo juro, todo esto son películas reales que existen en el mundo en que vivimos.

Esto es Godzilla. Una de las franquicias más constantes y productivas de toda la cultura plop, donde la tontera es común desde hace más de cincuenta años y por decenas de películas, con mucho personaje gracioso para los niños y mucha pelea destructiva solo por la diversión de ver a dos compadres disfrazados luchando rompiendo edificios.

Por eso no puedo entender que a la gente no le guste la última Godzilla hollywoodense. La Godzilla del peliculasta Gareth Edwards es una versión en serio de todas las tonteras que transformaron al monstruo en un ícono de la cultura plop universal, todo condensado en una sola película, más encima.

Porque durante la peli vemos que Godzilla pasa de ser el malo (ese tsunami que provoca solo por salir del mar) a transformarse en el guardián de la tierra que pelea contra los otros dos kaijus (“monstruo” en japonés, palabra con la que se conocen estos seres antes encarnados por humanos metidos en disfraces) solo porque es su “deber”. Tiene toda la entretención de esas películas tontorronas pero con un nivel audiovisual de peliculismo VIP Premium para el megamagnate, haciendo de cada “tradición” Godzilla un momento Oh My God.

En las películas viejas por ejemplo, uno de los movimientos clásicos de Godzilla es tirar la tufada atómica mientras las púas vertebrales se le encienden. También es bueno para pegar darse vuelta repentinamente y ponerle un coletazo a su contrincante.

Estas dos cosas las hace en la película nueva y son dos momentos en que francamente dan ganas de aplaudir. O sea, el peliculasta indentificó estos puntos clave y los incorporó en la historia de la película, dándoles una importancia que nunca tuvieron y dejándonos a todos para dentro. No estoy diciendo que el coletazo y/o la tufada atómica de Godzilla sean tan importantes como, no sé, el momento en que matan a los papás de Bruce Wayne. Pero sí. Son tan importantes.

Muchas personas con las que he hablado encuentran mala Godzilla. Les aburre tanta pelea entre monstruos, y encuentran que los personajes humanos son una lata. Bueno, a ellos les tengo tres observaciones. Primero, la película se llama Godzilla, no se llama Personajes Humanos. Segundo, por el amor de Dios no se les ocurra ver alguna de las películas viejas de Godzilla. Y tercero, ¿cuándo perdieron la capacidad de asombro?

Finalmente quiero terminar en una nota positiva. Se acaba de anunciar que el peliculasta Gareth Edwards dirigirá una de las películas spin-off de Star Wars que lanzará Disney. Esto llena mi corazón fliméfilo de esperanzas, porque si el compadre le puso tanto pino a una película basada en un compadre disfrazado rompiendo maquetas, ni me imagino lo que conseguirá metiéndole mano al universo Star Wars. ¿Mi sugerencia? Que nos cuente la historia del monstruo ese que tenía Jabba en su palacio en El regreso del Jedi. O del gusano espacial ese que vivía en el asteroide en El Imperio Contraataca. Apuesto que la rompe, ya van a ver.