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"Desde su aparición fragmentada, el texto no ha dejado de sorprender a los aficionados a la literatura fantástica, que reconocen en él una obra maestra del género"
Desde mi secreter, como lo habrán hecho miles de escritores desaparecidos, escribo esta columna, para que puedan conocer aquellos tesoros de empastes gruesos y polvorientos que han caído en mis manos, redefiniendo mi concepción del mundo de las letras y el de las personas.
Es el caso del "
Manuscrito encontrado en Zaragoza" del conde polaco Jan Potocki, intelectual que se dedicó a viajar por el mundo, plasmando sus vivencias en
delirantes relatos llenos de misterio, con una considerable carga sobrenatural.
En los años 1804 y 1805, se lanzó una edición muy limitada. Desde su aparición fragmentada, el texto no ha dejado de sorprender a los aficionados a la literatura fantástica, que reconocen en él una obra maestra del género.
Estructurada como un diario y ambientada en Zaragoza, alrededor de 1715, su protagonista, Alfonso Van Worden, es un oficial de la Guardia Valona que atraviesa Sierra Morena en dirección a Madrid, donde entrará como capitán al servicio del rey de España Felipe V.
Mientras transcurre la historia,
se encuentra con seres extraordinarios: hermosas brujas, siniestras princesas endemoniadas, gitanos, árabes místicos, ladrones, hombres poseídos, miembros de la Inquisición, cabalistas y personajes como el
Judío Errante.
Ellos mismos se apropian del relato y cuentan sus inquietantes historias en torno a míticos lugares como la Venta Quemada, la Posada de los Alcornoques, o las orillas del Guadalquivir en Sierra Morena.
El autor es capaz de mezclar, con una habilidad extraordinaria, las historias, generando el efecto de un relato dentro de otro, lo cual termina atrapando al lector, quien difícilmente puede dejar de leer el libro hasta que acaba un episodio.
Su estructura se desarrolla constantemente en forma laberíntica, generando un clima alucinante. En la primera jornada, Potocki nos conduce sigilosamente, entre retórica y una exquisita narración, hacia una escena lésbica e incestuosa entre dos hermanas, las princesas moras Emina y Zibedea. Luego, el protagonista, tras haber gozado de la gentileza de ambas damas, despierta entre dos ahorcados, los hermanos Zoto, famosos bandidos de la región.
Los personajes van envolviendo a Alfonso Van Worden en un manto de engaños, poniendo al límite su razón y templanza, con un final, por lo menos, inesperado.
Existe también una segunda parte de este libro, que habla de la vida de Avadoro, personaje que transcurre en un devenir burgués y cortesano, casi suprimiendo la incorporación del factor fantástico, por lo cual recomiendo comenzar disfrutando la primera parte en forma detenida y analítica, ya que está cargada de símbolos y códigos insertos en la narración, lo cual lejos de volverla tediosa, la convierte en una pieza única en su género.