Imagen: Gojko Franulic

Por qué el engaño de Facebook debería ponernos felices

¿Supiste lo que hizo Facebook? Manipuló las publicaciones de miles de personas para estudiar cómo influye el tono de lo que posteamos en nuestros muros en las emociones de nuestros amigos. El experimento causó polémica, pero tiene una conclusión positiva.

Por Francisca Solar @FranSolar | 2014-07-02 | 12:20
Tags | Facebook, algoritmos, posts, publciaciones, emociones, contagio, comentarios, postivo, negativo
"Como usuarios de redes globalizadas, tenemos mucha responsabilidad en los ambientes que creamos, sobre todo a través de la información que compartimos"
No escribo esta columna para quejarme. Ya se han publicado muchas de ésas. Desde que hace un par de días supimos lo que Facebook hizo a nuestras espaldas, blogs y redes sociales se han llenado de epítetos varios contra la empresa y mucha desconfianza contra el sistema. Claro que no falta el que dice “hey, ustedes sabían en que se estaban metiendo”. Suena rudo, pero es verdad.

Si no tiene idea qué paso, va un resumen: esta famosa red social alteró el algoritmo del timeline (la cronología donde ves qué postean tus amigos) de casi 700.000 usuarios, cargándolos hacia publicaciones positivas o negativas, sin que los dueños de los perfiles supiesen nada al respecto. Esto se realizó en el marco de un experimento que, según la compañía de Zuckerberg, están en todo su derecho de hacer pues al tener una cuenta en Facebook cada persona acepta el reglamento donde dice que tus datos pueden ser utilizados para “operaciones internas” y otros análisis. Y claro, en ningún lado dice que te tengan que avisar que están jugando con tus emociones. Linda la cuestión.

Sin embargo, y tal como dije al comienzo, no me vengo a quejar. Más allá del claro conflicto ético que este descubrimiento implica, el fondo del experimento es importante de discutir y valorar en sí mismo, porque desbanca un expandido mito sobre las emociones.

El estudio llamado “Evidencia experimental del contagio emocional a nivel masivo por las redes sociales”, conducido por la U. de Cornell, la U. de California y personeros del mismo Facebook, y publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., tenía por objetivo determinar si la alegría o la depresión (por nombrar algunos ejemplos) eran efectivamente contagiosos en Facebook. Y comprobaron que sí. Mediante el hackeo de tu timeline con publicaciones deliberadamente más positivas o negativas, buscaban ver qué tanto influían en el tono de tu próximo post, y la conclusión es que dicha influencia es concreta y creciente. Si leías más posts positivos, subía la incidencia de que tu nueva publicación fuese sobre algo feliz (o, al menos, con mirada positiva), mientras que si veías en tu cronología casi puras quejas y desastres, el siguiente post que escribieras tendería a ser más sombrío. "Los estados emocionales son comunicativos y pueden propagarse por contagio, lo que lleva a otros a sentir las mismas emociones sin ser conscientes", asegura el estudio.

Lo bonito y lo importante, como dice Zamorano, es que dicha conclusión es igual tanto para lo malo como para lo bueno, es decir, comprobaron que las emociones positivas y negativas son capaces de contagiar a otros con la misma intensidad. ¿Y qué pasó con eso de que “sólo lo malo vende”?

Creo, más bien, que lo imperecedero es que el morbo vende. Busquemos cuántos likes tiene la foto de una niña con cáncer o cuántos shares tiene la imagen del tipo que mata y desolla gatos callejeros por diversión: miles. El vuelco al tema es que ya existen antecedentes suficientes como para que esos likes o shares no se realicen con tanta liviandad. Que pensemos cada vez que decimos “me gusta” o compartimos una publicación, porque la “emoción” de ese post es intensa y estaré ayudando a propagarla. Que por fin tomemos consciencia de las consecuencias que puede tener el contenido que publicamos, porque las redes dejaron de ser juego, aunque digamos que lo sabemos. Que no es inocuo, que todo lo que dices y muestras repercutirá en alguien (o en muchas personas) y eso ya es suficiente para detenerse y pensar en las letras que tecleamos y el archivo que adjuntamos.

Que las emociones se contagian no es ninguna novedad. Facebook no está reinventando la rueda, pero sí nos muestra en bandeja que, como usuarios de redes globalizadas, tenemos mucha responsabilidad en los ambientes que creamos, sobre todo a través de la información que compartimos. Un mismo contenido puede publicarse de dos maneras muy distintas, creando sensaciones muy distintas también. No es lo mismo postear “Comunidad científica pide bajar expectativas tras charla de médico que busca curar el cáncer de aquí al 2050 link” que “Científico español proyecta que algunos cánceres pueden tener cura definitiva de aquí al 2050. ¡Crucemos los dedos! link.”. Se entiende, ¿no? Las respuestas a lo primero serán del orden de “Dudo que lo logren” o “Qué horrible que es el cáncer”, mientras que posibles respuestas al segundo post serían “¡Oh, qué buena!”, “¿Será verdad?”, “Hay que seguir atentos al trabajo de este español”, etcétera. No se trata de mentir ni de tergiversar, sino de esforzarse para encontrar lo bueno, lo esperanzador, lo útil, lo novedoso, lo constructivo, en cada cosa que comunicamos y viralizamos. No se puede con todo, lo sé, pero ser conscientes de ese esfuerzo ya hace una diferencia.

Sí. Eso es lo que hacemos día a día en El Definido. Únete a la causa, porque esperamos que lo positivo se siga contagiando.