Cuando aprendemos a hacerlo se transforma en un hito de nuestras vidas. Mi madre todavía guarda los zapatitos con los que yo di mis primeros pasos. Pero ponerse de pie, mantener el equilibrio y caminar es sólo el comienzo. Porque luego se nos olvida que sabemos caminar y, casi como respirar, lo hacemos de manera involuntaria.
Es algo que tenemos incorporado… y que únicamente valoramos cuando vemos a alguien que no puede hacerlo, o cuando nos emocionamos hasta las lágrimas con las historias de superación de los niños de la Teletón.
La modernidad, sin embargo, nos ha ido convenciendo de que caminar es algo aburrido. Los “mejores” departamentos, por ejemplo, son los que quedan “a un paso” del Metro (siete cuadras nos parecen una eternidad). La cantidad de automóviles que inundan nuestras calles hablan de una sociedad poco a amiga del moverse a pata… a pesar de que es gratis y tan beneficioso como otros ejercicios que requieren de mayor esfuerzo.
El miércoles pasado, experimentando para esta columna, me fui caminando desde Tobalaba hasta el barrio Lastarria. A paso firme, y respetando semáforos, tardé 43 minutos. Y lo disfruté a concho: porque –a diferencia de lo que ocurre cuando uno “pasa” en auto-, puedo decir que “estuve” en cada uno de los lugares por los que avancé.
La ciudad se conoce mejor, a otro ritmo, en otra escala, más humana. Aparecen los detalles, los rincones desconocidos, las galerías, los pasajes, las vitrinas, las conversaciones en los paraderos, en los portales, los perros y las palomas. El cielo adquiere protagonismo… y los olores de la vida cotidiana (pan, flores, frutas, césped recién cortado, tierra mojada) acompañan la marcha.
Ayer también salí a caminar. Me gusta porque no hay tacos y es imposible hacerlo de mal genio. Porque caminar es inspirador, pensamos mejor, nos relaja. La pregunta, entonces, cae de cajón: si caminar es tan bacán, ¿por qué los hacemos tan poco? No quiero generalizar de manera tan burda el tema, pero al menos yo conozco a muuuchas personas que, llegado el momento, el irse caminando a un lugar simplemente no es una opción: o auto, o moto, o taxi o “porfa pásame a buscar”.
Me sumergí en varios blogs y portales de vida sana en busca de razones para entusiasmarse con la idea. Les copio, a continuación, las cinco con respaldo científico que me hicieron más sentido:
MEJORA EL SUEÑO: Son cientos las personas que, tras varios tratamientos farmacológicos para combatir el insomnio, llegan a la conclusión de que el más método más efectivo para conciliar el sueño por la noche es una caminata diaria de 30 minutos.
ACTIVA EL CEREBRO: Numerosos son los reportes y estudios sobre pacientes con demencia senil que han visto retardado los efectos de la enfermedad gracias al ejercicio de caminar. Las funciones cognitivas se activan, y uno se relaja, elimina el estrés, levanta el ánimo, y combate la depresión.
COMBATE LA CELULITIS: Caminar disminuye la grasa abdominal y los depósitos de celulitis en piernas y brazos. En ese sentido, una caminata corta e intensa, al menos tres veces al día, puede tener el mismo efecto que una sesión de gimnasia aeróbica.
POTENCIADOR SEXUAL: Según un estudio elaborado en Inglaterra el 2012 a mujeres entre 45 y 55 años de edad, aquellas que salían a caminar cada día durante 40 minutos reportaron tener más deseo sexual y mayor satisfacción en la intimidad.
REGULA EL CORAZÓN Y LOS PULMONES: Los caminadores tienen un 35% menos de riesgo de un accidente cardiovascular que las personas sedentarias. De la misma forma, se regula y estabiliza la resistencia cardiorrespiratoria, lo que redunda en pulmones más sanos y fuertes, capaces de resistir mejor infecciones virales o bacterianas.
Caminando no se busca (ni se paga) estacionamiento, no te cobran TAG, no te roban el auto ni la bici, nadie te toca la bocina. Caminando siempre se avanza y los choques, si es que los hay, no son del todo peligrosos. Caminando uno sonríe sin querer. Caminando, es curioso, uno descansa y se cansa a la vez.
¿Hay algún trayecto que suelan hacer motorizados que, si se programaran un poco mejor, podrían hacer sobre sus zapatos? Les dejo el desafío de aprender a caminar, una vez más, pero ahora de verdad.