Imagen: Gojko Franulic

Cumpleaños Feliz: La canción más famosa y polémica del mundo

¿Sabías que para cantar “Cumpleaños Feliz” en público tienes que pagar derechos? Rodrigo Hurtado nos cuenta cómo pasó esto y nos hace una revisión a la historia de la canción más conocida del mundo.

Por Rodrigo Hurtado @negrohurtado | 2014-07-31 | 07:00
Tags | cumpleaños feliz, canción, copyright, derechos, happy birthday

*Esta nota fue originalmente publicada en 2014.

Patty Hill trabajaba como parvularia en un jardín infantil de Louisville, Kentucky, cuando se dio cuenta que ninguna de las canciones que les enseñaban a los niños tenían la pasta como para ser consideradas “el hit del jardín”. Como su hermana Mildred era profesora de piano le encargó componer una melodía sencilla y corta para que los niños la cantaran todas las mañanas antes de comenzar sus actividades. De esta forma nació “Good Morning To All” (Buenos Días a Todos), un himno infantil que con el paso del tiempo se convirtió en la canción más famosa y disputada de todo el planeta.

Con letra y música de las hermanas Hill, la canción fue cantada por primera vez en 1893 y tal como Patty pensaba se convirtió en un éxito rotundo al interior del jardín. Los niños la memorizaron, la adoraron y comenzaron a cantarla en todas partes. En tiempos en que los medios de comunicación prácticamente no existían, esta simple creación musical se expandió de boca en boca hasta alcanzar una popularidad que estaba fuera de todos los cálculos.

La melodía de la canción que hoy llamamos “Cumpleaños Feliz” la conocemos de sobra, pero la letra original fue cambiando con el tiempo. En los primeros registros escritos figura de esta forma: “Buenos días a ti, buenos días a ti, buenos días queridos niños, buenos días a todos”. Su inmensa popularidad y su adaptabilidad la hizo evolucionar hasta transformarse en la canción que tradicionalmente cantamos hasta el día de hoy.

Según el registro escrito que aportan los cancioneros populares que generalmente venían de regalo por la compra de un piano, ya en 1912 la canción era masivamente conocida como “Happy Birthday” en varios países. La particularidad de estas partituras era que una parte de la letra venía en blanco para que quien cantaba la canción le deseara un feliz día a uno de sus seres queridos pronunciando su nombre.

Como en muchos de aquellos cancioneros la autoría no aparecía debidamente acreditada a las hermanas Hill, en 1935 fue registrada oficialmente como “Happy Birthday To You” por el compositor Preston Orem y R.R. Forman. Desde ese momento, la historia sufrió un vuelco inesperado ya que “Cumpleaños Feliz” se convirtió en objeto de derechos de autor y supuestamente todos debiéramos pagar por cantarla públicamente. Es en serio.

En 1988, la compañía discográfica Warner compró la corporación que había fundado Orem y entre su catálogo se llevó la tradicional canción cumpleañera que todavía sigue bajo copyright. Esto significa que todos podemos cantarla sin pagar en nuestras casa, con nuestras familias y amigos cercanos, pero que no estamos autorizados a hacerlo en lugares públicos ni mucho menos grabar la celebración y subirla a Youtube, Facebook, Twitter o cualquier otra red social sin pagar.

Cada año la canción genera millones de dólares por conceptos de derechos de autor y varias fuentes sostienen que dada su antigüedad debería tratarse de una obra de dominio público. Según las leyes actuales, la canción mantendría sus derechos de autor hasta 2030, lo que nos tendría varios años más sin poder cantarla libre de culpas.

En la industria del cine han cortado por lo sano y han empezado a cantar “Porque es un buen compañero” (que sí está libre de derechos) en las escenas en las que se celebran cumpleaños, claro que para nosotros ni esa canción ni “Las Mañanitas” están suficientemente arraigadas en términos culturales como para hacer el cambio. Por el contrario, lo que aquí ha pasado es que durante los últimos años han irrumpido los coros de “feliz, feliz” y “a ti, a ti”, para adornar las dos primeras estrofas, una variación que parece cada vez más difícil de detener y que ejemplifica que el común de las personas la considera una tradición demasiado propia como para tener que pagar por ella.