Imagen: Domo de la Bomba Atómica / Fuente: Documenting Ian Blog

Así es la sobrecogedora experiencia de recorrer el Memorial de Hiroshima

¿Qué se siente recorrer el lugar exacto donde, 69 años atrás, estalló la bomba atómica? Nuestro editor viajó a Japón y ahora te lo cuenta.

Por Marco Canepa @mcanepa | 2014-08-08 | 17:00
Tags | Bombas, bomba atómica, guerras, Hiroshima, WWII, Nagasaki, Kioto, Japón, Estados Unidos, historia, conflictos, desastres, muerte
"Frente a las maquetas se encuentra un muro tapizado de placas metálicas, grabadas con las cartas que la ciudad de Hiroshima ha enviado a cada país del mundo que ha realizado pruebas nucleares (...) Viéndolas, la sordera del mundo se hace evidente en toda su magnitud"
El 2011 tuve la suerte de visitar Japón, partiendo por uno de los lugares más tristemente icónicos de la Tierra: Hiroshima, una de las dos únicas ciudades en la historia en ser destruidas por una bomba atómica, una semana como esta, hace exactamente 69 años. Y mi visita al lugar coincidió, en una de esas singulares ironías del destino, con la crisis nuclear por la destrucción de la central de Fukushima, ocurrida apenas días antes en la zona centro-norte de ese país.

Tanto por las noticias que se escuchaban en torno a la situación en la isla (escasez, racionamiento, apagones, radiación), como por la fama de la ciudad misma y su historia, esperaba encontrar un verdadero pueblo fantasma. Por eso, mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme, apenas bajado del bus desde Fukuoka, con una bella e impecable ciudad, llena de vida y en completo orden. Es casi imposible, viendo la moderna y verde urbe que hoy se erige allí, imaginar que alguna vez el lugar fue completamente devastado por el arma más pavorosa que el hombre ha creado.

Naturalmente, el primer destino a visitar, junto a mi mujer, tenía que ser el memorial de la bomba atómica. Así que, apenas terminamos de almorzar unos okonomiyaki (tradicional tortilla de verduras a la plancha, especialidad de Hiroshima) nos dirigimos hacia allá.

El parque memorial


Desde el acceso principal, ubicado al sur del recinto, el lugar luce poco impresionante. Lo primero que uno ve es la larga fachada de un edificio de líneas modernistas, que bien podría ser el acceso a algún Ministerio. 


Acceso al Parque Memorial, Museo Conmemorativo / Fuente: El Definido

Sin embargo, el primer indicio del conmovedor recorrido que espera al visitante, es algo que no ingresa por la vista, sino por los oídos. Es el solitario sonido de una enorme campana, resonando a intervalos irregulares. Es difícil describir lo mucho que ese sonido, en medio del silencio reinante, genera un aire sobrecogedor, similar a la sensación de encontrarse en un cementerio.

Desde allí, el recorrido natural es seguir el sonido de la campana hacia el norte, por el eje principal del Parque Conmemorativo de la Paz, en dirección a la atracción principal del lugar, el Domo de la Bomba Atómica. 

A mitad de camino se ubica un largo espejo de agua, y en uno de sus extremos, el Cenotafio, monumento funerario dedicado a todos quienes perdieron la vida ese día, y cuyos nombres se encuentran gravados en él. Una piedra, al centro de un arco de cemento curvo que enmarca a lo lejos una llama prendida y, más al fondo, los restos del único edificio que sobrevivió la explosión atómica, contiene la frase "Descansad todas las almas en paz, pues el error no se repetirá". 


Cenotafio / Fuente: El Definido

La llama que arde en el otro extremo del espejo de agua se conoce como "La llama de la paz", fue encendida el año 1964 y su misión es mantenerse ardiendo hasta que todas las bombas del mundo hayan sido eliminadas y la humanidad esté libre de la amenaza nuclear.

Hacia el fondo del parque, dispersos en diversos recorridos rodeados de árboles, se encuentran, entre otros, "La Campana de la paz" que uno escucha desde la entrada, y que es tocada por los mismos visitantes en honor a la paz mundial; el "monte de la bomba atómica", un pequeño montículo compuesto por las cenizas de 70 mil víctimas no identificadas, y una escultura de una niña sosteniendo un grulla de origami (papel plegado).


Monumento a Sadako / Fuente: El Definido

Esta escultura fue la primera cosa que me formó un nudo en la garganta. Según narra la historia, se erigió en honor a Sadako Sasaki, una niña que tenía 2 años cuando la bomba estalló a 1,6 kilómetros de su casa. A los 9 años Sadako fue diagnosticada con leucemia producto de la radiación y fue hospitalizada el 20 de febrero de 1955. Los médicos le dieron un año de vida. Una tradición japonesa dice que a cualquiera que pliegue mil grullas de papel se le concederá un deseo, así que Sadako dedicó toda su enfermedad a crear estas figuritas, aunque la falta de papel dificultó mucho la tarea. Sadako falleció el 25 de octubre de 1955, a los 12 años. Una versión de la historia dice que sólo alcanzó a doblar 644 grullas y que sus amigos completaron las restantes, con las que fue enterrada; la otra dice que sí lo logró, y al no mejorarse, continuó haciéndolas hasta su muerte.

El domo de la bomba atómica


La imagen más icónica de Hiroshima son los fantasmales restos de este antiguo centro cultural de concreto, la construcción más cercana al hipocentro de la explosión (150 metros horizontalmente y 600 verticalmente) que fue capaz de sobrevivir y la única que se preserva hasta el día de hoy. La estructura se encuentra cruzando el río que bordea el Parque Memorial y, aunque en su momento hubo fuerte presión para demolerla, hoy es considerada Patrimonio de la Humanidad. 


Fuente: Wikimedia Commons

Pasear alrededor de la estructura sabiendo que fue lo único que quedó de una ciudad entera, te hace sentir lo impresionante de la devastación que allí ocurrió y uno no puede evitar preguntarse, mirando sus ventanas huecas, qué se sintió estar parado en ese lugar al momento de la explosión.

El Hall Memorial para las víctimas de la Bomba Atómica


Cruzando de vuelta al parque, una estructura subterránea circular emerge a la vista. En su techo un reloj marca las 8:15, la hora exacta en que la bomba estalló. Descendiendo a la estructura, uno se encuentra en una sala circular, con una imagen en 360° de Hiroshima destruida, formada por 140 mil ladrillos que representan el número de víctimas hasta el final de 1945.

En una sala anexa se puede vivir una de las experiencias más fuertes del recorrido. Una exhibición continua de videos, narran la experiencia de diversas personas que vivieron ese día, contadas a partir de sus propias cartas con sus familiares. Las voces narran las escenas de destrucción, las personas con colgajos de piel quemada que se lanzaban a su muerte al río o intentaban beber la lluvia negra para saciar su sed, y las historias de padres e hijos desesperados que se buscaban mutuamente o cargaban los cadáveres de sus seres queridos. Todo esto, acompañado de dibujos hechos por las víctimas, que en sus expresivas líneas son más brutales que cualquier fotografía.


Kihara Toshiko: Un soldado ayuda a cruzar el río al autor del dibujo y a sus 2 hermanos mientras miles de cadáveres púrpura flotan en el río / Fuente: CubaDebate


Yamagata Yasuko: Mientras los cadáveres se apilan en un tanque de agua, una mujer con el cuerpo carbonizado deambula con su bebé muerto en brazos  / Fuente: CubaDebate

Mientras uno escucha todo esto, no puede quitar la vista de unos pequeños cofres de cristal con los restos de vestimenta de algunas de esas personas: unos zapatos o el desgarrado pantaloncillo de un escolar. 


Pantalón escolar / Fuente: El Definido

El Museo Conmemorativo


Volviendo hacia el inicio del recorrido, finalmente entramos al edificio alargado de la entrada, que es ni más ni menos que el museo donde se narra en detalle todo el proceso bélico que llevó al fatal momento, con una visión neutral y autocrítica del rol que Japón tuvo en su propio destino.

Según se lee en uno de los documentos, los americanos habían seleccionado 5 objetivos para soltar la bomba: Kokura, Hiroshima (un importante puerto militar), Yokohama, Niigata y la bellísima ciudad de Kioto, antigua capital de Japón, en que se concentran los más valiosos edificios históricos del país, y que durante la guerra funcionó como importante centro industrial. Estas ciudades habían sido dejadas en paz por los bombardeos previos, para medir el real impacto de la bomba. 

Los americanos habían prácticamente seleccionado a Kioto, por su gran importancia cultural y política para los japoneses, cuando Henry L. Stimson, Secretario de Guerra de la época, quién admiraba la ciudad desde que la visitó para su luna de miel, le pidió personalmente al Presidente Harry S. Truman que la sacara de la lista. En su lugar, se puso a Nagasaki. La preservación de una de las reliquias históricas más importantes del mundo se le debe a ese hombre, su coraje y su cultura. Como dice el dicho "no se ama lo que no se conoce".

Al centro del salón principal, dominando la exhibición, se encuentran dos maquetas, una al lado de la otra: la primera muestra la ciudad de Hiroshima antes de la explosión, la segunda, el minuto posterior a la explosión. Juzguen ustedes.


Maqueta de Hiroshima, antes y después / Fuente: El Definido

Sobre una de las maquetas cuelga una pelota roja, indicando el lugar exacto en que estalló la Bomba Atómica, a una altura fríamente calculada para causar el mayor daño posible.

Frente a las maquetas se encuentra un muro tapizado de placas metálicas, grabadas con las cartas que la ciudad de Hiroshima ha enviado a cada país del mundo que ha realizado pruebas nucleares, recordándoles la destrucción y sufrimiento que dichas armas causaron. Viéndolas, la sordera del mundo se hace evidente en toda su magnitud.

Las salas anexas, que debimos recorrer más rápido de lo que hubiésemos querido porque se aproximaba la hora de cierre, contienen una exhibición que demuestra y explica el daño causado por la Bomba Nuclear a las estructuras, personas y objetos. La sección "Testigo Material" muestra objetos cotidianos que sobrevivieron a la bomba: ropa, un reloj detenido en el momento mismo de la explosión, pelo, juguetes... 


Reloj detenido en el momento de la explosión / Fuente: Documenting Ian Blog

"Daño por rayos de calor" muestra el efecto en los diversos materiales de construcción y en la piel de las mismas personas producto de las ondas de calor (figuras humanas con largas tiras negras que cuelgan de sus cuerpos, en que no se puede distinguir qué es piel y que es ropa, como si fueran verdaderos sauces humanos); "Daño por la explosión" y "Daño por radiación" son las últimas dos secciones, en que se puede apreciar los efectos devastadores de esta energía en toda su magnitud.


Maqueta mostrando víctimas / Fuente: Documenting Ian Blog

Cuando salimos del museo, mi mujer y yo caminamos en silencio hasta nuestro hotel y no abrimos la boca hasta la hora de comida. Es que cuando uno vislumbra todo el horror del que somos capaces, un minuto de silencio no basta.