Imagen: Gojko Franulic

Panoramas: Un lugar fascinante al que nunca has ido

Miguel Ortiz nos habla de un lugar en tu propia ciudad, que seguro no conoces y que no te puedes seguir perdiendo.

Por Miguel Ortiz A. @ortizmiguel | 2014-09-03 | 07:00
Tags | santiago, turismo, lugares, viajes, paseos, panoramas, septiembre
"Mi propuesta es que –así como algunos sueñan con lugares para viajar haciendo girar un globo terráqueo-, ustedes desplieguen el mapa de su ciudad y se animen a internarse por zonas desconocidas"

Lo admito. El título de este artículo es un poco –sólo un poco- tramposo. Porque quizás ustedes hicieron click pensando en que yo les iba a dar un dato revelador, un rincón de Santiago inexplorado, una playa virgen, un bosque escondido del sur… que sólo yo conozco. 

Pero no. No se trata de eso. De lo que se trata es, simplemente, de tentarlos con la idea de que visiten algún lugar de su ciudad al que nunca hayan ido. Así de simple. Así de fascinante.

Porque, para qué estamos con cosas: los seres humanos (a diferencia del espíritu explorador que poseen los animales) somos expertos en repetirnos, en “irnos a la segura”. Mejor diablo conocido. Pero piénsenlo bien: ¿no han sido acaso más gratificantes aquellas ocasiones en las que descubren un panorama nuevo?

Es extraño: cuando viajamos al extranjero nos preocupamos de aprovechar al máximo el tiempo, mapa en mano, marcando cada uno de aquellos puntos que queremos conocer. Al final del día terminamos agotados, con los pies en la mano de tanto caminar, pero satisfechos de haber “barrido” las calles, descubriendo y fotografiando rincones.

Sin embargo, ¿por qué no hacemos lo mismo con la ciudad en la que vivimos? En mi calidad de santiaguino, y con curiosidad periodística, el año 2012 me subí a uno de esos buses rojos que recorren la capital para mostrársela a los extranjeros. 

Fue una experiencia fabulosa (pueden leerla aquí), que me abrió el apetito –hasta ahora- por explorar otras latitudes de la Región Metropolitana. ¿Un ejemplo? Fue hace muy poco que conocí el Templo Votivo de Maipú. Nunca, en mis 32 años, había ido.

Conocía Notre Dame en Paris, pero no el templo más significativo de mi propio país. Y fue genial. Sobre todo porque recordé que cuando era chico, al igual como le sucede a varios, yo le decía “templo emotivo de Maipú”.

En sólo cinco minutos, con un lápiz y papel, pueden hacer un listado de todos aquellos lugares de su ciudad de los que han escuchado, pero a los que nunca han ido. Les doy algunas ideas: el Mercado de Abastos Tirso de Molina (donde se almuerzo muy bien), la Piojera, las calles Londres y Paris, la Villa Portales, el Santuario de San Alberto Hurtado, el Parque de los Reyes, Matucana 100, el Museo de la Memoria, el convento de los Benedictinos en Las Condes, Franklin (los anticuchos callejeros son gloriosos, no así las empanadas), el Club Hípico, la ruta de las galerías comerciales del centro, el Cementerio General, los cerros menos famosos de Valparaíso (el Mariposa tiene una vista de postal), la plaza del Roto Chileno, la Biblioteca de Santiago. 

Son todos lugares alucinantes, que se disfrutan mucho más si antes de partir uno se documenta, averigua su historia, y le saca el jugo a la visita.

No es lo mismo, por ejemplo, visitar el Templo Votivo de Maipú como quien entra a cualquier iglesia… que sabiendo que su nombre es Basílica de Nuestra Señora del Carmen y que su construcción (1818) fue un encargo de Bernardo O’Higgins en su calidad de Capitán General y Director Supremo, para cumplir la manda que le hizo a la Virgen tras la victoria del Ejército de Chile y asegurar nuestra independencia. Con esos datos en la cabeza, el enorme edificio (que no es taaan bonito), adquiere otra perspectiva.

Mi propuesta es que –así como algunos sueñan con lugares para viajar haciendo girar un globo terráqueo-, ustedes desplieguen el mapa de su ciudad y se animen a internarse por zonas desconocidas. Placer indescriptible, por ejemplo, es visitar nuestra casa de infancia y constatar cómo el barrio (para bien o para mal) ha cambiado.

Solos afloran recuerdos que teníamos olvidados. O conocer el lugar donde vivieron nuestros padres y abuelos. La sensación es única, como si viajáramos al pasado.

¿Conocen algún lugar “único” que puedan recomendar?, ¿alguna picada?, ¿un parque tranquilo donde hacer picnic?, ¿dónde fue la última vez que encumbraron un volantín?, ¿cuál es tu discotheque favorita?, ¿y el mejor restaurant para ir con niños?, ¿hace cuánto que no vas a un museo?, ¿conoces la historia de tu ciudad?, ¿sabes por qué la calle donde vives se llama así?

Ahora que comenzó septiembre y el clima, por fin, promete afirmarse, ¿no les parece una buena idea visitar aquel lugar fascinante al que nunca han ido?