Manual básico para contar chistes (sin guatear)

¿No naciste con el don de contar chistes con "chispa"? ¡No desesperes! Miguel Ortiz comparte las claves para hacer reir, incluso con un chiste malo.

Por Miguel Ortiz A. @ortizmiguel | 2014-09-17 | 17:30
Tags | humor, chistes, risa, manual
"Si un chiste no hace reír a los demás mientras lo estás contando, es muy probable que tampoco se rían al final"
Esta semana puse a prueba mi capacidad (no me atrevería a decir talento) para contar chistes. Semana dieciochera, asados, vinito… es menester manejar un repertorio digno, que permita salir al paso de esas improvisadas rondas de chistes alrededor de una parrilla. Entonces me aprendí bien “el chiste del guacamole” –uno de los más divertidos que he escuchado en el último tiempo– y lo conté en diferentes reuniones sociales: en un grupo de amigos surtió el efecto buscado, todos se rieron y más de alguno me confesó más tarde que él también lo había contado, con el mismo éxito; en un almuerzo familiar, sin embargo, recibí pifias, me dijeron fome y cambiaron de tema, como evitando que me animara a contar otro. El chiste del guacamole también se lo conté a la Sole, a la Domi, a Rodrigo, la Carolina, la Mane, Andrés, la Antonia, la Mañu, Pablo, Cristián… y en todos vi una reacción diferente.

¿De qué depende que un chiste haga reír o no?


Hace algunos años, a propósito de uno de sus estrenos teatrales, entrevisté al Coco Legrand, una verdadera leyenda en la materia. Recuerdo perfectamente una de sus frases, cuando hablábamos de su particular forma de hacer humor: “Si el chiste es bueno, mejor, pero eso no es lo más importante. La clave está en cómo cuentas el chiste, cuánto color le pones, cómo lo actúas. Si un chiste no hace reír a los demás mientras lo estás contando, es muy probable que tampoco se rían al final”.

Aunque el chiste sea corto –como el caso del chiste del guacamole–, es necesario contarlo con desplante, sin quedarse corto en recursos gestuales, logrando captar la atención de los presentes desde el primer segundo. Buscando tutoriales y consejos prácticos en internet, es posible elaborar una suerte de “Manual Básico para Contar Chistes sin Guatear” para aquellos que no nacimos con la “chispeza” a flor de piel:
  1. Es importantísimo ensayar para darle diferentes voces a los personajes, para hacer del relato una experiencia teatral.

  2. Jamás poner excusas ni crear falsas expectativas del tipo “este chiste es demasiado bueno”, “se van a morir de la risa”, o por el contrario “soy demasiado fome contando chistes”. En los chistes, como en la vida, las excusas no valen.

  3. Gesticular exageradamente. Las emociones deben ser llevadas a los extremos. Usa tus manos, la cara, el cuerpo completo. ¿Se han fijado que los humoristas, cuando están invitados a un programa de TV, siempre se paran para contar sus cuentos? Los buenos chistes se cuentan de pie.

  4. Saberse bien el chiste y su estructura: presentación, trama y desenlace. Nada peor que ir en la mitad y no acordarse cómo sigue. Otro problema muy común es que los chistes suelen olvidarse con facilidad. ¿Qué hacer? Anotarlos en el bloc de notas del celular.


  5. Aprender de la experiencia: si tus amigos te dicen que un chiste es fome, lo más probable es que también sea fome para tu familia y tus compañeros de trabajo. No insistas.
Uno de los problemas más recurrentes a la hora de contar un chiste es la tentación de “lucirse”, en vez de buscar que los demás lo pasen bien. En ese sentido, la capacidad de reírse de uno mismo y hacer el ridículo es el mejor aliado. Los payasos –y eso es lo que somos cuando contamos un chiste– no buscan el aplauso, para ellos es la risa del público su mejor gratificación. Es más: citando nuevamente al gran Coco Legrand, se puede decir que “el buen humorista busca que se rían de él, no del chiste”.

Semana dieciochera, asados, vinito… espero que estos consejos les sean de utilidad. Parafraseando a Groucho Marx, finalmente, podríamos decir que es mejor estar callado y parecer aburrido, que contar un chiste y despejar las dudas.

En caso de que se animen, ¿con qué chiste empezar? Obviamente que con el del guacamole:

-¡Mamá, mamaaa! En el colegio me echaron guacamole en la cabeza…
-¡Pero Nacho! ¿otra vez?