Tener hijos ¿Infierno o Paraíso?

Los hombres le dicen al padre primerizo que tener un hijo es el fin de su vida. Las mujeres le dicen a la futura madre que es la mejor experiencia del mundo. ¿Quién tiene la razón? El Barbón pone las cosas en perspectiva.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-05-06 | 23:37
Tags | familia, hijos, padres, madres, paternidad
"Luego de compartir toda la información que nos entregaron nuestros amigos, nos preguntamos si estábamos comenzando una aventura maravillosa o si se venía una terrible catástrofe"

Recuerdo cuando iba a nacer mi hija mayor. Con la Clau estábamos felices porque íbamos a ser papás y corrimos a contárselo a nuestros amigos. 

Para celebrarlo, mis amigos, muchos de los cuales ya eran papá, me invitaron a un pub y se dedicaron a reírse de mí toda la noche, diciéndome frases como: que aproveche de dormir, que si alguna vez tuve algo de libertad en mi matrimonio que me resigne a perderla, que me olvide de mi mujer porque ahora yo pasaría a segundo plano y que me vaya olvidando de mis sueños y empiece a ahorrar para la educación de mi futuro hijo. 

La Clau esa noche se juntó con sus amigas que alucinaron con la noticia. La felicitaron una y otra vez, y mientras le decían que ahora comenzaba la mejor etapa de su vida, la llenaron de datos “útiles” sobre embarazo, crianza, jardines infantiles e incluso colegios. 

Yo llegué a mi casa deprimido. La Clau llegó feliz, pero abrumada. Y luego de compartir toda la información que nos entregaron nuestros amigos nos preguntamos si estábamos comenzando una aventura maravillosa o si se venía una terrible catástrofe.


¿Es tan terrible?

Trataré de ser realista y no sonar demasiado dramático: El primer hijo es como una bomba atómica que destruye por completo la vida que habías construido hasta ese momento. Es que efectivamente después de tener hijos tus rutinas cambian por completo: olvídate de los feriados, de los fines de semana sin hacer nada, de decidir a última hora si vas a salir con amigos y de improvisar. Y te conviertes en un anciano que se quiere volver de una fiesta de matrimonio a más tardar a las 1:00 am, porque sabes que lo que no duermas esa noche no podrás recuperarlo. Porque los hijos, durante los primeros años, requieren rutinas donde levantarse al mediodía un sábado es impensable y dormir una siesta es un lujo. Podríamos decir que tener un hijo entonces requiere ceder muchísimo espacio y tiempo, perder un alto grado de independencia y reducir tus posibilidades de improvisación al mínimo. Entonces ¿por qué venden tanto la pomada de que tener hijos es maravilloso?


¿Cuál es la gracia?

Es imposible explicar lo bueno que puede llegar a ser el tener hijos. Es una experiencia que puede resultar tan profundamente satisfactoria que cualquier adjetivo es poco para explicarlo. Convierte a mujeres y hombres en madres y padres, ampliando tu existencia a un terreno nuevo que te cambia, te transforma y puede llevarte a replantear todas las prioridades en tu vida. Muchas personas te dirán que es lo más importante que les ha pasado en la vida y no creo que mientan. ¿Cómo entonces podemos conciliar esta "maravillosidad" con la "terriblidad" del párrafo anterior? Simple: lo bueno y lo malo no se empata.

Lo bueno no borra lo malo.


Piensa en alguien a quien admires ¿Tiene defectos? Por supuesto, todos los tenemos. Entonces ¿qué lo hace admirable? Que hay algo en él muy valioso que supera en importancia todos sus defectos. Lo mismo ocurre con la paternidad.

Al igual que cualquier cosa que valga la pena en la vida, tener un hijo requiere enormes esfuerzos. ENORMES. Pero incluso esas mismas situaciones de esfuerzo esconden momentos maravillosos. Porque las cosas no son blancas o negras, ni siquiera son grises, sino como el ying yang: tienen negro y blanco (y las áreas más blancas tienen algo de negro y al revés).


Y una vez de padres…


Recuerdo a la Clau sufriendo en los momentos difíciles por estar pasándolo mal, preguntándose si no era mala mamá por estar cansada o sentirse sobrepasada. Es que los comentarios de sus amigas eran tan falsos como los de mis amigos, porque ambos ocultaban la otra cara de la moneda: ser mamá / papá es maravilloso y agotador. Mucho más maravilloso que agotador, pero agotador igual. 

Si me preguntan a mí, prefiero los consejos de mis amigos, que me prepararon para lo difícil. Decir que la paternidad es pura miel sobre hojuelas me suena a publicidad engañosa. Porque cuando tu hija llora una y otra vez ese día que estás agotado, realmente te quieres morir. Ahora, cuando llegas a su pieza a ver qué le pasa y te abraza, como si fueras el más grande héroe de la historia, es lo máximo. No quita que levantarse a mitad de la noche sea terrible, pero hace que valga la pena.