Las personas a veces olvidamos que nuestra existencia tiene una base material que no podemos llegar y obviar. No es que estemos determinados por la biología, sino que, sencillamente, somos también un cuerpo que se rige por la naturaleza, así como el resto de los seres vivos. En el caso del sueño, estamos programados para descansar y dormir cuando el resto del entorno natural también está detenido.
Cuando llevamos un estilo de vida que no respeta eso, muchas veces comienzan los problemas: cansancio durante el día y dificultad para conciliar el sueño en la noche, a pesar de que estemos cansados. Es una vivencia muy desagradable y angustiante, y se calcula que la sufre o ha sufrido alrededor del 30% de la población mundial. Se le llama insomnio primario, pues no está asociado a un cuadro mayor, como depresión o trastorno ansioso. Sin embargo, si el insomnio se prolonga en el tiempo, puede llevar a alguna patología debido al enorme desgaste que significa para la persona.
El psiquiatra uruguayo Alexander Lyford-Pike, fundador del Instituto de Psiquiatría y Psicología de Montevideo, tiene al insomnio como uno de sus temas favoritos. Le llama “enemigo oculto”, porque observa que es típico de los empresarios, ejecutivos y otros trabajadores muy ocupados que por sus viajes y horarios descuidan el sueño y van deteriorando la salud, viendo disminuida progresivamente su energía y creatividad. “Menos comprensible es el caso de la gente que, sin necesidad, se queda mirando televisión o chateando hasta tarde y se pierde la primera parte de la noche, que es cuando se dan las ondas más profundas. Una vez que pasó ese tiempo, ya no se recupera”, afirma el psiquiatra.
Lo mejor para el funcionamiento del cuerpo humano es dormir 1/3 del día y que esto ocurra, aproximadamente, entre las 22 horas y las 7 de la mañana. Los números no calzan, porque la fórmula es relativa: 8 horas al día se considera el promedio saludable, pero hay personas que con 6 quedan perfecto y otras necesitan 10 para despertar descansados.
Lo que sí es una verdad para todos, es que el sol tiene un rol crucial y, por eso, biológicamente no es lo mismo acostarse a las 22 horas que a las 2 de la mañana. Alrededor de las 18 horas, con la baja de la luminosidad, se envía una señal eléctrica de la retina al reloj biológico. Ésta le indica a la glándula pineal que comience a liberar melatonina, la llamada “hormona del sueño”. Por eso, lo óptimo recomendado por los expertos en sueño es hacer coincidir ese evento biológico con un cese paulatino de las actividades. Comer temprano, alrededor de las 20 horas, ir atenuando la luminosidad artificial en la casa y otros estímulos, y así, a las 22 dejarse llevar por una somnolencia natural.
En tiempos antiguos esto seguramente se cumplía en la mayoría de los casos, pero todo cambió con la luz eléctrica. Se calcula que desde su llegada a la vida cotidiana, el ser humano duerme 2 horas menos: la luz artificial engaña a la glándula pineal e impide que secrete melatonina a la hora natural, y no nos da sueño. Finalmente, los engañados somos nosotros, que creemos que podemos seguir funcionando hasta la hora que queramos, sin repercusiones para nuestro bienestar. “Cómo te vas a quedar dormido a las 11 de la noche si llegaste a tu casa a las 10 de un partido de fútbol, del trabajo o de una reunión de apoderados del colegio. Estás acelerado, con adrenalina en la sangre”, ejemplifica Lyford-Pike.
Podemos obviar el dato, pero hay consenso absoluto en que lo primero que debe hacer una persona que está preocupada por su sueño, porque amanece cansada y siente que ya no le cunde el día, es estar dispuesto a modificar los hábitos que juegan en contra del dormir. Por esto mismo, en las clínicas del sueño –centros especializados en estos temas- la primera consulta consiste en preguntas al paciente para que vaya contando su rutina, sus horarios y sus preocupaciones. En general, esa entrevista se complementa con un cuestionario, y la recomendación del médico, muchas veces, es cambiar ciertos hábitos.
Las personas que no están dispuestas o que no pueden hacer el cambio porque su trabajo implica turnos nocturnos o muchos viajes al extranjero que le cambian el horario, pueden recurrir a fármacos. Pero se recomienda que eso sea sólo algo momentáneo porque dormir mal, dado que el sueño es algo tan natural y necesario, se considera una luz de alarma de que algo no está muy bien.