Hace algunos años una persona muy cercana a mí tuvo el peor día de su vida. Vio destruida su reputación y el negocio de toda una vida, luego que el programa de investigación "Reporteros" de Canal 13, la metió en medio de una denuncia sobre centros de estética, en que se mezclaban denuncias de gente que hacía cirugías plásticas sin instrucción médica y otros que ponían implantes de silicona industrial tóxica, pese a que ella ni siquiera ofrecía esos servicios y su centro de estética tenía más de 30 años de trayectoria impecable. En su caso, su única falta tenía que ver con un tema administrativo de seguridad municipal (¡Le faltaba un extintor!). El reportaje jamás se molestó en separar los hechos y sólo la metió al saco junto a todos los demás, arruinando su negocio.
Por eso, todas mis alarmas se dispararon cuando vi el episodio de anoche de Informe Especial en TVN, que se concentró en el financiamiento de las campañas y, más específicamente, los aportes reservados de empresas a campañas políticas.
Los aportes reservados son aportes de altos montos destinados a políticos, cuyos donantes, en teoría, permanecen en el anonimato. La idea de esta medida era que los candidatos no supieran quién les dona la plata y así mantuviesen su independencia en la tramitación de las leyes en que pudieran afectar intereses de quienes los financiaron. El problema es que a todas luces, es muy fácil para el candidato saber quién le donó, por lo que su supuesta independencia no es tal y sólo la ciudadanía queda ciega para saber qué empresas están financiando a los candidatos.
Eso último, precisamente, era lo que el programa de anoche de Informe Especial prometía investigar, pero, lamentablemente, luego de ver la hora completa que duró el programa, aquellos que buscábamos evidencia concreta, nos quedamos con las manos vacías, aunque a juzgar por las reacciones de los tuiteros que a esa hora veían el canal, pocos se dieron cuenta.
Quiero aclarar dos cosas antes de explicar por qué encontré tan malo este episodio de un programa que, en todo caso, considero de lo mejor que tiene la televisión chilena:
1) No me cabe duda que las empresas donan a la política por interés y en busca de influencia. Tal vez no todas, pero parte importante de ellas. Tampoco me cabe duda que la mayoría de los políticos sabe o intuye quién le donó la plata de su campaña. Y me parece que es obvio que, quiéranlo o no, esos políticos se ven influenciados por dichas donaciones.
2) Estoy a favor de terminar con los aportes reservados y que todo financiamiento de la política sea transparente para montos altos. También creo que las empresas no deberían poder donar a campañas políticas. Y definitivamente, creo que deberían haber altísimas sanciones para los políticos que rompan las reglas.
¿Entonces, qué hay de malo?
La razón para criticar la metodología usada en el programa, entonces, no es que no me compre la hipótesis que planteó ni que esté contra las soluciones que propone, sino que me molesta y preocupa la liviandad y falta de rigor con que levantó acusaciones e insinuaciones que, mediante la hábil edición de secuencias, tomas, yuxtaposiciones y música dramática, llevaban a los televidentes a asumir como verdaderas cosas que eran apenas insinuaciones y sospechas, para las que no tenían ninguna prueba.
Mi intención con esta columna es que los lectores aprendan a identificar cuándo los están manipulando y que sean capaces de mantener un "filtro" mental que les permita distinguir lo que es evidencia empírica, de lo que son especulaciones y teorías, por lógicas y probables que sean.
Es importante mantener esa capacidad de análisis, porque este tipo de periodismo investigativo se presenta a sí mismo como un servicio a la comunidad, pero cuando carece de objetividad y rigor, puede volverse contra gente inocente, como en el caso que conté al principio del artículo.
Si se pudiera resumir la hipótesis que buscaba probar el programa de anoche, era este: "las empresas donan para influir en la política y los políticos votan de acuerdo a quién les paga".
Lo que uno hubiese esperado, entonces, sería que hubiesen presentado alguna grabación o e-mail de empresarios pidiendo favores políticos o comprando votos. O que hubiesen logrado demostrar que los aportes de ciertas empresas fueron a dar directamente a los políticos que discutían las leyes que les interesaban. O cualquier otra contundente prueba de corrupción o compra de voluntades. Sin embargo, nada de esto ocurrió.
La única evidencia que presentó el programa, durante una hora de primeros planos dramáticos y música siniestra, fue lo siguiente:
1) Hay muchas empresas que donan plata (no sabemos a quién ni cuánto. Sólo la cifra general que donó).
2) Casi todos los políticos han recibido aportes reservados de empresas (no sabemos de quién y no sabemos si ellos lo saben).
3) Hay muchas leyes en discusión que afectan a las empresas que donan y algunas de esas leyes se han demorado mucho en tramitarse o están paralizadas.
Eso es todo. Las tres cosas son conocidas. Ninguna es ilegal. Y lo peor de todo, no se presentó ninguna evidencia que vinculara el punto 3) con los otros dos.
En otras palabras, no se descubrió nada. Pero eso no impidió a los autores del programa hacer creer a los televidentes que sí. ¿Cómo? Mediante el arte de la yuxtaposición.
La cosa operaba así: primero escogían a dedo a una empresa que hubiese aportado plata "la empresa Jabón Sussio puso plata para campañas políticas", luego revisaban si había alguna ley que pudiera afectarla en tramitación (y cómo prácticamente la mitad de las leyes que se discuten en el congreso afectan de una u otra forma a las empresas, obviamente daban con alguna ley que la afectara) y luego revisaban si los políticos involucrados en la comisión que estudiaba el tema, habían recibido aportes de campaña. Y como 99% de los políticos las recibe, la respuesta era "sí" en todos los casos. Finalmente, revisaban si la ley en cuestión estaba avanzando y (¡oh, sorpresa!) se encontraban con que su tramitación había sido lenta (como prácticamente TODAS las leyes que no cuentan con urgencia, la que es establecida por el poder ejecutivo). Y voilá.
¿Qué probaba aquello? Nada. Estadísticamente, no podía ser de otra forma: Si casi todas las grandes empresas ponen plata, casi todos los políticos reciben plata, casi todas las leyes los afectan y casi todas las leyes avanzan lento, era inevitable que esos 4 factores coincidieran. Este es el más clásico de los errores estadísticos: suponer que correlación implica causalidad.
Pero bastaba que pusieran estos 4 datos juntos, sumados a una música siniestra, en el contexto de un programa sobre influencias políticas, para que el telespectador asumiera que le acaban de develar con toda claridad un caso de corrupción "¡Ajá! ¡Las empresas pusieron dinero a esos políticos para trabar la ley!". Y lo mejor de todo, TVN puede lavarse las manos en caso de que le llegue una demanda por difamación, porque jamás señaló explícitametne que dicha relación existiese. Sólo puso todo junto y dejó que el televidente hiciera lo demás.
Todo lo anterior, aderezado por opiniones de expertos sobre la influencia de la economía en la política (nuevamente, hablando desde la generalidad y sin pruebas), entrevistas a algunos políticos que se mandaron declaraciones bien vergonzosas y algunas menciones al caso Penta.
Para sostener su tesis, Informe Especial debió hacer otra cosa en la que la televisión es experta: omitir toda información que pudiese contradecir su postura.
Por ejemplo, jamás se aclaró cuántas de las empresas que habían dado aportes de campaña, efectivamente tenían leyes discutiéndose en el congreso que pudiesen afectarles. ¿2%? ¿30%? ¿99%? No lo sabemos. Simplemente escogieron los casos más evidentes en que había interés y permitieron que nosotros asumiéramos que todos los otros casos debían ser iguales.
Por otro lado, cada vez que hablaron de leyes con tramitaciones "lentas" en el congreso, omitieron toda explicación sobre los argumentos entregados por los parlamentarios para oponerse o pedir cambios a dichas leyes. ¿Estaban mal hechas? ¿eran inconstitucionales? ¿podían terminar afectando la libre competencia y favorecer a los monopolios? ¿o terminarían siendo perjudiciales para los clientes? ¿el gobierno no les dio prioridad?... no lo sabemos. El programa simplemente permitió que nosotros asumiéramos que si la tramitación era lenta, era exclusivamente porque se había pagado a los políticos por trabarla. (En el caso de LAN pusieron algunas intervenciones aisladas, en las que no se veía más que una discusión normal).
Otra omisión importante, fue el nada irrelevante hecho de que en la última década se han aprobado innumerables legislaciones que perjudican a las empresas que "ponen plata" de campañas, como la creación del Sernac Financiero, la obligación de señalar el CAE en los préstamos para hacerlos comparables, perdonazos al DICOM, la incorporación de los operadores virtuales a la telefonía móvil (que aumentó la competencia), la Reforma Tributaria, por mencionar solo algunos. Otras leyes aún en tramitación, de hecho, se han endurecido en el congreso, como la misma ley Súper8, que afecta a toda la industria alimentaria.
Informe Especial también mencionó que la propuesta de Vlado Mirosevic y Giorgio Jackson para eliminar los aportes reservados había sido rechazada la primera vez que fue presentada, pero no se molestó en explicar por qué. Y sucede que existía una razón perfectamente lógica para aquello: la presentaron como indicación a la ley de reforma al sistema electoral binominal, pese a que esa ley no trata los aspectos de financiamiento de campañas, que corresponde a una ley distinta. En otras palabras, le estaban pidiendo peras al olmo. Además, la iniciativa de Mirosevic y Jackson sigue vivita y coleando, y cuenta con un apoyo bastante transversal, ahora que se ha incorporado donde corresponde: en la ley de financiamiento electoral.
Con todo, hubo aciertos. Algunas cosas que salieron a relucir durante el programa sí resultaron bastante interesantes y fueron, más que nada, las entrevistas a los mismos políticos (algunas de ellas de archivo). Prácticamente todos admitieron que "era posible" e incluso "fácil" saber quién les había dado plata y que aquello podía llegar a afectar su neutralidad. Y aunque todos aseguraron que ellos habían optado por no saber quién les había donado o que sólo "creían saber"; su nerviosismo, postura corporal y lapsus linguae hacían evidente que no estaban siendo enteramente honestos.
Incluso uno de los políticos entrevistados (Harboe, en el minuto 33.29) admitió haber recibido una oferta explícita de una empresa, que según él, rechazó.
Lo otro positivo, creo yo, fue la mención a Ciudadano Inteligente y su notable esfuerzo de conseguir mayor transparencia pública. Es al menos refrescante ver a cómo la sociedad civil y las ONG que han creado para empezar a vigilar y contrarrestar al poder económico y político, empiezan a tomar un mayor protagonismo en los medios y se transforman en referentes de información neutral y de calidad. Bien por ellos.
En definitiva, pese a que la relación entre dinero y política es obvia y reconocida, y que sin duda se debe transparentar el modo en que se financian los políticos, eso no quita que debemos ejercer cierto rigor al analizar la información que nos ofrecen los medios ―y los medios mismos deberían ser más rigurosos con lo que entregan—, pues si no lo hacemos, podemos ser fácilmente manipulados o engañados, terminar culpando a personas inocentes, como ha ocurrido incontablemente en la historia del periodismo, o ser un día nosotros mismos las víctimas de una denuncia de esta especie.
Por eso, la próxima vez que nos enfrentemos a uno de estos programas, antes de saltar a las conclusiones, la pregunta clave a hacerse es "¿Qué no me están diciendo?".