Hay cocinas en las que dan ganas de quedarse, instalarse ahí para almorzar y conversar. Hay carretes, de hecho, que siempre terminan en la cocina. Las mejores conversaciones de mi vida, creo, las he tenido sentado sobre el mueble de los platos, tomándome un café en pijama o pelando una mandarina. Nada retrata mejor a una persona que la manera en que tiene ordenada y decorada su cocina (incluso más que el dormitorio). La cocina es la sala de máquinas de nuestra casa o departamento, de ahí surge todo… y todo termina ahí.
Para que nuestras cocinas sean un imán de buena onda, sin embargo, tiene que cumplir con ciertos requisitos. Y si bien es fácil convertirla en nuestro lugar favorito, por muy chica que sea, no podremos hacerlo sin cumplir con 6 condiciones básicas. Fíjense en las cocinas de sus amigos y familiares: ¿cuál es la más atractiva? Les apuesto que esa tiene al menos 3 de las siguientes características:
1. Buena iluminación: Nada peor que una cocina oscura, lúgubre, en tinieblas. Así no se puede cocinar. Menos entonces pasarlo bien y relajarse, reírse o copuchar. Si no tiene ventanas al exterior, es fundamental que las ampolletas sean de alto wataje (recomiendo las de ahorro energético) y emitan luz cálida. Los tubos fluorescentes están en retirada.
2. Imanes taquilleros (y útiles) en la nevera: Los refrigeradores suelen convertirse en la mejor bitácora de viajes. Los magnetos da cuenta de aquellas ciudades del mundo en las que hemos estado… o esos países donde algún amigo se acordó de nosotros. A esos imanes hay que buscarles utilidad y convertir la puerta del refri en un diario mural con recetas manuscritas (las mamás suelen tener grandes “secretos” de cocina), postales, teléfonos de comida a domicilio, postits con saludos, etc.
3. Mantener el lavaplatos vacío: Es lo más difícil de todo, claramente. Porque los pocillos, copas y vasos suelen irse acumulando. Pero esa ruma de loza hace que la cocina se convierta en un recordatorio de que somos un poco flojos, que no fuimos capaces de lavar altiro lo que usamos. Se debe entender que lavar es parte del saber cocinar, de la misma forma en que un buen cocinero sabe trabajar sin ensuciar toooda la cocina.
4. Música ad hoc: Una buena cocina siempre tiene una radio o un parlantito para enchufar el celular. La música es inspiración para trabajar con delantal, ya sea cocinando o haciendo aseo. Así como son necesarios un tostador de pan, un hervidor de agua y una wafflera, en la cocina tiene que haber un equipo de audio. Spotify, de hecho, tiene varios playlist buenos con música para cocinar, con temones de los Jackson 5, Rosana, Ray Charles, Coldplay, Nacha Pop, Iggy Pop, Lou Reed, The Police, Lana del Rey, Bryan Adams, Aretha Franklin y Lenny Kravitz.
5. Vino y chocolates las 24 horas: El papel confort no es lo único que jamás puede acabarse en una casa. Las cocinas, orgullosas, deberían poder jactarse a toda hora de tener un rico vino para recibir visitas inesperadas, un Chardonnay heladito o un Carménère en la despensa. Y chocolates, en cualquiera de sus formatos: una barra escondida en algún lugar “fresco y seco”, un tarro de Nutella para cucharear, o una caja de bombones más pitucos… por si los suegros llegan sin avisar.
6. Plantas sí, animales no: A estas alturas del milenio hace poco sentido comprar menta o ciboulette en el supermercado, ¿no creen? Crecen con tanta facilidad en cualquier parte que, además de resultar práctico para elaboraciones culinarias o una agüita de hierbas, son un simpático decorado orgánico para la cocina. Se puede hacer una mini huerta, o mantener flores frescas en algún rincón. Los únicos seres vivos que tienen prohibido el ingreso a la cocina son las mascotas, por muy limpias y “bien educadas” que sea. Gatos fuera, perros lejos. Peces, canarios y cuyes ni hablar. ¿Por qué? Porque los animalitos hacen caquita.
¿Qué es lo que más te gusta de tu cocina?, ¿cómo la tienes decorada?, ¿lavaste los platos?, ¿no estará Misifú comiéndose la lasaña que dejaste enfriando sobre la mesa?, ¿qué vas a cocinar esta noche?, ¿y qué canción vas a bailar?