Imagen: Gojko Franulic

El arte de dar y recibir consejos

Si te molesta recibir consejos u ofendes a otros cuando eres tú el que aconseja, probablemente necesitas trabajar el modo en que enfrentas el tema. No es tan fácil como parece. Aquí, algunos consejos.

Por Alvaro Doñas | 2015-01-26 | 07:00
Tags | consejos, tacto, asertividad, relaciones, recomendaciones
"La forma en la que nos conducimos nos define, por lo que una observación, por muy bien intencionada que sea, afecta nuestro ego"

Con cierto grado de fascinación durante dos días a la semana espero un programa de televisión cuya temática es la competencia en la cocina, en la que un grupo de personas amateur se miden en desafíos culinarios. Se encuentran en ese momento bajo el alero de tres destacados chef con reconocimiento internacional, los que aconsejan a los concursantes para mejorar sus recetas. Sin embargo, al momento de recibir las sugerencias de los expertos, los participantes o los aceptan de mala gana, les discuten o sencillamente no les hacen caso. Esto se repite en todos los países en los que se han hecho programas con este formato, pero para mí, que los he visto todos, ha sido más notorio en Chile: la incapacidad de recibir consejos. La pregunta es, ¿por qué razón, con tanta energía, estemos tan poco dispuestos a recibir consejos?

La real academia de la lengua española define consejo como “Parecer o dictamen que se da o toma para hacer o no hacer algo”. Es en estas palabras que encontramos la dificultad que tenemos para poder aceptar un consejo: la intención de la entrega de un consejo es la modificación de la decisión o conducta de quien recibe el consejo. En general la forma en la que nos conducimos nos define, por lo que una observación, por muy bien intencionada que sea, afecta nuestro ego. Por otro lado cuando entregamos un consejo, esperamos que sea aceptado, pues de otra forma estarían rechazando nuestro razonamiento y una vez más, nuestro ego.

Sin embargo, una advertencia: los consejos son fáciles de dar, por lo que puede suceder que se den mensajes sin asumir el costo por un mal consejo. Un mal consejo puede tener consecuencias nefastas en lugar de ayudar. Es importante entonces, tener sabiduría práctica tanto en dar consejos como en recibirlos.

Dar un consejo

1. Escuche primero

Primero y más importante que todo, es saber que no estamos en conocimiento del problema completo que afecta a nuestro cercano, como para emitir un juicio lapidario, por lo debemos recordar aquellas palabras que dicen “no juzgues para no ser juzgado”. Para dar un consejo práctico lo primero que se debe hacer es prestar mucha atención, escuchar con interés y tener muy clara la dimensión del problema, para que nuestra ayuda sea eso, una verdadera ayuda. No podemos actuar sobre pretensiones o suposiciones, pues podríamos estar dando un "buen consejo" para una situación completamente diferente.

2. Cuide las formas

Importante es no solo dar el consejo, sino lograr que reciban el consejo. “Ninguna cosa hay tan difícil como el arte de hacer agradable un buen consejo”. Esa frase del ensayista y político Ingles Joseph Addison, guarda una verdad fundamental y es que para que un consejo sea bien recibido debe de ser agradable. Es cierto que cuando vemos que alguien va de camino al precipicio, nuestras ansias nos puedan jugar en nuestra contra y dar un consejo un tanto golpeado, pero lo que hay que hacer es respirar hondo y hacer lo siguiente: primero alabe o destaque algún aspecto positivo de la persona, relevante al consejo que le va a dar, para posteriormente destacar el punto en el cual quiere aconsejarle.

Recuerde siempre mantener una actitud positiva pero sobria y muy respetuosa, para que su interlocutor entienda que toma tan en serio su problema como él mismo lo hace. Es importante entender que dar y recibir consejos apropiados es un tema de confianza; debe ganarse la confianza para que al aconsejar tenga in efecto positivo en quien podemos ayudar.

3. Espere el momento apropiado

Otro detalle importante es el momento oportuno para decirlo. Varios proverbios mencionan a menudo lo importante de “una palabra al tiempo apropiado”.A menos que el consejo sea demasiado urgente, nunca –y digo nunca– dé un consejo en estado de alteración (suya o del oyente) ni en público. Esta última parte es importante, pues recordemos, es un tema de ego y nuestro objetivo es que el consejo sea oído por la persona a la cual está dirigido y no por el resto, que sólo contribuirá a hacerle sentir humillado.

4. Empatice

El poeta trágico griego escribió alguna vez “Quien no haya sufrido lo que yo, que no me de consejos”. En esta frase encontramos otro detalle importante, y es la del punto de vista. Es difícil recibir los consejos en tiempos de dificultad, porque la experiencia de sufrir es extremadamente personal y la empatía es un ejercicio importante para poder dar un buen consejo, aunque nunca se pueda entender del todo. Esto implica también que debemos dejar de lado nuestra opinión con respecto a temas valóricos, pues no podemos ni debemos imponerlos.

5. Preguntar también ayuda

Por último si todo lo anterior es llevado con destreza, ser empáticos y ganarse la confianza de nuestro amigo en problemas, se sentirá en la libertad de contarnos su problema. Es en este punto en que tenemos que mostrar flexibilidad en nuestro consejo, pues puede que su problema sea más complejo, tenga diferentes aristas o simplemente no sea lo que pensábamos. No significa que no estemos ayudando; escuchar con atención sin interrumpir y hacer preguntas pertinentes puede hacer la diferencia.

Recibir consejos

“Es necesario tener tanta discreción para dar consejos, como docilidad para recibirlos”. Estas palabras son atribuidas al conde de La Rochefoucauld, marcan una clara condición para quien recibe los consejos: la humildad.

Esto es porque independiente de cuan molesto pueda llegar a ser un consejo insensible, condescendiente o impositivo, en la gran mayoría de los casos se dan con la mejor de las intenciones. Es entonces importante pensar, no solo en el emisor del consejo y la forma en que se emite, sino también en el motivo del consejo, porque implícitamente la mera reflexión de la intención puede ayudarnos a mejorar nuestros propios razonamientos. Después de todo, independiente de cómo se haya dado el consejo, hay un problema al que se buscaba apuntar, que puede estar siendo exagerado por nuestro interlocutor, pero que probablemente está ahí, en alguna medida. Y si no lo está, entonces al menos vale la pena preguntarse por qué estamos proyectando la apariencia de tenerlo.

Como hemos comentado al principio, un consejo puede ser entregado con poco cuidado, pero aún así es importante sopesar los que recibimos. Pero sería un error descartar todo consejo solo porque no sabemos si pueden ser buenos o malos. Un artículo rezaba en su encabezado “¿por qué los consejos son inútiles?” generalizando que todos estos no prestan verdadera ayuda y mencionando entre las razones su baja calidad, irrelevancia, ser erróneos, ser obsoletos, sesgados en su perspectiva, que son ideas personales y, en general, que recibir consejos es no tomar las riendas de nuestras vidas; pero lo cierto es que no aceptar consejos y aislarnos no nos ayudará a solucionar nuestros problemas. De hecho, podríamos ni siquiera enterarnos que están ahí.

Veámoslo desde esta perspectiva: La palabra angustia viene de un vocablo latín que se traduce angosto ¿esta idea no le transmite el concepto de encierro y claustrofobia, sentir las paredes a nuestros costados, quedarnos sin opciones? Es difícil no creer que en ese momento es cuando más necesitamos de alguien que nos aconseje, pero es lo que los gringos suelen llamar “pensar fuera de la caja”, lo que es muy difícil estando dentro de ella, en un estado de angustia. Solo el buen consejo de un amigo, un sabio consejo dado con el mejor de los motivos y en el momento adecuado, podría sacarnos de una angustiosa situación

Finalmente

Es cierto que en el programa de televisión antes citado, buena parte del atractivo del programa es la dinámica conflictiva de concursantes y maestros; pero para nosotros que no vivimos en un reality, es importante saber que el ejercicio de dar y recibir consejos es tan difícil, que puede ser considerado un arte en el más amplio sentido de la palabra. Pero lo importante que debemos recordar, es que aconsejar es un acto altruista movido exclusivamente por el interés en los problemas de los demás o de enseñarles en el aprendizaje de una nueva destreza y que si realmente queremos tener efecto en otros, debemos hacerlo con respeto. Y si realmente queremos tener éxito en la vida, debemos estar dispuestos a escuchar los consejos, pues como dicen las señoras antiguas “Quien oye consejo, llega a viejo”.

¿Qué aconsejas tú?