¿Sirvo para ser freelancer?

Trabajar de manera independiente, sin jefes ni horarios, puede parecer ideal, pero conlleva más sacrificios y riesgos de los que uno sospecha. El Barbón nos hace algunas recomendaciones antes de tirarnos a la piscina.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-06-04 | 08:50
Tags | trabajo, independientes, freelance, Barbón
"Si no utilizas ni siquiera una hora a la semana para avanzar en ese proyecto que tanto te gusta y te motiva, tal vez tu motivación no es tan poderosa."
¿Has tenido etapas difíciles en tu trabajo? ¿Esas semanas en las que la sola idea de ir a la oficina parece un infierno y el oír sonar el despertador en la mañana hace pasar por tu cabeza diversas técnicas de suicidio? 

Cuando nos cuestionamos si vale la pena seguir trabajando en esa terrible olla a presión, llega a nuestra mente una idea paradisíaca: horario flexible, sin corbatas y totalmente diseñado a nuestra medida. Es el ansiado y aparentemente bendito trabajo independiente o freelance. Es que la sola idea de no tener jefe, encarnación de todos los males de nuestro trabajo, le parece fabuloso a la mayoría de los asalariados. Pero ¿es tan maravilloso no tener jefe? Y más importante aún ¿servimos para no tener jefe? A continuación una guía para saber si podremos sobrevivir por nuestra cuenta.

1.- Motivación.

Para mí, este es el primer requisito si realmente quieres ser un freelancer: tener una motivación clara respecto a lo que quieres a hacer con tu vida, que no se satisfaga con un trabajo asalariado. Tener un objetivo a alcanzar (donde dirigir tu brújula) que requiera moverte con mayor libertad. ¿Quieres ser freelancer sólo como una vía de escape? ¡Cuidado! ¡Por huir de la olla puedes caer al fuego!

2.- Plan.

Tienes clara tu meta, pero ¿conoces el camino? Difícilmente puedes correr hasta tu sueño si no sabes en qué dirección hacerlo. Y con qué medios. En este sentido es muy importante estudiar acerca de la disciplina que quieres desempeñar, tener claro el quién será tu cliente, qué herramientas necesitarás, dónde trabajarás, cuándo trabajarás, cómo trabajarás, cuántos ahorros necesitarás. No basta con las ganas, esto no se trata de lanzarse a una piscina para saber si tiene agua porque el porrazo puede ser fatal. Y si efectivamente es imposible saber si hay agua antes de lanzarse, procura saltar abrazado de algún colchón o con un buen paracaídas.

3.- Acción y disciplina.

Este aspecto, que requiere de los anteriores, es para mí el más relevante de todos. ¿Cómo saber si lo cumplo? ¡Fácil! Antes de siquiera pensar en renunciar a tu trabajo hazte la siguiente pregunta: ¿Qué hago cada día al llegar del trabajo? ¿Qué hago con mis fines de semana? Porque si tienes un objetivo claro y motivante que sientes que ayudaría a mejorar tu vida y tienes claro el camino a seguir ¿Qué te impide comenzar a caminarlo hoy mismo? Si no lo estás haciendo ahora mismo ¿qué te asegura que lo harás mañana? No digo que pases todo el fin de semana trabajando, pero si no utilizas ni siquiera una hora a la semana para avanzar en ese proyecto que tanto te gusta y te motiva, tal vez tu motivación no es tan poderosa.

Ser freelancer no se trata de no tener jefe, se trata de nosotros mismos ser nuestro propio jefe. Y como tal, debemos ser nosotros quienes nos motivemos a trabajar cuando estemos tristes, cansados o furiosos. De pronto los problemas de tu casa serán problemas que afecten a toda tu “empresa” y dependerá de tu disciplina y trabajo lograr que se mantenga sana, trabajando a pesar de los vientos y la mare. Mi consejo, si no eres capaz de esforzarte y ser machaca en lo poco, cuando aún es un hobby, mejor no pienses convertirlo en tu sustento.

4.- Hacer eso que detestamos.

¿Quieres ser freelancer porque quieres dedicarte a hacer sólo aquello que tanto te gusta? ¡Olvídalo! No importa si lo que quieres es dedicarte a la ilustración, ingeniería o las leyes, el trabajador independiente (que no es lo mismo que un emprendedor que monta una empresa) está obligado a hacer de todo: contabilidad, marketing, cobranzas, ventas, etc. Labores que pueden resultar aburridas, difíciles, frustrantes y que te quitarán mucho más tiempo del que esperas. Yo diría que, por lo bajo, un 30% del tiempo de un independiente se destina a esas labores.

Y no sólo tendremos que encargarnos de la gestión, muchas veces tendremos que lidiar con trabajos tediosos dentro de nuestra propia área. Es que aquellos trabajos que nadie quiere hacer suelen ser los mejor pagados, mientras que para los más entretenidos es difícil encontrar a quien los pague bien cuando, incluso, hay otros dispuestos a hacerlos gratis.

Primero empieza, después renuncia.

Tener la motivación, conocer el camino y recorrerlo. Suena más simple de lo que realmente implica en la práctica y puede tomar muchísimo más tiempo del que uno se imagina. Hacerse de una cantidad suficiente de clientes para conseguir el sueldo que necesitamos, y que nos permita ahorrar para los tiempos de las vacas flacas, puede demorar literalmente años. Y es por eso que no le recomendaría a nadie (que no tenga muuuchos ahorros) dejar de un día para otro su trabajo y comenzar a trabajar de forma independiente. Creo que lo sensato es comenzar en tu tiempo libre, aunque implique un mayor esfuerzo, para poder conocer bien el negocio, conseguir una buena carpeta de clientes y saber a qué dificultades nos enfrentaremos. Y si tenemos suerte, el día que renunciemos, ya tendremos una pequeña empresa unipersonal funcionando.

Yo llevo algunos años trabajando de manera independiente y lo he disfrutado a concho. Aunque duerma menos, tenga menos vacaciones (adiós vacaciones pagadas), gane menos y muchas veces trabaje más que si estuviera en una oficina donde, a pesar de sacar la vuelta, sé que ganaré un sueldo fijo. Porque ser mi propio jefe es la parte más entretenida, pero la más difícil. Y si alguien me ofreciera un contrato que me permitiera caminar hacia mis sueños con mayor seguridad, aunque tuviera un jefe y horario fijo, sin duda lo evaluaría. Porque, quién sabe, quizás mi jefe resulta ser incluso mejor jefe que yo.