Imagen: Gojko Franulic

¿Por qué Chile no logra ganar la copa América?

¿Por qué Chile no consigue ganar torneos? ¿Por qué los alemanes siempre ganan? La respuesta podría estar en la mentalidad y la actitud hacia los talentos.

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"Hemos dejado de hacer lo realmente importante: trabajar los talentos"

Cuando pensé en este artículo ciertamente estaba pensando en escribir sobre un tema contingente y desde una mirada informada y ambiciosa. Y qué más ambicioso que responder esta pregunta trivial, pero a la vez brutal al alma nacional:  ¿Por qué Chile jamás ha ganado una Copa América?

Las teorías son bien diversas. Algunas personas le echan la culpa a los dirigentes del fútbol y a su falta de visión. Otros a la existencia de demasiados extranjeros en la liga local. Otros a la lejanía del país, lo cual sirve para justificar casi cualquier cosa. Otros a la FIFA, como aconsejan los más expertos en la materia.

Pues bien, yo quiero detenerme aquí en una teoría altamente divulgada entre la gente, teoría que más de un taxista me ha señalado con autoridad. La razón de que jamás hayamos ganado nada en el fútbol es simple: somos malos para la pelota. ¡Punto!

Eduardo Bonvallet y "los superiores"

Si voy a hablar de fútbol, no puedo omitir los comentarios de Bonvallet en la semifinal Corea del Sur vs. Alemania. Para quienes tengan mala memoria, o bien el fútbol no les interese en absoluto, ese partido terminó con un ajustado 1-0 a favor del cuadro europeo, que días después fue aplastado por Brasil (¡Qué años aquéllos!, dirá la torcida). En cada pelota dividida que hubo en el encuentro, Bonvallet señalaba con convicción: “No hay caso: son superiores” (los alemanes, claro está).

Esto nos lleva a la siguiente pregunta relevante: ¿Por qué Alemania siempre gana en el fútbol?

Soy honesto, pocas veces he apoyado a un equipo europeo en una Copa del Mundo, con la única excepción de Alemania. ¿Por qué? Por una razón simple: los alemanes representan el triunfo de la voluntad por sobre el talento natural. Gary Lineker, ex seleccionado inglés y cuarto en la Copa del Mundo de Italia '90, no pudo explicar esta situación de mejor forma cuando señaló: “El fútbol es un juego simple, que inventaron los ingleses. Veintidós hombres persiguen un balón durante 90 minutos y, al final, los alemanes siempre ganan”.

El secreto alemán está en su filosofía

Hace algunos meses atrás, justo después que Alemania ganara la Copa del Mundo de 2014, en suelo brasileño y humillando a los locales (7-1), me encontré con el artículo: Genes de máquina: la fórmula de Alemania para ser protagonista en los mundiales, donde entrevistan a Urs Siegenthaler, jefe de scouting de la selección alemana.

La explicación de Siegenthaler para los lamentos de Gary Lineker es clara y radica en una característica elemental de los futbolistas alemanes: la idea madre de la formación de futuros talentos es que no todos…son talentosos, pero todos son buenos”. Y son jugadores buenos los que se requieren para ser campeón, aparentemente.

Pero, ¿hay realmente una diferencia entre ser bueno y tener talento? Y si esta diferencia existe ¿por qué sería tan importante?

Esta diferencia sí existe y tiene una importancia colosal. De hecho, en el ámbito académico, no es el talento el mejor predictor de éxito académico. Esto lo mostró hace ya algún tiempo Carol Dweck, psicóloga estadounidense y autora del libro Mindset, The new psychology of success. En este libro la autora resume años de experiencia e investigación profesional. Uno de los hallazgos más interesantes en los trabajos de Dweck con niños y niñas en edad escolar es que el rendimiento académico, que en Chile solemos asociar inexorablemente al talento (natural), en verdad está más relacionado a ciertas creencias implícitas en la “mentalidad” de estos jóvenes estudiantes. En concreto, ella definió estas creencias como las teorías implícitas de las personas.

Las teorías implícitas corresponden a la idea que la gente tiene respecto del carácter de su inteligencia. Este carácter puede ser, en resumidas cuentas, fijo o flexible: al primero la autora denominó entity theory, y al segundo, incremental theory. Los individuos que se identifican más con el primero (entity theory) suelen mirar su inteligencia como algo fijo e inmodificable: algo que es más bien fruto de la naturaleza, un don de Dios, una bendición venida de algún quien. Los segundos, es decir, los individuos que se identifican con la incremental theory, suelen ver a su inteligencia como algo modificable, algo sobre lo cual tienen algún grado de control, algo que con trabajo pueden incrementar.

AngelaDuckworth, también psicóloga, encontró evidencia equivalente: C.I. no necesariamente explica el rendimiento académico de los niños y niñas. Aún más: de acuerdo a su investigación, es lo que llamamos “determinación” (grit) el mayor predictor de rendimiento académico (Si has escuchado ese concepto en algún colegio nacional te ruego pasar el dato).

¿Pero todo lo anterior aplica al deporte? La respuesta la da el sicólogo deportivo Hans-Dieter Hermann en el mismo artículo sobre el fútbol alemán mencionado más arriba: “Se pueden formar buenos futbolistas siempre, pero nuestra tarea es entrenar la cabeza de los jugadores”.

Pues, bien: ¿la razón de no ganar en el fútbol es entonces porque somos malos?

¡No! La razón es otra: como sociedad ponemos demasiado énfasis en el talento (natural). Confiamos que las capacidades son un don venido de forma inexplicable e incontrolable, y hemos dejado de hacer lo realmente importante: trabajar los talentos. Si lo piensas un poco, he ahí la razón misma por el frenesí nacional por seleccionar y discriminar a los escolares en edades francamente absurdas: aún no son capaces de cambiar sus pañales sucios, pero ya pelean por un lugar en la sociedad. ¿Es diferente la situación de la formación de futbolistas en Chile? No, es lo mismo: hablamos de los caza talentos, no de los creadores de talento.

En resumidas cuentas, podemos decir –respondiendo la pregunta inicial- que los campeones de la Copa América o cualquier otro torneo, se hacen, no nacen. Esto aplica no sólo al fútbol, sino que a una multitud de ámbitos sociales. Ajustando un poco las mágicas palabras del técnico alemán, diríamos que no todos en la sociedad tienen que ser talentosos, pero todos pueden llegar a ser buenos: ¡y con ello basta!

He ahí el secreto.