Imagen: Gojko Franulic

Guía básica para distinguir a los verdaderos amigos

¿Debe un amigo ser incondicional? ¿Está obligado a invitarte a todos sus carretes? ¿La plata no importa? Magdalena Cárcamo analiza los clichés de la amistad y entrega su particular visión al respecto.

Por Magdalena Cárcamo @manecarcamo | 2015-04-13 | 15:00
Tags | amistad, familia, amigos
"Descubrí que el concepto de amistad tiene demasiados clichés instalados. Que si no cumples con ciertos estándares eres mala amiga y que muchos de esos mensajes panfletarios no me los compro para nada"

Cuando era chica, todos los días sagradamente a las 20:00 tomaba el teléfono y mientras partía “Adrenalina” (LA teleserie que marcó a la generación de los 90), llamaba a la Cata. La dinámica consistía en comentar que el peto de la Katy Winter era bacán (gracias a Dios el gusto en algo se me mejoró) o encontrar “súper loco” a Billy DJ (lo que es la juventud…) El tema era ver la teleserie “acompañada” y estar juntas a la misma hora, en el mismo lugar sólo por el placer de disfrutar algo en común. Hasta el día de hoy me admiro de lo bizarra y profunda de la situación. Y me encanta pensar que con ese ritual tan cotidiano se fue forjando una amistad que ya lleva 26 años.

En el último año, casi (sólo casi) me he puesto latera reflexionando acerca de la verdadera amistad.

Y descubrí que el concepto de amistad tiene demasiados clichés instalados. Que si no cumples con ciertos estándares eres mala amiga y que muchos de esos mensajes panfletarios no me los compro para nada.

Como me cuesta ordenar mi closet, más me cuesta ordenar mis ideas. Entonces haré una lista básica de lo que considero imprescindible para tener amistades verdaderas… Aquí vamos.

1. ¿La incondicional? ¿La que no espera nada?

Es cierto que hay que apoyar, contener y animar en los momentos difíciles. Darte la mano incluso en los ranazos, pero eso no implica apañarte en los condoros graves, taparte en las chuecuras y hacer vista gorda cuando se te escaparon los enanos para el monte. No pues. Te defenderé, pero no me puedo inmolar por algo que no comparto. La primera lealtad va con los propias convicciones y si quieres que llame a tu marido para decirle que estás en una reunión, cuando en verdad estás en el tercer sour con tu jefe… cito a nuestra mandataria y digo fuerte y claro: PASO

2. Etiquetas en Facebook, gran medidor de amistad

Si una amiga sube la foto de 1992 cuando una calefón tenía más cintura que tú, comparte esa imagen postparto en la que estabas tomando sol en el jardín de tu casa o hace un álbum con ese cumpleaños piola en el que dejaste de invitar a mucha gente y te etiqueta… no hay mucho más que decir. Sólo merece estar en la lista de conocidas.

3. Sensibilidad: tan pasada de moda como el Aserejé

El amigo sentido, ese que sufre porque no fuiste a su casa para su santo, la que se enoja si no le preguntaste cómo le fue en la consulta con el oculista o el que es más demandante que tus propios hijo NO califica para verdadero amigo. A los verdaderos amigos uno les cuelga el teléfono porque te aburrió su historia, les dices que el video de 9 minutos de su guagua haciendo la misma morisqueta necesita edición y si no le haces regalo de cumpleaños en verdad no pasa nada. Los amigos tienen que alivianarnos la vida. De lo contrario, son familiares.

4. Vivan los Chispop y el vino en caja

Con los verdaderos amigos no hay que presumir de nada. Jamás habrá que guglear como poner la mesa, mandar a limpiar los vidrios ni menos hacer el show de “testear” el vino antes de tomárselo. Con los amigos reales uno pone confort si no hay servilletas, “arregla” el vino en caja y el Chispop de maní lo celebra como si fuera centolla. Lo importante es pelar el cable. El resto, poesía.

5. Audios de Wasap SI, Chat Grupales NO

Los amigos verdaderos pelean. Y harto. Pero hay códigos. Nos podemos mandar audios de wasap más hardcores que encontrón entre la Kel y su mamá, pero JAMÁS nos vamos a pelear en público (en traducción actual: chat grupales) Los #rialamigos conocen el pudor y saben que eso, aparte de desleal, es básicamente ordinario.

6. No soy el SII, pero tampoco Farkas

Los amigos nos prestamos plata y sin preguntar para qué. La prestamos con el mismo desprendimiento si es para el examen de un hijo, como si lo es para pagar la última cuota de ese viaje all inclusive que te hizo tan feliz. Pero hay que ser cuidadoso. El amigo real te presta la plata, pero no te persigue cual celópata desquiciado para cobrártela a los 2 días. Y tampoco te la regala. Porque ambos sabemos que somos amigos, pero ni tontos ni filántropos. Entonces en un tiempo prudente el prestamista te llama y te dice: “Llegó el momento”. Fin del tema y plata depositada en el día.

7. La causa es tuya, yo veré si voy a la marcha

Los verdaderos amigos entienden que cada uno tiene sus creencias, causas y pasiones en la vida. Si tú quieres dar lactancia exclusiva hasta los 46 meses de la guagua, no me mires feo porque yo me tiré un piquero al tarro del relleno. Si amas a los perros y estás dispuesta a que el tuyo tenga su propia pieza con iPad incluido, no me obligues a mí a hacer RT de cada can que está perdido en el mundo. Me encanta que seas apasionado/a, pero el verdadero amigo entiende que la amistad no se mide en cuantas pancartas le hiciste. El verdadero amigo siempre va a tratar de convencer a su partner de que su causa es la más importante de la historia universal, pero no se va a picar si mientras le habla de los beneficios del vegetarianismo, el otro lo escucha comiéndose la tonta hamburguesa doble con tocino.

Mis amigos han sido grandes salvadores. Cuando me ha faltado aceite y cuando se me ha caído un lagrimón por un hijo. Cuando he ido a sus casas sólo a dormir siesta y cuando he necesitado sólo un abrazo en un funeral. Pero sobre todo han sido aportes a mi manera de mirar el mundo y a la diversidad, porque como dijo Plutarco: "No necesito amigos que cambian cuando yo cambio, y asienten cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor”.