Ayer, durante un seminario internacional organizado por la Universidad Católica, escuché a un expositor español decir que “las personas nos dividimos en dos grupos: los que hacen cosas y los que critican cómo las cosas son hechas”. Inmediatamente me acordé de Twitter y de lo buenos que somos en redes sociales para disparar, utilizando el teclado como arma, contra quienes –nos guste o no- están haciendo cosas, produciendo cambios.
Los medios de comunicación tradicionales (radio, TV y periódicos) son blanco recurrente de ataques de todo tipo. Sin tener ni una pizca de estudios en asuntos comunicacionales, son muchas las personas que se sienten con el derecho -¡y lo tienen!- de atacar la forma en que un diario, por ejemplo, cubre una noticia o elige los temas de portada. Algunos incluso creen en una suerte de complot o connivencia editorial conspirativa, entre los medios masivos, para controlar a la opinión pública… hipnotizarla y dirigirla.
Lo que resulta curioso, sin embargo, es que los lectores de periódicos están aprovechando cada vez menos aquel espacio privilegiado que poseen para manifestar sus puntos de vista: las cartas al director. Me consta que los jefes de redacción a cargo de seleccionar y publicar las cartas en los diarios tienen cada día menos trabajo, porque son cada día menos los correos que reciben.
Los lectores de los diarios, al igual que sus tan criticados periodistas, tienen a su disposición páginas en blanco. ¿Quiénes las están llenando? Los mismos de siempre: aburridos académicos teóricos que, sin la experiencia de muchos, tienen tiempo de sobra para redactar complejas argumentaciones sobre filosofía o teoría política. Por algo, algunos diarios han optado por publicar tweets en sus ediciones de papel (algo curioso, por decir lo menos)… precisamente para darle más ritmo y sabor a sus páginas editoriales.
¿No sería bueno y conveniente que las “Cartas al director”, una democrática tradición que los diarios protegen desde hace décadas, adquirieran nuevos aires y vuelvan a tener la influencia que merecen, para que “la voz cantante” –al menos de vez en cuando- la tengan las personas de a pie? Para esto (y dejo hasta aquí este preámbulo latero) se requiere de nuevas plumas, nuevas voces que estén dispuestas a manifestar su opinión en letras impresas. ¿Se animan a escribir una carta al diario? Les dejo aquí cinco consejos que pueden resultarles útiles… y que aumentarán las opciones de que sus textos sean publicados:
1. Extensión:
Lo dijo Baltasar Gracián en el Siglo de Oro: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo”. Y no añado más (para no alargarme).
2. Interpretar al colectivo:
Al escribir en calidad de “lector del diario” se debe intentar interpretar al colectivo, al resto de los lectores. Exagerando el punto, y para ser más gráfico, carece de sentido escribirle una carta al director para contarle sobre un dolor de cabeza. Si la jaqueca, sin embargo, afecta a todo el vecindario, por culpa de los ruidos molestos que genera una discotheque… quizás sea hora de hacer la denuncia de manera pública. Las quejas, demandas o ideas que afectan o favorecen a muchos tienen mejores opciones de ser atendidas.
3. Redacción:
Sólo se requiere de un mínimo de esfuerzo para escribir una carta entendible, clara, sin errores u horrores ortográficos. Es aconsejable poner ejemplos, aterrizar los temas, ilustrar con puntos concretos cuál es la idea que quiero transmitir. En esto puede resultar útil chequear si en mi carta están respondidas las preguntas fundamentales: ¿qué?, ¿quién?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo? y ¿por qué?
4. Propositivo:
Si tienes suficiente energía para estampar un reclamo, tendrás también entonces la capacidad para proponer una solución. ¿La municipalidad tiene muy mal cuidada la plaza de tu barrio? En lugar de insultar al alcalde, ¿por qué no mejor cuentas qué árboles o flores te gustaría que pusieran? Así convertimos las “cartas al director” en una suerte de think-tank colectivo.
5. Abrir un debate:
¿No estás dispuesto a debatir? Entonces hay un solo diario donde puedes expresar tus ideas: tu diario de vida. Si quieres que cientos de miles de personas te lean –eso sucede cuando un periódico publica tu carta-, entonces debes estar abierto a recibir respuestas. De hecho, las cartas que más disfrutan los directores de medios son, precisamente, aquellas que generan discusión.
Un último punto: ¿de qué diablos puedo escribir? De aquello que has visto, escuchado o leído en la tele, la radio… o tu diario preferido.