¿Cuán crédulos somos? El sorprendente caso del tóxico Monóxido de Dihidrógeno

Un asesino silencioso, nos pone en alerta sobre la importancia de... dejar de creer todo lo que leemos.

Por Alvaro Lopez B. | 2015-04-23 | 12:00
Tags | ciencia, estudios, investigación, metodo cientifico

El monóxido de dihidrógeno es una sustancia tóxica de la cual poca gente habla. Inodoro, incoloro, es un asesino silencioso, responsable por miles de muertes al año. La mayoría, causada por la ingesta accidental de este químico. Pero esto no se detiene ahí. La exposición prolongada a su fase sólida, produce daños irreversibles a los tejidos orgánicos.

Les presentamos algunos datos sobre esta sustancia, para que se comprenda el peligro al que estamos expuestos:

- Se le conoce también como ácido hidroxílico y es el principal componente de la lluvia ácida.
- Es parte esencial del efecto invernadero.
- Causa severas quemaduras.
- Acelera la corrosión de los metales.
- Causa fallas eléctricas y afecta la precisión de los frenos de autos.
- Se ha encontrado en tumores extraídos a pacientes de cáncer terminal.
- Enormes cantidades de monóxido de dihidrógeno se han hallado en lagos y ríos de todo el mundo, causando daños por millones de dólares. Se le ha encontrado incluso hasta en la Antártica.

Sin embargo, a pesar de estos peligros, el monóxido de dihidrógeno se sigue utilizando:

- Como solvente industrial y refrigerante.
- En centrales nucleares.
- En la fabricación de poliestireno.
- Como retardador del fuego.
- En muchas formas de cruel investigación con animales.
- En la distribución de pesticidas. Incluso después de lavadas, las manos siguen contaminadas con este químico.
- Como aditivo en la comida chatarra y otros alimentos.

Sintomas de haber ingerido monóxido de dihidrógeno:

- Sudoración y orina excesiva
- Sensación de hinchazón
- Náuseas
- Vómitos.

Al aumentar la dosis, puede llevar a un desequilibrio electrolítico del organismo, luego a edemas cerebrales que causan coma, y muerte por sobrepresión encefálica.

A pesar de sus peligros, los gobiernos insisten en verterlo en nuestros sistemas de alcantarillado y en las redes de abastecimiento potable.

Este peligroso químico, es conocido tambien por sus nombres: oxidano, ácido oxhídrico y… ¡agua!.

El experimento de Nathan Zohner

Lo que acabas de leer, era parte de un experimento realizado en 1997 por el estudiante de 14 años, Nathan Zohner, para probar nuestra propensión a creer rumores. Tras presentar la información anterior sobre ese “peligroso compuesto” (click para ver la presentación original), Zohner consultó a 50 compañeros de su curso si estarían dispuestos a firmar una petición prohibiendo el químico: 43 dijeron que sí, 6 no estaban seguros y sólo uno identificó acertadamente el compuesto como simple, pura y vulgar agua. Los resultados de su estudio, llamado How Gullible Are We? (o “¿Cuán crédulos somos?”) le hicieron ganar el primer lugar en la Gran Feria de Ciencias de Idaho Falls, además de una corta fama en los medios de comunicación de ese entonces.

Uno pensaría que esto sólo sería aplicable a niños de 14 años.

Pues no. Porque el asunto no se quedó ahí: en repetidas ocasiones, se ha intentado prohibir el “monóxido de dihidrógeno”. Por ejemplo el 2001, la parlamentaria del partido verde neozelandés, Sue Kegley, pidió que se prohibiera esa “tóxica sustancia”, cosa que causó las críticas del Partido Nacional de ese país… hasta que seis años después, un parlamentario de ese último partido, Jacqui Dean, pidió que se prohibiera “esa droga”. Y así sucesivamente, en distintas partes del mundo, la situación se ha repetido con distintos protagonistas. Incluso, en las elecciones finesas del 2011, el 49% de los candidatos, al ser consultados, estuvieron a favor de su prohibición.

¿Qué significa todo esto?

El experimento de Zohner, que rescató una broma del día de los inocentes del año 1983, sirve para exponer cómo la ausencia de conocimiento y método científico, al unirse con análisis exagerados, pueden llevar a causar miedos infundados.

Porque esto es sólo una muestra de lo que ocurre diariamente: Anuncios sobre la “cura” del cáncer (como si el cáncer fuera una sola enfermedad y no un nombre que aglutina, literalmente, miles de comportamientos distintos), los “horrores” de los transgénicos (sin dar una sola fuente verificable), etcétera.

Cualquier cosa puede volverse una “verdad oculta por el gobierno y las corporaciones” o una amenaza terrible, siempre que se escriban de una forma poco familiar, descontextualizada y alarmista. Y ese temor o alarma, muchas veces se debe a que simplemente nos quedamos con la primera impresión que nos causan las cosas. Es importante, entonces, averiguar más allá de un mero titular o de un slogan rimbombante, y confirmar con otras fuentes lo que acabamos de leer.

Hay que estar concientes de que no por “aparecer en un estudio”, algo es necesariamente cierto en todos los casos, incluso cuando los estudios han sido hechos con toda la seriedad posible (que no siempre es el caso). Por eso, les recomendamos revisar esta guía para interpretar afirmaciones científicas. También, podemos estar ante un caso de “mala ciencia”, o sea… investigaciones de dudosa calidad y procedencia, de alguna “prestigiosa universidad” cuyo nombre no aparece y sin fuentes serias. (nuevamente, les recomiendo un artículo).

En otras palabras, es esencial informarnos, estar atentos y utilizar el espíritu crítico, para no hacernos una opinión sobre las cosas que puede ser muy equivocada. Es cosa de ver... ¡a todos los que han querido prohibir el agua!