Imagen: Fuente: Ibadurrahman / Deviantart

Viajar solo, para estar acompañado

Conocer a los locales, pero de verdad. Atreverse a romper la barrera que nos separa de los desconocidos. Entrar en contacto profundo con la naturaleza. Viajar solo no solo no es aburrido, puede ser una experiencia mística.

Tags | viajes, sociedad, Chiloé, soledad, gente, comunidad, emociones

Viajar solo es una invitación a compartir con los demás, atreverse a confiar en la gente, aceptar su cultura, aprender y escuchar lo que nos tienen que contar.

A mis 28 años decidí emprender un viaje que desde un comienzo opté por hacer con el corazón abierto y físicamente "solo". No te creo que te vayas así, alguien te espera o algo no me estás contando…Vas en una volada Into the wild, volverás en estado Zen...eso me dijeron desde mis amigos hasta mi familia. La verdad es que mi intención no fue esa. Nunca pensé en viajar solo ni volver flotando en un estado de nirvana inventado. Mi intención siempre fue querer compartir con los locales y aprender de la gente que considero de verdad.

Pero me gustaría comenzar mucho antes.

Muchas veces olvidamos ser conscientes de nuestro pasado. No tenemos presente que, para estar donde estamos, nuestros antepasados tuvieron que haber colaborado mutuamente a través de la historia. Desde sus orígenes, los seres humanos tuvieron que trabajar juntos para salir adelante. Unieron fuerzas, se organizaron y crearon comunidades. Optaron por colaborar en vez de caminar en solitario y esa fue la formula de sobrevivir frente a la naturaleza, las dificultades y de poco a poco encaminarnos a donde estamos hoy día.

Un poco más de cerca tenemos a muchos de nuestros bisabuelos, abuelos (y hasta padres), los cuales llegaron de otros países, buscando una oportunidad de surgir, escapando de guerras o simplemente optando por un nuevo aire, para entregarles a sus familias una oportunidad de subsistir o de vivir mejor que ellos. Algunos, sin saber una palabra de español, aportaron con su cultura, trabajo y esfuerzo al desarrollo de nuestro país.

Todo ese sacrificio no puede quedar en vano. Somos los responsables de seguir construyendo y aportando para que nuestros descendientes puedan disfrutar de las cosas buenas que nos entrega la vida y que muchas veces nos acostumbramos a pasar por alto. Tenemos la oportunidad de disfrutarla y compartirla, de construir un lugar mejor y tenemos que aprovecharla.

Mi decisión fue viajar con el corazón abierto, sin miedo y recibí un cariño inimaginable e inesperado, que me motivó a adentrarme e involucrarme en los corazones de los locales, a aprender, como en una clase magistral de realidad, a abrir los ojos y comprometerte con su historia; desde escuchar y conversar con la señora que vende artesanía y su lucha por salir adelante en Castro a través de los años, pasando por presenciar, compartir y disfrutar del cultivo de choritos y cholgas en Yaldad con un pescador local, admirar el sacrificio, esfuerzo y perseverancia de pescadores artesanales sobre el cultivo de salmón y la industria que lo envuelve (que piensa a Chiloé desde el mundo en vez de pensar al mundo desde Chiloé), el respeto al entorno y hacia el trabajo, que pone a la armonía sustentable por sobre el individualismo enfermizo que devora todo sin entender que se está comiendo solo...y como no, hasta reírte con el borrachito del pueblo, que lo único que quiere son $100 pesitos para su cuota de vino tinto.

No tenerles miedo a las personas, respetar sus realidades, salir del individualismo, colaborar y aportar, de esta forma uno siempre está acompañado, generando comunidad, dejando al "estar solo" como una imposibilidad.

La soledad es una opción válida y personal que en mi caso quise transformar en una experiencia de aprendizaje mediante las personas que conocí; entender las realidades de los Chilotes, la historia de su tierra, la maravilla de navegar el cosmos bajo la oscuridad del mar en las noches de calma (como lo cuentan los pescadores) los encuentros con ballenas y tormentas, que te dan a entender la fuerza y respeto hacia la naturaleza, como también envolverte con la flora y fauna que te despierta en su simpleza perfecta y te lleva a un estado de calma y asombro casi trascendental. Y por último, tratar de comprender la conexión entre trabajo y vida, que relatan los leñadores al pedirle al árbol que caerá, su bendición y permiso para poder trabajarlo.

Mi destino fue la isla de Chiloé, donde la mayor riqueza se encuentra en su gente y naturaleza y donde la mayoría te recibe como si ya te conocieran.

Las construcciones son una ojeada al pasado que nos cuentan la historia de la isla, y las personas son una postal del presente, que nos invita a detenernos por un segundo con la calma chilota, respirar y darnos cuenta de nos hace falta entregarnos el tiempo para disfrutar el presente y con la gente.

Es increíble cómo todas estas experiencias y amistades que afloran en el camino, muchas veces te tocan y perduran para siempre, por las huellas que uno deja y las marcas que recibe. Y todo esto nos dice a gritos que creando comunidad somos más. Que juntos somos más. Que respetando los entornos y culturas podemos coexistir en una sustentabilidad plena que nos enriquece a todos sin sobreponer los intereses personales por sobre el de los demás...

Escuchar humildemente, entregar gratuitamente y recibir agradecidamente fueron mis claves para viajar y compartir en sincronía con la gente.

Por eso mismo amigas y amigos, los invito a atreverse, a pegarse el salto, ya sea solo o acompañado, y a disfrutar de las personas, de sus historias y de su cultura. A compartir su corazón, a comprender que somos todos uno solo, cómo también a colaborar para seguir con el legado de nuestros ancestros, para que todo su esfuerzo, lucha y sacrificio den frutos a través de nosotros. Y para hacer patria en el sentido de entender, cuidar y respetar la riqueza que tenemos como país y cultura, de estar agradecidos por estar presentes y conscientes y no hacernos indiferentes ante la maravillosa oportunidad que se nos entrega mediante nuestro entorno y gente.

¿Has viajado solo/a? ¿Cómo lo pasaste?