Imagen: Cortesía de Pablo Izquierdo

Siete razones de peso para no ir al mall… y preferir Franklin

Aquí una guía práctica con los mejores tips y secretos del barrio: los productos estrella, las mejores picadas para comer, los muebles más baratos y muchas otras sorpresas que sólo se encuentran en este rincón mágico de Santiago.

Por Miguel Ortiz A. @ortizmiguel | 2015-05-20 | 07:00
Tags | Franklin, Persa, Comercio, Panorama, Chile

Con el paso de los años se ha ido transformando en mi lugar favorito de Santiago. Es el panorama perfecto. El rincón de la capital en el que todo extranjero queda encantado. Es nuestro pequeño “Gran bazar†de Estambul, nuestra feria popular, el lugar donde puedes encontrarlo todo, es el Aleph de Borges, la entrada al país de Nunca Jamás, es un bosque para perderse feliz, un laberinto, una trampa, una experiencia matutina, un viaje al Chile de verdad, un baño de chispeza. Sólo quien ha ido a Franklin sabe de lo que estoy hablando. Franklin es el corazón. En él cabemos todos.

Sería bueno que, por un minuto, nos detuviéramos a pensar: ¿qué buscamos cuando buscamos panoramas?, ¿por qué hoy miles de chilenos terminan el fin de semana, irremediablemente, dentro de un centro comercial?, ¿podemos quejarnos de que nuestra ciudad tiene pocos lugares entretenidos donde ir, si no conocemos (y frecuentamos) el más pintoresco y alucinante de todos?

Este domingo, por quincuagésimo tercera vez –o quizás más-, me fui a Franklin a pasarlo bien. La diferencia es que esta vez, pensando en ustedes, lectores de El Definido, armé una guía práctica del visitante, con los mejores tips y secretos del barrio. Son siete razones de peso para agendar inmediatamente un paseo familiar o con amigos. Tomen nota.

1 Lo venden TODO: Los galpones, casi todos temáticos, son como portales a dimensiones desconocidas, donde todo puede suceder. Aquí se vende desde dedales hasta bicicletas estáticas, billeteras, calzones, letreros, películas, artículos de aseo, cuadros, cojines, maquillaje, acuarios, pipas, pelucas, lámparas, revistas antiguas, coladores, pesebres, armarios, insignias de autos, mascotas, flautas, preservativos, polerones, tijeras, remedios, máquinas de afeitar, celulares, paraguas, pijamas, veneno, servilletas, vajilla, lava-vajillas, ceniceros, chocolates, antiácidos, ruedas, libros, videojuegos, masajes… ¿es necesario que siga?

2 Datos de productos estrellas: En el Galpón 6 venden, por sólo $3.000, unas ampolletas que se enchufan en cualquier soquete de la casa y convierten el lugar en una verdadera discoteque. Atentos también a los calcetines hechos con fibra de cobre (antibacterianos) que venden en la cuneta: están a $1.000 el par y tres en $2.000. Otro imperdible: el local donde sólo venden imanes para el refrigerador y stickers (Victor Manuel 2220 / sector 5, local #342), excelente diseños y precios.

3 Arte al alcance de todos: En el tercer piso de un pequeño edificio de avenida Santa Rosa 2260, casi esquina con Placer, está la Factoría de Arte Santa Rosa, un oasis de estilo y diseño. Este fin de semana, por ejemplo, estuvo abierto el “Persa del Arte†con la exposición y venta de obras de más de 30 artistas chilenos, todos muy en la vanguardia. Los precios son súper accesibles. Siempre tienen muestras que vale la pena visitar.

4 ¿Dónde comer? El mejor restaurant de comida tailandesa de Chile… está en Franklin 602 (de martes a domingo, a partir del mediodía). El restaurant se llama Lai Thai y, por si este dato les inspira confianza, también tienen locales en Vitacura, La Reina y Providencia. Si se animan a comer en la calle, recomiendo los anticuchos por sobre las empanadas o sopaipillas fritas. La carne no es de perro y el aliño picantito del pollo a las brasas es delicioso. Junto al Galpón 7 también hay buenos comedores con cazuelas, plateadas a lo pobre o sánguches veganos.

5 Comprar algo que no necesitas: Una de las gracias de visitar Franklin es que, sin querer queriendo, uno termina comprándose algo que no necesitaba. Alguna lesera, chuchería, cachureo, recuerdo o detallito. El domingo, por ejemplo, me compré un jockey de Mario Bros demasiado ñoño-taquillero.

6 La ciencia del regateo: En Franklin nada tiene precio. El valor de cada artículo varía según la cara del comprador. Si tiene pinta de cuico… es más caro. Si no, está en oferta. Por eso hay que aprender a regatear, negociar, cotizar, hacerse el lindo, el desinteresado. Un velador que originalmente valía 30 lucas, lo terminamos llevando por $18.000. Hay que ser cara de palo y tirar lo precios al suelo, pasarle la plata al vendedor en actitud de “es mi última ofertaâ€, sonreír, echar la talla. Es mucho el dinero que se mueve en el barrio, diariamente se hacen más transacciones que en el mismísimo Parque Arauco… entonces hay que manejar el lenguaje, los códigos, la informalidad.

7 Amoblar y decorar la casa: Aquí están los mejores muebles a los mejores precios. Olvídense de los malls. En serio. Ahí pagan la marca… no el producto. En Franklin, en cambio, encuentras de todo a precios insólitos: mesas, sillones, camas, sofás, camarotes, futones, estantes, repisas, escritorios, etc. También hay antigüedades para decorar, afiches, cajas y figuritas.

Bonus / Indicaciones básicas de orientación y seguridad: Vayan vivo el ojo, porque es verdad que –en el mar humano-, los ladrones hacen su pega con mayor facilidad. Recomiendo no llevar billetera (sólo la tarjeta Bip y dinero en efectivo) y evitar tentar a los delincuentes (no relojes vistosos, no collares, no Swaroski). Lleguen en Metro, Línea 2, estación Franklin… y se van derechito por calle Placer. La gracia de Franklin, precisamente, es que cada uno tiene que descubrirlo.