Imagen: Gojko Franulic

Seis actitudes machistas que pasan piola (y que propongo cambiar)

En esta era de igualdad entre sexos, aún quedan algunas actitudes machistas que hasta las mismas mujeres aplican sin ninguna vergüenza y que, ya era hora, alguien tenía que salir a denunciar.

Por Magdalena Cárcamo @manecarcamo | 2015-06-08 | 14:20
Tags | machismo, feminismo, relaciones, parejas, hombres, mujeres, niños, padres, hijos, madres, sexos
"Muchas andan con la bandera anti machista hasta que llega la hora de poner sus lucas para el dividendo o arreglar las cañerías. Ahí le gusta la vida en 1965 y valorar al hombre como proveedor"

Soy mamá de tres hombres y una convencida de que el cómo los eduque impactará mucho en la felicidad de sus futuras esposas. Una mamá machista puede dañar mucho una relación porque, sin quererlo, está entregando al mundo un cacho a la sociedad. Los tiempos no están para que los hombres crean que las mujeres deben servirles la comida todos los santos días, tampoco están para que las mujeres piensen que deben afeitarse para ser igual a ellos… los tiempos están para que entendamos que somos un equipo.

Y he visto que el machismo es como una termita que de manera silenciosa se va colando por los rincones más ocultos, pero que puede terminar destruyéndolo todo. Hay ciertos paradigmas que se han instalado y que muchas veces nadie cuestiona, pero que a mí me parecen absolutamente revisables y muchas veces sacan la encapuchada que llevo adentro.

1. “Sólo los hombres pueden pedir matrimonio"

Hace 40 años este cliché tenía bastante sentido. Las mujeres se casaban jóvenes, sin trabajo (ni interés en tenerlo) y debían esperar a que el futuro cónyuge contara con los ahorros para poder contraer el sagrado vínculo. ¿Pero hoy? Conozco a hartas chiquillas que tienen buenos sueldos, presupuestos para Magísteres y depilación láser, llevan un buen tiempo pololeando, no son conservadoras y tienen que esperar que al macho alfa se le ocurra decir la pregunta mágica “¿Te quieres casar conmigo?”. ¿Qué tiene de malo que una mujer asuma que se quiere casar, que está enamorada y que SÍ tiene planchado el vestido de novia en la cartera? ¿Es un pecado ser mujer y asumir que quieres formar una familia con alguien? En los CV se valora muchísimo poner en negrita y subrayado proactiva, pero si usas esa misma fortaleza en el amor, eres sicópata. ¿Quién entiende?

2. “Mi marido no puede mudar caca; es súper asquiento"

He escuchado a muchas amigas decir esto con la misma certeza que yo tengo en que nunca seré Miss Reef. ¿Qué es eso? ¿Se la compran porque de verdad lo creen o se quieren ahorrar una pelea? Como si ser mamá y querer a los hijos implicara que el olor de la caca de la guagua por osmosis se transforma en Chanel N°5. O cuando en la misma línea afirman “Mi marido tiene el sueño súper pesado, jamás se despierta con los llantos de Juanito”. Saaaaaaaa. Eso es más mula que Milli Vanilli. Y obvio, si yo fuera hombre también me haría el dormido cuando la criatura está indomable. Sin asco.

3. “Mi sueldo es mío y el de él, es del hogar"

Aquí las mujeres son bien frescas. Muchas andan con la bandera anti machista hasta que llega la hora de poner sus lucas para el dividendo o arreglar las cañerías. Ahí le gusta la vida en 1965 y valorar al hombre como proveedor. Más cuando Zara está en liquidación. Soy una convencida que se gane lo que se gane, cuando somos un equipo todos aportamos a la casa. Aunque se tenga la dicha de estar casada con un magnate, por un tema de mística familiar, si trabajamos, todas debemos aportar con algo. Aunque sea simbólico. Porque eso nos transforma en socios, con metas comunes, capacidad de opinión y respeto por el trabajo del otro. Así es que vamos sacando la chequera y pagando la revisión técnica, mijita.

4. “Está trabajando... imposible que vaya a buscarlo al colegio”

Esta categoría aplica fundamentalmente para cuando ambos trabajan y pienso que muchas mujeres se ahorrarían ravotriles y visitas al sicólogo si trabajaran en matrimonios más colaborativos y pudieran sentirse menos sobreexigidas. He escuchado más de alguna vez “Tengo reunión y voy a ir a buscar a Juanito al colegio. No si se alcance a llegar puntual, pero estoy fregada porque, tu cachai, mi marido está en la pega y no puede ir” Y ahí mi yo interior quiere responderle “¿Y tú, hija de Diooosssss? ¿Dónde estás? ¿Tomando clases de baile con Rodrigo Díaz?”. Pero obvio que aplico algo del criterio que me queda y callo. Pero camino pensando en por qué las mujeres tenemos que saber contactar a nuestro jefe y explicarle que nos llamaron urgente para ir al jardín infantil o no tener vergüenza para avisar que no podremos ir al trabajo porque no tenemos a nadie que cuide a nuestros cabros. Las empresas también deberían avanzar en eso y entender que en las familias en que ambos padres trabajan, los hombres que hacen turnos, van al control de niño sano y tienen reuniones con el profesor jefe son personas valiosas, porque comparten roles y no macabeos sumisos que se casaron con la bruja de Hansel y Gretel.

5. "Las niñitas solo salen los viernes"

Cuando era chica vi a muchas contemporáneas sufrir por las diferencias en cuanto a permisos y sanciones que sus papás aplicaban. Si salías los dos días del fin de semana eras suelta, los hermanos podían llegar más tarde (aunque fueran menores), había que odiar a sus pololos solo por atreverse a serlo y si se tomaron una piscola la perdición ya había llegado a esa casa. En cambio, los hombres podían salir cuando quisieran, el papá roncaba con relajo cuando ellos entraban el diario a la cocina y si eran incapaces de decir “Iquique glorioso” lo encontraban hasta parte del camino hacia la madurez. Aquí creo profundamente en la democracia. Lo bueno es bueno y lo malo es malo. Usar calzones o calzoncillos no hace la diferencia.

6. “Se prohiben los coches, las muñecas y el uslero"

Agarra la muñeca, la muda, la pone en el coche y la saca a pasear. Todo estaría perfecto para ese papá si la persona que hace eso no fuera su hijo de tres años al que tiene completamente vestido del Colo. Resultado: Ojos más abiertos que mall el 23 de diciembre, cara de terror de la mamá del niño y compra compulsiva de todos los Transformers de la región. El escándalo es el mismo si al niño se le ocurre mirar Master Chef o gozar con una receta de brownies de su hermana. En vez de maravillarnos pensando que nuestros hijos están desarrollando un instinto tan genuino y noble como es el cuidado de nuestros futuros nietos (y de pasada ofreciendo el medio partido para las solteras del 2038) o aplaudir que entre sus gustos esté uno tan artístico, cultural y aglutinador como es la cocina, nos dejamos perseguir por esos prejuicios tan absurdos que hacen de este mundo una gran planilla Excel.

Y ojo que no se trata de ser feminista o querer rivalizar con los hombres. Sólo se trata de entender que la forma de relacionarnos puede cambiar… y para bien.