Guerra de intransigencia: La vida en blanco y negro

Nos estamos volviendo una sociedad incapaz de evaluar las cosas en su justo mérito. O las cosas son buenas, o son malas, no vemos puntos medios. El Barbón se niega a meterse en el juego.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-06-18 | 09:20
Tags | sociedad, intolerancia, política, opinión
"Yo me niego, me niego a etiquetarme y ponerme del lado de un bando, no porque mis convicciones sean pobres o blandas sino todo lo contrario"

¿Aprueba la gestión del gobierno? Opciones: Sí / No. Y no hay más opciones. Anda a tratar de explicar que hay cosas que te gustaron, tanto del gobierno de Bachelet como del de Piñera. “Tibio” y “Mójate el potito” será lo más suave que te dirán. Da la impresión de que hoy en día las cosas o son buenas, o son malas. Completamente buenas o completamente malas, en un mundo de visiones absolutamente irreconciliables. Porque o eres de derecha o eres de izquierda, como si las opiniones vinieran en un pack. Como si estar de acuerdo con legalizar la marihuana, el matrimonio gay, el aborto y la reforma constitucional fueran exactamente lo mismo. ¿Es posible tener un pensamiento propio, con ideas provenientes de distintas fuentes y con un sustento sólido? ¿O acaso cualquier alternativa a los pensamientos mayoritarios te convierte instantáneamente en un flan?


No se trata simplemente de la visión de que sólo existe la Izquierda y la Derecha como alternativas, sino una mucho más profundamente arraigada en nosotros, la de que las cosas sólo pueden ser buenas o malas. Ahora es muy común escuchar que la Derecha y la Izquierda son malas, que todo es malo y que nada vale la pena, y yo me pregunto ¿Cómo puede ser que nada, NADA, o sea, NADA DE NADA valga la pena? ¿Cómo es posible que nuestra visión sea tan limitada que no seamos capaces de nombrar una sola virtud de algún partido o político, empresa u organización cuyas motivaciones generales no compartamos? ¿Realmente queremos vivir en esta sociedad de ángeles y demonios en la que la extinción del vecino es nuestra única esperanza?

Yo me niego, me niego a etiquetarme y ponerme del lado de un bando, no porque mis convicciones sean pobres o blandas sino todo lo contrario. Yo creo en un mundo en que todo lo negro tiene algo de blanco, aunque sea una pizca, y que todo lo blanco tiene algo de negro. Que un tablero de ajedrez no es algo indefinido, sino que posee un equilibrio en el que puede convivir el blanco y el negro, y donde si queremos, podemos dar espacio para los grises y toda la gama de colores. Porque hay situaciones en las que existen más de dos opciones y visiones, e incluso una misma opción tiene muchas formas de ser implementada. En la que discutiendo, podemos llegar a equilibrios que no satisfagan totalmente a una sola porción de la población, sino que busque el mayor beneficio común, en el que, aunque todos cedemos un poco, todos nos beneficiamos alguna medida.

Yo estoy seguro que incluso en los temas que parecen tener visiones más extremas, en las que no parece haber puntos intermedios, es posible llegar a acuerdos, encontrar caminos y avanzar en direcciones conciliadoras. No le tengamos miedo a buscar acuerdos, es la única forma de hacer de este país un lugar con suficientes espacios negros, blancos, verdes, amarillos, azules y rojos que nos permitan convivir libremente. De otra forma, tendremos que conformarnos con un país gris, en el que los blancos seguirán quejándose que es demasiado oscuro, y los negros que es demasiado claro. Y donde el resto de los colores simplemente no tendrán cabida.