Imagen: Ministerio Cultura Argentina/Flickr

Por qué se debería jugar ajedrez en todos los colegios (y no solo ahí)

Un deporte intelectual que cumple con las 3B. Un gimnasio para la capacidad de concentración, análisis y tolerancia a la frustración... y que adicionalmente puede mejorar el rendimiento académico en las escuelas.

Por Juan Reyes | 2015-08-18 | 11:29
Tags | ajedrez, juegos, deportes, intelecto, educación

Acompañando a un amigo, llegué a un antiguo edificio y subiendo por unas viejas escaleras me encontré con unas 12 personas absortas jugando ajedrez. Junto a cada tablero un reloj indicaba el tiempo restante a cada jugador, los relojes tenían una sinfonía en aquella habitación. Tic-tac se escuchaba a cada instante, había cierta tensión. Ocasionalmente, un tablero se llenaba de espectadores, mientras los jugadores movían las piezas con tal rapidez, que parecía más una partida de ping pong que una “reposada” partida de ajedrez.

El edificio ya casi se desmoronaba, pero bastaba una humilde salita con un par de mesas y sillas para disfrutar de esta noble actividad. Un deporte muy económico, requiere de un espacio e implementos mínimos, pero sus beneficios para el intelecto son enormes. Debido a ello, el Parlamento Europeo recomienda a sus países miembros fomentar el ajedrez en las escuelas y diversos estudiantes a lo largo del mundo aprovechan sus bondades.

El ajedrez: un gimnasio para la mente

Es ideal comenzar a jugar ajedrez desde pequeño, ya que los niños que juegan ajedrez usualmente mejoran su rendimiento académico. La evidencia indica que agregar un par de horas de ajedrez a la semana en las escuelas, puede mejorar el desempeño en matemáticas, e incluso en lenguaje, al ejercitar la concentración, lógica y memoria. Se han realizado investigaciones con cientos y en algunos casos miles de estudiantes, en Italia, Canadá, EE.UU., Venezuela, Rusia, China, entre otros países, siempre llegando a conclusiones similares: los niños que juegan ajedrez mejoran sus habilidades para resolver problemas y su rendimiento académico. Por ejemplo, en Italia participaron de un estudio 568 estudiantes de escuelas primarias, para evaluar el efecto de aprender ajedrez en las habilidades matemáticas; los resultados indicaron una mejora estadísticamente significativa en su capacidad para resolver problemas. La síntesis de este y otros estudios se puede encontrar en un informe realizado por la Kasparov Chess Foundation, que reúne los resultados de aplicar el deporte ciencia a las escuelas en diferentes países.

El ajedrez no solo puede ayudar en las escuelas, también es un punto de encuentro para personas de distintas generaciones. En mi visita al antiguo edificio, vi a un anciano bastante avezado en las batallas del tablero, jugando con un joven y que, frente a la mirada perpleja de los espectadores, encontró una jugada de exuberante belleza. La cara del joven, reflejaba dolor -perder una partida de ajedrez pone a prueba la resiliencia-, pero también admiración y entusiasmo, pues acababa de aprender algo nuevo.

Llegó mi turno, me explicaron que tenía que mover la pieza y presionar el botón del reloj; si una diminuta manecilla roja “caía”, perdía inmediatamente por tiempo. Sentía el tic-tac del reloj y mi rival movía las piezas con gran rapidez. No entendía cómo él podía pensar tan rápido y yo tan lento, al parecer, para él derrotarme era como matar a un insecto. Aquella noche, me recordó la película El club de la pelea y me impulsó a frecuentar el mundo del ajedrez, sin duda, una aventura que me ha traído enormes beneficios.

Ajedrez como terapia

Además de condimentar la vida de quienes lo practican, el ajedrez es una valiosa herramienta para ayudar a los niños impulsivos, ya que practicar ajedrez justamente implica dominar los impulsos y ordenar los pensamientos. En España, un proyecto pionero en el mundo, llamado Jaque Mate al TDAH aplicó clases de ajedrez a 44 niños con trastornos de atención durante 11 semanas, por 1 hora semanal, y documentó los resultados, encontrando una grata sorpresa: los niños tuvieron una alta adherencia al tratamiento y mejoraron significativamente su comportamiento.

En Chile ya hay iniciativas para mejorar la calidad de vida de las personas mediante el ajedrez. La Federación Mundial de Ajedrez,  junto al Ministerio de Desarrollo Social, firmaron en julio pasado el convenio Iniciativa Ajedrez Social, cuyo objetivo es fomentar el pensamiento estratégico y el intercambio de experiencias entre las distintas generaciones, en sectores vulnerablescomenzando por las regiones de Valparaíso, Tarapacá y Los Lagos. Sería la primera vez que se realiza un programa con estas características en el mundo y se espera que los resultados obtenidos en Chile, sirvan de ejemplo para que sea repetido en otros países.

Por qué el ajedrez es ideal

Hay más de un motivo para conocer este deporte, que no discrimina estatus social, sexo ni edad. Quien detesta el ajedrez o lo encuentra “aburrido”, aún no lo conoce. Es imposible no maravillarse ante tanta belleza, es una actividad donde fluye el pensamiento y la imaginación, oculta tantas opciones, que hay más partidas de ajedrez que átomos en el universo. Por lo que además de divertir a quienes lo practican, encierra un halo de misterio y fascinación que ha cautivado a generaciones, ya que se cree que tiene al menos 1.500 años de antigüedad.

Las opciones son la esencia de los juegos de estrategia, que por regla general involucran calcular, planear y visualizar el futuro. Por ende los beneficios intelectuales, no son exclusivos del ajedrez, sino que de toda actividad que implique utilizar estas capacidades. No obstante, una de las grandes ventajas del ajedrez es ser un deporte ampliamente conocido y extendido en el mundo, lo que ha permitido respaldar con mayor facilidad sus beneficios mediante evidencia científica y promover su práctica.

No se trata solo de razonamiento, también de bienestar. Se cree que somos más felices cuando estamos en un “estado de flujo”, con tal concentración en lo que estamos haciendo, que perdemos momentáneamente la noción del tiempo. Este estado se alcanza cuando realizamos una tarea que coincide con nuestro nivel de habilidad. Un estado al que justamente se puede llegar mediante el ajedrez, sobre todo cuando surgen patrones interesantes, posiciones en el tablero tal vez nunca antes vistas por un ojo humano.

Una partida de ajedrez en un torneo, coloca a los jugadores en una posición similar a la de un futbolista pateando un penal importante. Es tal la presión, que una amplia ventaja puede terminar en derrota solo por no controlar los nervios. El implacable reloj no perdona al que se bloqueó y no ordenó sus pensamientos a tiempo. El ajedrez es un escenario ideal para fortalecer el carácter y el razonamiento. La belleza del juego aparece sobre todo cuando hay varios observando, en vivo y en directo, lo que podría convertirse en una obra de arte o en la mera muerte de un insecto.

Han pasado más de 10 años desde que acompañé a mi amigo a ese extraño edificio, al tiempo me enteré de que lo demolieron y que el hábil anciano, quien usualmente aplastaba a sus rivales, no pudo contener sus lágrimas al ver desaparecer el místico lugar, donde incontables noches de boxeo mental permitían evadir la rutina de la ciudad. 

En lo que respecta a mí, no me convertí en un gran jugador, pero es un placer ocasional que además de ser divertido, me ha enseñado gratuitamente a pensar. A tener un plan, a idear una estrategia, y más importante aún, a enfrentar constantemente al fracaso. En este deporte cuando las cosas salen mal, eres el único responsable, el resultado es reflejo de tus decisiones. Como la vida.

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