Imagen: Gojko Franulic

Qué hacer ante la muerte de alguien: una guía práctica

Alguien falleció... ¿Qué digo? ¿Qué hago? ¿Qué NO hago?. Esta no es una guía de cómo vivir el duelo, sino de cómo desenvolverse en estas situaciones, para no entorpecer ni hacer sentir mal al resto o a uno mismo.

Por Alvaro Lopez B. | 2015-08-27 | 11:00
Tags | muerte, duelo, funerales, velatorios, familia, amor, consuelo, trámites, consejos
"Lo único necesario, realmente esencial, es su presencia".

*Esta nota fue originalmente publicada en 2015.

Hace poco murió alguien muy cercano a mí, y tras observar y ser parte de varias situaciones, fue cuando lo noté. Muchas veces nadie nos conversa o nos cuenta qué hacer en estos casos. Así que esta será una especie de guía para el comportamiento por la muerte de alguien. Será una guía muy práctica. No se refiere tanto a cómo superar el duelo, sino más bien a cómo desenvolverse en las horas posteriores a la muerte, a fin de no aumentar el dolor y la confusión que muchas veces se producen en estas situaciones. No soy psicólogo, pero esta guía está hecha desde la experiencia viva, y además, por si acaso, cumple con las recomendaciones de la American Psychological Association, APA.

Esta guía está dividida en dos. Para los que están “adentro”, y los que están “afuera”. Los que están “adentro”, son personas muy cercanas a quien acaba de morir, y están de una u otra forma involucradas en todos los procedimientos asociados (desde el parte médico hasta organizar el velorio y funeral). Y los que están “afuera”, son todos quienes se enteran luego de lo que pasó, y no participan de esta organización. ¡Aquí vamos!

Para quienes están “adentro”.

Trámites: Esto es esencial. Los trámites y procedimientos, se tienen que hacer lo más pronto posible. Todos. 

Son los siguientes:  Llamar al consultorio más cercano para que constaten la hora y causa de muerte o al 131, luego, ir con el certificado que entrega el médico y el carnet o documento de identidad de la persona recién fallecida, a las distintas funerarias para la adquisición y entrega de la urna y posterior traslado tanto al lugar del velorio y luego al cementerio. Es recomendable preguntarles a ellos mismos si tienen algún convenio para lugares de realización del velorio, o bien, consultar en las iglesias o incluso juntas de vecinos, si es que a la persona no se le va a velar en algún lugar planificado de antemano (sea en la misma casa u otra parte). Muchas veces, desde la misma funeraria se preocupan de activar el nexo con el cementerio, y realizar los trámites en el registro civil. Si no es así, es esencial preguntar. Hay muchos trámites posteriores que se deben realizar, pero que pueden esperar: liquidación de pensiones, posesiones efectivas, liquidación de cuentas en los bancos, deudas, etc.

Además, se debe disponer del cuerpo de nuestro ser querido, vestirlo y algunas veces limpiarlo. En particular si la muerte ocurrió en una casa. No, nadie lo hace por uno. Una vez que llegan con la urna, también se le debe dejar en su interior. Es muy importante solicitar que se le realice un tratamiento anti-descomposición, para el tiempo que permanecerá siendo velado. Sin embargo, si esto ocurre en un hospital, por lo general el mismo personal se preocupa de estos procedimientos.

A pesar de lo doloroso que pueda ser realizar todo esto, se debe hacer a la brevedad. No dejes pasar las horas, porque luego es peor. En particular cuando se acerca un fin de semana, pues no siempre hay lugares disponibles para velorios, y no todas las funerarias atienden de corrido. Si hacen click aquí, podrán acceder a un listado de funerarias en Chile. Para mayores detalles sobre los trámites a realizar, en esta página se explica mucho más.

¡Y no olviden respetar las creencias del difunto! O sea, no le van a organizar un funeral evangélico, si la persona es católica o musulmana, por ejemplo. Y si pidieron que se haga una fiesta, o alguna otra cosa, denles en el gusto, por más raro que les parezca. Si no lo hacen... ¡luego los más arrepentidos serán ustedes mismos!

Respecto a los roles: Cada persona reacciona de formas muy inesperadas ante la muerte de alguien. A veces, quienes pensamos que serían más vulnerables, sacan fuerzas de no se sabe dónde, y los desconocemos por completo, y los que hubiéramos pensado que serían más fuertes, quedan totalmente inhabilitados por el dolor. Cada cual toma un rol muy específico ante la muerte de alguien muy querido, y uno debe ser capaz de reconocer cuál es su situación, a fin de no entorpecer ni hacer sentir mal al resto.

Invariablemente, surge alguien que con un poco más de cabeza fría, saca fuerzas de flaqueza y es quien se lleva el peso de todo esto, y comienza a coordinar lo que ocurre. Si uno se da cuenta que empieza a tomar decisiones y a hacer trámites, y nadie más lo hace… uno mismo es esa persona.

En cambio, si uno se siente repentinamente traspasado por el dolor, e incapaz de ayudar… hay que aceptar que estás en esa situación, y dejar que quienes se encuentran más enteros, cumplan con lo que deban hacer. Si uno se da cuenta que otros ya tomaron la iniciativa, lo natural y adecuado es ofrecer ayuda... y de seguro nos asignarán algo que hacer.

Lo importante es mantener la cordura y la paciencia. Y en lo posible el orden. Si se cae en la desesperación, todo se convierte en un caos, y es aún peor.

...Y para quienes están "afuera"

Lo único necesario, realmente esencial, es su presencia. Con esto, demuestran que se preocupan tanto de quien murió, como de su familia.

Basta con dar las condolencias: “Todas mis condolencias, lo siento mucho” y un abrazo. Sí, es suficiente. Como les mencionaba, lo que se valora es el hecho de estar ahí. No es necesario enredarse explicando por qué no saben qué decir en esos momentos, o contar por qué se demoraron tanto en aparecer. Lo que importa, es que están ahí.

Sea útil. ¿Qué quiere decir esto? Si uno llegó al velorio, quiere decir que los trámites más pesados ya ocurrieron. Sin embargo, aunque la presencia de uno es lo esencial, no es necesario pedir permiso para empezar a ayudar con labores menores, como por ejemplo, servir café, lavar loza, prender velas, e incluso recibir y acomodar ofrendas florales, etc. En resumidas cuentas, alivianar un poco el peso de la organización. Porque del resto, las personas de "adentro" ya se encargaron.

No le hagan el quite al tema. Es obvio lo que está pasando, no le hagan el quite si es que se empieza a hablar de ello.

No está mal reír. Sería insoportable estar las 24 horas del día sufriendo, por lo tanto, si ven que se relaja un poco la conversación, no teman reír. Obviamente tampoco van a agarrar para el chacoteo el asunto, hay que ubicarse.

Nunca jamás hagan lo siguiente:

  • Nunca le digan a nadie cómo llevar su duelo, o cómo sentirse. Hay personas que se desesperan, otras que se desarman por completo, y otras que no derraman una sola lágrima. Hay quienes se enojan con la vida, con Dios y con el diablo, y otros que encuentran consuelo en sus recuerdos. Algunos evaden y otros conversan del tema. No hay una forma "correcta" de llevar el dolor, y cada uno lo hace de la mejor forma que puede. Uno no es quién para decirles cómo sentirse o como reaccionar ante una pérdida de ese tipo. Ya llegará el tiempo de evaluar si la forma en que se está enfrentando el duelo es sana o no, y de buscar ayuda profesional de ser necesario, pero ese momento no es el velorio.
  • No intenten convencer a los deudos de sus creencias religiosas o escépticas, sea cuales fueren. Existen momentos mucho mejores que intentar evangelizar sobre las bondades de tal o cual sistema; porque uno está preocupado más de su propio dolor, que de satisfacer el ego devorador de quien quiere imponer creencias o escepticismos en un momento así.
  • No cobren deudas de ningún tipo, monetarias, sentimentales o las que fueren. Repito: No cobren deudas. Recientemente, una persona que conozco, ya no es vista como parte de su familia, por cobrarles una deuda del difunto precisamente en esos momentos. No lo hagan. Además, es muuuuy rasca.

En resumen, hay que ser ubicados y respetuosos.

Y en los días que sigan...

Háganse compañía. No puedo recalcar esto lo suficiente. No es necesario ni evitar los temas, ni repasar una y otra vez todo lo ocurrido, uno sólo necesita que lo acompañen, para no sentir tanto el vacío de la persona que se fue. Apóyense y dense el tiempo para estar con el otro y para escucharlo. Estén ahí, y no le digan a nadie como llevar su duelo. Sólo... estén ahí. 

¿Qué aconsejas tú?