Imagen: Pat Martino / Wikipedia

Pat Martino: el jazzista que aprendió a tocar dos veces

Era un consumado jazzista hasta que una malformación cerebral obligó a extirparle casi todos sus recuerdos y conocimientos de guitarra. Reaprender la guitarra no solo le volvió a llevar a la cima, sino también, le permitió recuperar su pasado.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2015-09-02 | 07:00
Tags | música, artistas, músicos, jazz, discapacidad, superación

Se recomienda acompañar la lectura de este artículo con la música del siguiente video:

Hacer una carrera musical no es cosa fácil: no solo se trata de aprender a tocar bien un instrumento y manejar teoría musical; para surgir hay que tener buenas habilidades sociales, ser ordenado con las finanzas y estar dispuesto a trabajar duro, sin horarios ni ingresos estables. Visto desde el paradigma de las inteligencias múltiples de Gardner, quien dedica su vida a la música debe desarrollar prácticamente todos los tipos de inteligencia.

Pero si echar a andar una carrera musical es difícil, ¿imaginas lo que debe ser este realizar este esfuerzo dos veces, partiendo nuevamente desde cero? Pues sí, hay un personaje al que le sucedió, y su historia es de lo más curiosa.

"Mi nombre es Pat Martino... o eso dicen"

Pat “Martino” Azzara nació en Filadelfia el año 1944, hijo Carmen “Mickey” Azzara, un cantante conocido en la escena local, que en su momento tomó algunas lecciones de guitarra con el mismísimo pionero del jazz Eddie Lang. Fue Mickey quien acercó al pequeño Pat a la música, llevándolo consigo a cuanto concierto podía.

Comenzó a tocar guitarra a los doce años, y durante su adolescencia recibió instrucción musical de su profesor Dennis Sandole, quien también hacía clases a un chico afroamericano con el que Pat se juntaba a tomar chocolate caliente y conversar de música. Este chico se llamaba John Coltrane.

Siendo muy joven Pat Martino fue convidado a trabajar con músicos famosos, como “el rey del twist” ChubbyChecker, o el líder de Big Band Lloyd Price, en cuya banda Pat era el único músico blanco.

Sin embargo, la verdadera vocación del joven guitarrista era el jazz. Y no tardó en ser llamado por diversos músicos para trabajar tanto en conciertos como en estudio. Con menos de 25 años, Pat Martino ya figuraba en los créditos de importantes discos de John Handy, Jack McDuff, Don Patterson y Willis Jackson. Y por supuesto, como solista también se hizo conocido rápidamente.

Y aunque su carrera subía como la espuma, preocupantes achaques y molestias empezaban a manifestarse en el aún joven músico. Fuertes dolores de cabeza y episodios epilépticos (uno de los más dramáticos fue en medio de su presentación en el Riviera Jazz Festival, en Francia, ante más de 200.000 personas) se hicieron cada vez más frecuentes durante la década de los ’70. Claramente algo no andaba bien.

Los diagnósticos eran variados: algunos médicos dijeron que era trastorno bipolar, otros que sufría de esquizofrenia. Pero no fue sino hasta 1980 cuando descubrieron (a la mala) que Pat Martino tenía una malformación congénita en el lóbulo temporal izquierdo de su cerebro, que con el paso de los años creció hasta repentinamente provocarle un aneurisma que casi le cuesta la vida. Lo tuvieron que operar y logró sobrevivir a la riesgosa cirugía, pero no la sacó gratis: tuvieron que extirparle casi tres cuartos de su lóbulo temporal izquierdo, la zona del cerebro relacionada con la memoria, la música y el lenguaje. Y ahí vinieron los problemas.

Cuando Pat Martino despertó su memoria estaba prácticamente en blanco: no reconocía a sus padres, no recordaba nada de su pasado y no era capaz de tocar guitarra.

Pat volvió a casa de sus padres y desde ahí vivió su rehabilitación. Cada sábado su padre ponía sus álbumes en el tocadiscos de la casa y se los mostraba. Pat veía su nombre y su cara en las portadas de los discos, pero estos no significaban nada para él. No lograba conectar con ese rostro y esa música que, en efecto, eran suyos. Parecía que sus esfuerzos y los de los médicos eran en vano. No lograban devolverle sus recuerdos, ni tampoco sacarlo de la depresión.

Hasta que Martino volvió a tomar su guitarra.

Todo comenzó cuando John Mulhern, amigo de Pat y antiguo discípulo suyo en la guitarra, llegó a visitarlo y comenzó a tocar para él. Antes de la amnesia Martino retaba a Mulhern cada vez que este último tocaba un acorde con séptima mayor (muy usado en el jazz). Ese día el discípulo quiso probar tocando deliberadamente un acorde de este tipo y ver qué pasaba. Al hacerlo, aparentemente tocó una fibra en la mente de su mentor y amigo.

“Hazte a un lado”, le dijo Martino. Entonces tomó la guitarra y se puso a tocar.

Rápidamente sus habilidades volvieron, y con ellas comenzaron a reaparecer sus recuerdos.

En los meses siguientes el proceso fue como descubrir pasadizos secretos a habitaciones de su mente que se creían cerradas. Mientras más tocaba, más flashes de memoria iban apareciendo en la mente del guitarrista. Algunas cosas eran memoria muscular, otras eran recuerdos emocionales. Lo cierto es que a medida que iba recuperando su identidad, se daba cuenta de lo placenteros que eran estos recuerdos con los que se reencontraba, y la depresión en la que se hundió luego de la operación se fue disipando poco a poco.

Pat Martino en el Festival de Jazz de Colina (2014). Foto por: I. Municipalidad de Colina

Estudios científicos han concluido que la improvisación musical tiene potentes efectos en nuestro cerebro. A diferencia de tocar de memoria o mediante la lectura de partituras, quien improvisa va componiendo y tocando a la vez, lo que es un doble ejercicio para la mente. Dicho en otras palabras: los músicos, en especial los que manejan la improvisación, son como fisicoculturistas de su cerebro.

En el caso de Pat Martino la música ayudó a crear nuevas conexiones que, al momento de la operación, conservaron sus recuerdos y habilidades. Algo así como una reserva para casos de emergencia. Era solo cuestión de encontrar la forma de acceder a sus recuerdos y estos volvían a estar ahí.

Diez años después de su último disco, proféticamente llamado “Exit” (“Salida”), Martino retomó su carrera musical con el disco “TheReturn” (“El Regreso”), lanzado en 1987. Desde entonces no solo ha recuperado la calidad musical que había perdido, sino que ha continuado creciendo en técnica e innovación. Fuera de ser una anécdota pintoresca o un duro caso de superación, lo suyo es genialidad pura: su habilidad lo ha posicionado como uno de los mejores guitarristas de jazz de la actualidad y de todos los tiempos.

Hoy Pat Martino tiene 71 años y sigue más activo que nunca. Recorre el mundo dictando clases magistrales y ofreciendo conciertos en todo tipo de escenarios de diversos países, incluido Chile.

Su historia de vida ha sido material de estudio para neurólogos y psiquiatras y, aunque hay aún vacíos en su memoria a los que nunca podrá acceder y a veces le cuesta trabajo dar con ciertas palabras, su recuperación es un caso único tanto para la música como para la neurociencia.

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