Imagen: Rodrigo Avilés

¡No te compres pomadas! Aprende a reconocer las falacias más comunes

Abogados que hacen ver al victimario como la víctima; políticos que convencen a la gente de las ideas más descabelladas; mitos urbanos que prenden como pasto seco... ¿cómo es posible? Fácil, utilizar falacias que suenan convincentes, pero son totalmente falsas. Aprende a reconocerlas y serás mucho menos incauto.

Por Juan Reyes | 2015-09-15 | 07:00
Tags | falacias, mentiras, falsedades, verdad, debates, retórica, política

Una falacia es un argumento en apariencia correcto, pero que en realidad carece de respaldo o no tiene relación con lo que se desea concluir. La palabra falacia proviene del latín “fallacia”, que significa engaño. Uno de los primeros pensadores en identificar y clasificar las falacias fue Aristóteles.

Falacias hay para todos los gustos. Algunas intentan justificar una conclusión apoyándose en una razón irrelevante, como por ejemplo la descalificación personal; mientras que otras simplemente se apoyan en analogías muy débiles: como apelar a una anécdota para generalizar. Otras falacias tienen relación con las probabilidades, como es la falacia del jugador y algunas se pueden expresar fácilmente en términos lógicos, como la afirmación del consecuente. Lo que tienen en común todas ellas es una sola cosa: un error de razonamiento, que para mala fortuna, puede sonar muy convincente.

Las falacias guían la discusión hacia conclusiones incorrectas. Quien las puede detectar, tiene más herramientas para enfrentar cualquier debate o discusión. Por eso, revisemos a continuación algunas de las más comunes:

Apelar a una autoridad (ad verecundiam) 

Consiste en asociar la veracidad de la afirmación al nivel de la autoridad. Por ejemplo: "Todos los humanos podemos girar la cabeza en 180° si nos concentramos lo suficiente, te lo digo yo, que soy doctor". 

Ni aunque lo diga el mismísimo Einstein; una autoridad no tiene la facultad de hacer que lo incorrecto se convierta en correcto por arte de magia (aunque más de un político y economista parece pensar lo contrario). No hay que olvidar que la veracidad o falsedad de una afirmación no depende su emisor.

Las autoridades también se equivocan. Albert Einstein creía que el universo se comportaba de manera determinista, que podíamos medir la posición y velocidad de las partículas para predecir su comportamiento. Reflejaba su pensar en su famosa frase: “Dios no juega a los dados”. El tiempo demostró que estaba equivocado; llegó el principio de incertidumbre de Heisenberg, que dice que al observar partículas subatómicas, no se pueden medir la velocidad y la posición de manera exacta al mismo tiempo. El sólo hecho de observar, cambia lo que se está observando.

Apelar a una autoridad “imaginaria” 

Intentar apoyar el argumento en los dichos o creencias de una autoridad no verificable, como los científicos, los expertos, los doctores, etc. Por ejemplo: "Los científicos dicen que sólo usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral".

El problema de esta manera de argumentar es que no se apoya en hechos verificables, no hay una fuente que consultar para responder a las preguntas ¿qué científicos? ¿qué estudio? ¿cómo se llegó a esa cifra? ¿por qué 10%?

Este es un tipo de falacia muy extendida en el debate de políticas públicas: habitualmente las partes interesadas disparan datos a diestra y siniestra para justificar sus posturas, que rara vez vienen acompañados de alguna fuente verificable y que, en muchas ocasiones, resultan totalmente falsos o descontextualizados.

De paso deben saber que es un mito que usamos sólo un 10% de nuestro cerebro; hoy sabemos que todo el cerebro se utiliza, si bien no al mismo tiempo. Es más, si una neurona no se utiliza, muere. 

Generalizar desde una evidencia anecdótica 

Utilizar una anécdota para justificar una posición, como si esta fuese cierta para todos los casos. Por ejemplo: "Tengo un tío que se fumaba 10 cajetillas diarias y nunca se enfermó, fumar no es tan peligroso".

Una anécdota no es una fuente confiable de argumentación, es un caso aislado, sin evidencias verificables y no necesariamente va a reflejar una regla general. Sin embargo, dado que habitualmente vienen en formato de historia y tienen componentes emocionales y de credibilidad mayores que las frías cifras (¡conozco a la persona que le pasó!), solemos asignarles más validez de la que realmente tienen.

Por eso, por muy seductora que sea la historia que te cuenten, recuerda que para sacar una conclusión general, se requiere de evidencia estadística confiable.

Falacia del hombre de paja

En una discusión o debate, asociar la posición del oponente a una idea fácil de refutar, caricaturizando su posición. Se refuta un argumento ficticio en lugar del argumento real del oponente.

Por ejemplo:

Pablo: "Usar hilo curado para elevar volantines es jugar con la vida de otros, deberían prohibirlo".
Juanelo: "Prohibir el hilo curado es tan absurdo como prohibirle a los perros ladrar".

Aquí Juanelo se está yendo por la tangente, creando un argumento sencillo de refutar para ridiculizar a su oponente, aunque en realidad no ha entregado ningún argumento sólido para contrarrestar el juicio de su interlocutor.

Apelar a la ignorancia (ad ignorantiam) 

Apoyar la veracidad o falsedad de una afirmación en la ausencia de conocimiento. Por ejemplo: "No hay pruebas de vida extraterrestre, por lo tanto, no existe".

Que no se tenga evidencia de vida extraterrestre no implica que no exista. Simplemente no se sabe. El desconocimiento no se puede usar como argumento para afirmar o refutar la existencia de algo

Un área donde esta falacia ha sido usada extensamente, es para negar la responsabilidad del hombre en el cambio climático. Pese a los abundantes indicios y evidencia que indican nuestra responsabilidad, los opositores a la idea alegan que aún no se ha podido "probar fuera de toda duda" que el hombre es el verdadero causante del calentamiento global, y por lo tanto, deducen que este no tiene responsabilidad alguna al respecto.

Y volviendo a los hombrecillos verdes, hay una famosa ecuación, conocida conocida como la ecuación de Drake, que estima en base a las observaciones empíricas del universo, la probabilidad de existencia de vida en otros planetas.

Apelar a una práctica común (ad populum) 

Un favorito de los políticos (al menos cuando la opinión popular coincide con sus propias ideas, no así al revés): Concluir que una afirmación es cierta porque la mayoría así lo cree. Por ejemplo: "Todos creen que se aproxima el fin del mundo, por lo tanto, es cierto".

La verdad no es democrática, la veracidad de una afirmación no depende de la cantidad de personas que la crean cierta. Por ejemplo, antes del descubrimiento del helicobacter pylori, causante de las úlceras gástricas, la creencia común era que una bacteria no podría sobrevivir en el medio ácido del estomago. Les contamos esta sabrosa historia científica con anterioridad en esta columna.

Afirmación del consecuente 

También conocida como error inverso. Consiste en asumir que si A ocurre como consecuencia de B, la relación inversa también se cumple: La ocurrencia de B implica necesariamente la existencia de A.

Por ejemplo: "El ébola produce fiebre. Ahora tengo fiebre, por lo tanto, tengo ébola".

Es cierto que el ébola produce fiebre (entre muchos otros síntomas), pero no cualquier fiebre implica que uno se ha contagiado de ébola. Este error explica por qué los médicos se irritan tanto cuando llegamos a sus consultas con el diagnóstico ya hecho por el solo hecho de que algunos síntomas nos resultan familiares de experiencias pasadas (o porque coinciden con algo que vimos en internet).

Causalidad falsa (post hoc ergo propter hoc)

Se asume que si un evento ocurre después de otro, el primer evento produjo el segundo. Por ejemplo: "Cada día canta el gallo y luego sale el sol, por lo tanto el sol sale porque canta el gallo".

Que un evento ocurra después del otro, no implica que estén relacionados, pueden ser eventos totalmente independientes... por suerte los gallos no controlan la salida del sol.

Causa y efecto (cum hoc ergo propter hoc)

Concluir que dos o más eventos están relacionados porque ocurren simultáneamente. Por ejemplo: "La delincuencia ha bajado, el consumo de helado ha subido, por lo tanto, consumir helado combate la delincuencia".

Varios eventos pueden ocurrir simultáneamente y no tener ninguna relación entre sí. Por lo tanto, no se puede concluir que el consumo de helado y la delincuencia estén relacionados, puede tratarse de una mera coincidencia. ¡Lástima! Me hubiera encantado ver carros de helado policiales...

Falacia del jugador 

Asumir que los resultados previos de eventos independientes pueden influir en el futuro. Por ejemplo: Al lanzar una moneda y obtener 10 caras seguidas, creer que es más probable que salga sello porque se han obtenido muchas caras.

Cada lanzamiento es independiente de lo que haya ocurrido anteriormente. Es tan probable que salga cara o como que salga sello.

Uno de los eventos más famosos en donde la gente perdió dinero debido a la falacia del jugador, fue en el año 1913, en el casino de Monte Carlo. En la ruleta, la bola cayó en negro 26 veces seguidas. Ya les hablamos de esta falacia con anterioridad en esta columna.

Apelar a la descalificación personal (ad hominem) 

Consiste en concluir que algo es falso basándose en un defecto de quien lo afirma. Por ejemplo: "Si lo dice Juanelo no es verdad porque Juanelo es un mentiroso".

La veracidad de la afirmación no depende de si Juanelo es mentiroso o no. Recordar que la veracidad de la afirmación es independiente de su emisor. Si bien los antecedentes de aquel que emite el mensaje nos pueden poner en alerta sobre posibles sesgos y falsedades que tiende a cometer con frecuencia, el solo hecho de que la afirmación provenga de él, no la hace automáticamente falsa o verdadera.

Estas no son todas las falacias, hay decenas de ellas (aquí puedes ver muchas más). Sin embargo, conocer algunas te da una idea y una base para identificar las más comunes. Además, todos los expertos dicen que conocer las falacias te puede ayudar a no ser engañado ¿o es una falacia?...

¿Qué otro tipo de falacias conoces?