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3 razones para trotar sin música

¿Qué pasa cuando te quitas los audífonos y estás atento a tus pensamientos y tu entorno? Cosas geniales.

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Desde que no tenemos tiempo los gimnasios y el trote han ganado prestigio. Entre dedicar dos horas a jugar tenis o 6 para escalar una montaña, cada vez somos más los que nos hemos quedado con los 45 minutos de trote, que permiten volver rápidamente a seguir haciendo cosas “útiles”.

En esta sociedad huracanada, se ha metido la idea de que no tenemos tiempo para pensar… “es que no hay espacio para lo que no es útil” suele ser el sesudo argumento. Y eso nos lleva, entre otras muchas cosas, a escuchar canciones cada vez que podría haber riesgo de silencio, como una cosa automática, evidente, de toda lógica.

Llevo años trotando dos veces a la semana con música, hasta que probé hace un mes salir a la calle sin el “bastón polifónico" y me sorprendí: de pronto me di cuenta de al menos 3 buenos argumentos para mantener uno de los dos trotes semanales sin audífonos.

  1. Trotar sin estar “enchufado” a Spotify traslada la atención del ritmo de las melodías a las reflexiones de la mente y del alma. Súbitamente uno se pone a pensar en los seres queridos, en la trascendencia de la vida, en buenas ideas, etc. Sin duda que no se trata de algo “útil”, ni de “un medio para conseguir otra cosa”, pero sí se entra al terreno de lo que es un fin en sí mismo: tranquilidad, paz, felicidad…y ¿no es eso lo que buscábamos desde un principio?
  2. El silencio permite apreciar mejor la naturaleza: no es que antes no la "viéramos", es que ahora la “contemplamos”, y la diferencia es maravillosa. Es como la distinción entre ver sólo toneladas de agua salada o contemplar la suavidad de las olas en un mar misterioso.
  3. Cuando se está “con el enchufe” es fácil desconectarse, sin pensar en nadie, en cambio liberarse del aparato por 45 minutos permite abrirse más a los demás, ver los rostros, pensar en las demás vidas. En la experiencia que tuve el mes pasado, probé con sonreír a otros runners, y la respuesta fue genial: todos me devolvieron la sonrisa, duplicada.

En fin, los animo a probar. Seguro que descubrirán nuevas perspectivas de modo que un simple trote se pueda convertir en un verdadero paseo hacia la propia interioridad, la contemplación de la naturaleza, y la interacción alegre con los demás.

¿Y tú? ¿Trotas con o sin música?