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Terremotos con niños: ¿cómo afrontarlos?

Si para un adulto un terremoto puede ser una experiencia aterradora y traumática, para un niño lo es aún más, pero ciertos cuidados previos y estrategias durante y después del sismo, pueden ayudarles a superar el susto de mejor manera.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2015-09-24 | 12:44
Tags | Terremoto, temblores, consejos

*Esta nota fue originalmente publicada en 2015, hoy la destacamos en vista de los recientes sucesos en la región de Coquimbo.

Chile es un país sísmico, y quienes vivimos en él debemos aprender a convivir con esta realidad. La forma en que este hecho incide en la vida de cada uno es variable y tiene que ver, en parte, con características de personalidad y experiencias previas. Por ejemplo, las personas que necesitan tener todo bajo control pueden verse más afectadas, pues los temblores implican en sí un evento incontrolable e impredecible. No se sabe cuándo puede ocurrir, ni su magnitud ni los alcances que éste tendrá.

¿Qué pasa con los niños en un país que cada cierto tiempo se ve remecido por un terremoto?

En primer lugar, es importante comprender que a lo largo de la infancia los niños van configurando su visión y comprensión del mundo, lo que implica comprender, entre otras cosas, qué son y cómo ocurren los diversos fenómenos naturales. Esto lo hacen a partir de la interpretación que sus padres y otras figuras cercanas le dan a cada una de las experiencias vividas. Es decir, a través de las significaciones que los padres hacemos de la realidad, le damos un sentido a lo que los niños ven en el mundo. Por ejemplo, si cuando está nublado decimos que el día “está feo”, para ellos la ausencia de sol será un paisaje poco atractivo. Si ante la lluvia dejamos de funcionar, para ellos la lluvia será un fenómeno paralizante. Los niños le dan significado a los fenómenos del mundo en el que viven, en gran medida, a partir de las actitudes y significados que los propios padres les asignamos.

Nuestras reacciones actúan de cierto modo como un filtro a través del cual las distintas experiencias son asimiladas y procesadas por el niño. Por eso, ante un sismo es clave que nuestra reacción sea proporcional a la magnitud el evento, de modo que ellos puedan construir una interpretación realista. No es recomendable que vean en sus padres una reacción catastrófica (que frente a un evento de magnitud leve reaccionemos como si fuera muy grave), sino que nos vean actuar de un modo ponderado y acorde al contexto, sin sobrerreaccionar ni sobredimensionar.

Qué hacer antes de que ocurra un sismo

1. Conversar con los niños y explicarles que Chile es un país sísmico, normalizándolo y mostrándolo como un fenómeno de la naturaleza más, como la lluvia o las olas del mar. Explicarles que la tierra está compuesta por distintas placas y un temblor ocurre cuando éstas se quieren acomodar y por eso sentimos el movimiento. Esto es muy importante que entiendan que se trata de un fenómeno natural, que no obedece a una causa humana. Algunos niños pequeños, por las características de su pensamiento, pueden pensar que el terremoto tiene sus causas en malas acciones cometidas por ellos u otras personas, que obedecen a una especie de “castigo” u otras interpretaciones fantasiosas.

2. En estas conversaciones darles un espacio para que ellos puedan preguntar y aclarar sus dudas y temores.

3. Entregarles nociones básicas de autocuidado en caso de sismo. Al normalizar el fenómeno y hacerlos conscientes de que puede ocurrir un movimiento telúrico, hay que decirles qué hacer ante esta situación. Primero, poner énfasis en que siempre estarán bajo el cuidado de un adulto que se hará responsable y a quien debe obedecer en caso de emergencia. También enseñarles que deben alejarse de los vidrios y objetos que se puedan caer y que es muy importante mantener la calma, no salir corriendo ni usar ascensores.

4.Los padres debemos tener pensado de antemano un plan de acción frente a la emergencia. Por ejemplo, tener establecidas cuáles son las zonas seguras del recinto, dejar a mano una linterna por las noches y, si se está en la costa, dónde debe evacuar. Cada familia debe establecer cuál es su plan de acción según su realidad. Esto ayudará a enfrentar de mejor manera cualquier eventualidad.

Qué hacer durante el sismo

1. Independiente de la magnitud del temblor o terremoto, siempre hay que reaccionar con tranquilidad. Se debe evitar caer en pánico, gritar, salir corriendo, u otras reacciones de llanto y descontrol. En caso de saber que el terror es superior al autocontrol y esto no se pueda evitar, procurar que sea otro adulto el que se haga cargo de la situación durante el movimiento telúrico.

2. El actuar y hablar del adulto debe transmitir un mensaje de seguridad al niño, de que hay una persona a cargo de él que sabe lo que está haciendo y lo que es mejor en esa situación. Para ello hay que mantener una voz tranquila pero firme.

Qué hacer después de que ha ocurrido un evento telúrico

1. Tener un espacio para hablar con el niño de lo que pasó, recogiendo las inquietudes y dudas que pueda tener. Invítelo a que pregunte, exprese sus miedos y preocupaciones. Hay que lograr entender los significados que él le ha dado a la experiencia que vivió. Por ejemplo, si le da susto, ¿a qué es? ¿a quedarse solo? ¿a morir? ¿siente algún grado de culpa por algo de lo ocurrido? El niño debe sentir que sus padres validan su miedo, no que desvalorizan su emoción con frases como “no hay que tener miedo, no pasa nada”. Como padres debemos decirles que es normal tener susto, que a todos les puede dar miedo.

2. Ayudar a asumir un criterio de realidad sin mentir ni ocultarla. Esto implica no evadir lo ocurrido, sino mostrar lo que pasó. Tampoco podemos decirle que no volverá a pasar, porque eso no es real y ante otro evento similar, se pierde la confianza.

   a. Si no hubo daños mayores: explicar al niño lo que sucedió en forma simple. Se movió la tierra, pero Chile está       construido para enfrentar los movimientos de la tierra. Decirle, por ejemplo, que se cayeron piedras, se rompió algo,   pero no pasó nada grave. 

  b. Si hubo daños o pérdidas mayores: darle al niño contención y vivir los duelos que correspondan, ya sean   materiales o personales. Asumir dicha pérdida y vivir como familia el proceso de duelo. Los padres deben evaluar   también si son capaces de manejar ellos mismos la situación, dándoles seguridad física y emocional o si requieren   de una ayuda especializada. Puede ser que el menor desarrolle cuadros de estrés postraumático, que reviva lo   sucedido constantemente, que no duerma bien o tenga crisis de angustia, por lo que hay que estar atento y pedir   ayuda de ser necesario.

3. No sobreexponer al niño a la temática del terremoto. Evitar que sea el único tema de conversación que escucha e intentar que no reciba información que no es apropiada para su edad. Cuidar la exposición a la información entregada por los medios de comunicación.

4. Ante cualquier escenario, con o sin daños, si un niño tiene síntomas de ansiedad, no pedirle que se “haga el valiente”. Él necesita ver a sus padres como figura contenedora y para ello debemos ser más flexible, acompañarlo, que vea una respuesta real a su necesidad afectiva. La noche suele ser una instancia donde reaparecen los miedos. Si es así, decirle por ejemplo, “Entiendo que tienes miedo, pero si viene temblor yo vendré a verte” y si no puede dormir, acompañarlo un rato en su cama, contarle un cuento o darle un baño de agua tibia. Si se pasa a la pieza de los padres, aceptarlo como una excepción, aún cuando estas actitudes no sean parte de las normas de la casa. Hay que tener la capacidad de flexibilizar ciertas reglas, de modo que el niño sienta que sus padres están presentes y cuidándolo.

5. Los niños, sobre todo más pequeños, a veces elaboran sus emociones a través del juego o del dibujo. Así como el adulto lo hace conversando, ellos lo hacen jugando. Por eso si vemos que el pequeño está jugando a que hay un temblor o hace un dibujo del terremoto, no debemos asustarnos ni cambiarle el tema, es sano que jueguen y se expresen por esa vía.

6. Seguir haciendo la vida lo más normal posible. Debemos mostrar a los niños que la vida sigue tal cual como era, ésta no se paraliza y cada uno debe seguir funcionando como siempre. De lo contrario, el pequeño percibirá, por más que le digamos que todo estará bien, que la vida cambió y eso le generará más temores.

¿Qué aconsejas tú?