Está de moda pelar los colegios de nuestros hijos. Lo veo en Facebook y en el ambiente se escucha cierto rechazo al sistema educativo de los cabros a los que les cortamos las uñas todas las semanas. Trabajo hace dos meses en un colegio del que soy apoderada y ex alumna y lo asombroso… me he llevado la mejor impresión del lugar. Parecerá campaña de marketing, publirreportaje, venta de pomá, pero aquí daré mis 5 razones de por qué (si elegimos el colegio correcto para nuestros estilos familiares e hijos) puede ser un GRAN lugar de felicidad para nuestros herederos.
Es un deporte criticarlos, encontrar que todo se podría hacer de otra manera e incluso corregirlos. ¿Hay profesores pencas en Chile? SÍ. Pero, ¿la mayoría hace su pega con vocación y cariño? TAMBIÉN. Todos los días soy testigo ocular de cómo los profesores ponen los mejor de sí con los recursos que tienen para hacer que sus alumnos sean mejores personas, más inquietos intelectualmente y veo como los escuchan, acogen y acompañan en ese difícil proceso que se llama crecimiento. Hoy está muy difícil el tema para los docentes. No pueden abrazar a los niños porque puede ser acoso y si no los contienen son fríos. En buena… es más fácil ser suegra que profesor.
Que hay que cambiar metodologías, que las clases tienen que ser más interactivas, que la educación tradicional pasó de moda son todas verdades del porte de la catedral de Chillán. Pero los niños aún se maravillan con el poroto que crece en un vaso plástico, la mezcla de los colores delas temperas, jugar a hacer rimar las palabras y esa cochiná que odio por hedionda y ruidosa que se llama flauta, también es una realidad. Los adultos somos complejos, pero los niños aún tienen capacidad de asombro. Hay cosas fomes, aburridas y repetitivas como la tabla periódica… pero ¿no las hay también en la vida y en los trabajos que todos tenemos? Aquí me ganaré muchos troleos, pero creo que incluso eso es un aprendizaje para la vida, la educación frente a la adversidad y la resistencia frente al aburrimiento. La vida no es una montaña rusa permanente, también se aprende de cosas lateras, como el canal del senado.
Los recreos son la felicidad: Punto final. Suena esa campana que todos los vecinos odian, pero que para los alumnos es sinónimo de jolgorio y alegría. Saber que tu mamá te mandó una Negrita y no un pan con dulce de membrillo, saltar el elástico, jugar una pichanga, tomar sol con Coca Cola en las piernas, cahuinear, jugar al luche, comprar un manjar duro en el quiosco, son los pequeños detalles que los trece años te hacen la vida. 8 de cada 10 niños según mi INE personal disfrutan el recreo y es parte fundamental de la construcción de amistades de la infancia.
Más de alguno me comentará que su experiencia no fue así, que odia al que se sentó al lado suyo en cuarto básico y que el origen de su depresión tiene como causal el curso que le tocó. Y juro que les creo. Pero somos muchos (y me arriesgo a decir que la mayoría) los que hicimos grandes amigos en nuestra época escolar. Tengo amigas increíbles que conocí de vieja, grandes vecinas y partners que son mis íntimas, coapoderadas, compañeras de la vida, pero mis amigas del colegio son las que me vieron con la chasquilla con laca Dúo, las que me sobaron la espalda cuando me patearon por primera vez, las que me acompañaron a sicopatear al pololo de turno y con las que comparto tallas since 1989. Hoy podemos ser distintas, tener gustos diversos, discutir sobre temas fundamentales, pero hay una historia que nadie nos puede quitar y que se escribió a punta de risas, llantos y jugosidades en el colegio que nos vio crecer.
Aquí hay que ser responsable como familia. Elegir un colegio que en la mayoría de suproyecto educativo nos identifique. Si una morsa es más activa que tu clan, piensa si el colegio deportivo es el tuyo. Si no crees ni en ti mismo, por muy bueno que sea académicamente no elijas el más confesional. Entra,mira, huele e infórmate. Porque son 13 años en los que estarás ligado a esa comunidad y si bien todo se puede mejorar, personalmente creo que es importante que en la mayoría de sus propuestas estés de acuerdo. Y cuando eso pasa (sin negar que uno puede y debe decir todo aquello que consideras que es perfectible) la ecuación es muy bacán. Es bonito pertenecer a un grupo, ser parte de una mística y sentirse orgulloso de compartir con personas a las que las convocan ideales parecidos. Mi papá tiene casi 70 años y mira con cariño profundo su colegio. Yo recuerdo mis años escolares con mucha felicidad y mi marido es un agradecido de lo que aprendió en el suyo. Y los tres son colegios MUY distintos. Y ojalá que mis niños recuerden estos años como una época de amistad, entretención, exigencia, esfuerzo y profundo aprendizaje. Porque al final, la vida misma es así.