Hace unas semanas atrás escribí acerca de las actitudes matapasiones de los hombres, columna que causó bastante polémica. Combos iban, combos venían. Gente enojada y mucho trolleo, que asumí como parte de este cuento de escribir columnas.
Hoy, como un acto kamikaze, hablaré de algunas actitudes que los hombres aborrecen de una mujer. Antes de que me hagan bolsa, les diré que las consulté con hombres. Dato que al final da lo mismo, porque sé que habrá mucha gente que se enojará igual. Pero queridos, bajemos un cambio. Es una columna, nada más, veraniega y que trata de mostrarles lo que para muchos son señales para decir NEXT.
Sabe cuantas reuniones tienes al día, los cumpleaños de tus amigos, te tienen puesto el GPS en el celular, cuando vas al baño revisa tu wasap y mira las boletas que se te quedaron en el pantalón. Todas tenemos algo de psaico, no nos hagamos las cuchas, pero llegar a conocer hasta el DICOM de la secretaria del marido puede ser un poco extremo. En mi mini encuesta Adimark de Meiggs, descubrí que los hombres aborrecen que uno le pegunte hasta los más mínimos detalles de una situación “¿Y quién estaba?”, “¿Qué había para comer?”, “Quien te llamó a las 9.03?” son preguntas que lo hombres odian más que una tarde de teleseries venezolanas. Para esas preguntas tienen a sus mamás. Aunque asumo que este punto, por mi interés periodístico, es uno de los que más me cuesta dominar.
Un vecino me dio este tip. “Qué latera esa que pregunta hasta el aro que se pone”. “¿Me veo bien?”, “¿Estoy gorda?”, “¿Parezco butifarra?”, “¿Me amas?... ¿Cuánto? ¿Más que a tu ex?”. Esa mujer que no está segura ni de cómo se llama le da mucha lata a un hombre. Yo asumo que hartas veces pregunto cómo me veo, pero cuando cacho que el caballero con el que comparto almohada me empieza a mirar como el Tila, asumo que es mejor mandarle una selfie a mis sobrinas y preguntarles a ellas si parezco un pez globo.
Acá nos reímos harto en la mini encuesta. Al parecer los hombres quieren y necesitan mujeres cariñosas, pero no taaaaan demandante ni melosas como un berlín con manjar y nutella. Las que necesitan estar abrazadas las seis horas del carrete, las que exigen 6 wasap de corazones al día, las que lloran si no las saludaron en su santo, son al parecer, mujeres de las cuales los hombres quieren salir corriendo hasta Tierra del Fuego. “Necesitamos cariño, pero déjennos respirar” parece ser la consigna. Así es que si eres de las que está pendiente de la ultima hora de conexión en wasap para mandarle las buenas noches, le regalas un peluche cuando han cumplido 87 horas de pololeo y le haces un escándalo porque te soltó la mano cuando hay 40 grados en el metro… amiga, estás en un problema.
Este ítem aplica para hombres y mujeres, en eso fueron muy enfáticos mis encuestados. Pero como la columna habla de las mujeres, nos centraremos en ellas. La invitaste a un matrimonio, la cabra se veía estupenda y tú te estabas entusiasmando, hasta que partió tomándose hasta la champaña de la madrina de la novia. Son la once de la noche y la compañera está abrazada al novio (que no conoce), lloró en el baño por el drama de una cabra de 15 a la que patearon (a la que tampoco conoce) y necesita un ventrílocuo para poder entenderle. El rímel le corre por las rodillas y ya te cansaste de quitarle los vasos del bar. Es entretenido estar con alguien prendido, pero la jugosidad da monos. Punto indiscutible.
Que latera es esa mujer que, cuando hablas, no es capaz de dejarte terminar una frase. Muchos citaron a la señora de Chespirito que en cada conferencia de prensa, se tomaba las respuestas de ese pobre hombre dominado por doña Florinda. Estás en un asado y cuentas una anécdota. Tu conquista te corrige y cuenta una más dramática. Le hablas de una negociación en la pega que estás liderando; la cabra te dice que ella hizo una igual hace diez años y que te estás equivocando. La invitas a hacer un rissotto a tu casa con una receta de tu abuela, te dice que esa no es la manera de hacerla y que ella aprendió en Italia la verdadera manera de cocinarlo. VALOR. Sal de ahí, corre a perderte como Forrest Gump.
Cuando comenzamos a salir hay ciertas cosas que son inaceptables. Una de ellas es parecer el hombre lobo. Está bien la onda natural y todo eso, pero poder hacerse trenzas con los pelos de las piernas no es algo que motive al galán que estamos conquistando. La peludez mata las pasiones, eso es un dato duro. Otra cosa es llevar ciertos años de casada, lo cual te da un comodín más flexible en el tema. Pero partir la relación pareciendo la mujer barbuda… NO. De Verdad eso no resulta.
Estás son sólo algunas de la actitudes mata pasiones que surgieron en una buena conversa con hombres. Hay muchas más y ojalá ustedes las compartan. ¿Lo peor? Me vi reflejada en varias de las seis. Y obvio que nunca revelaré cuáles son.