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Llegan las vacaciones de invierno y con ellas el tiempo libre de los niños. En su mayoría, los padres deben seguir en su rutina, trabajando, lo que les deja poco tiempo para entretener a sus hijos. A esto se suman los días fríos y la lluvia de la estación, ingredientes extra para que los niños se queden dentro de la casa. Ante todo esto, las pantallas aparecen como una solución fácil para entretenerlos y mantenerlos ocupados, evitando que se aburran.
Hasta hace un tiempo, la exposición a pantallas se reducía básicamente a la televisión o algunos juegos de consola. Hoy, la variedad es enorme, Xbox, WII, PS1, 2 y 3, smartphones, tablets, computadores, etc. los que además están constantemente al alcance de la mano de los niños, por ser cada día más portátiles.
Si bien estos juegos son entretenidos e incluso algunos de ellos pueden tener un carácter educativo, este tipo de actividades en exceso tiene riesgos significativos. No es que las pantallas sean malas en sí mismas, pero si no se usan con moderación, tienen efectos negativos sobre el desarrollo infantil.
Dentro de los principales riesgos de las pantallas se encuentra:
- Sedentarismo: el niño deja de realizar actividad física, lo que afecta negativamente en su salud. Mateo deja de correr y andar en bicicleta, perdiendo la posibilidad de desarrollar habilidades motoras.
- Pasividad: el niño pasa a ser simplemente un receptor de estímulos lo que lo lleva a desarrollar una actitud poco proactiva frente a la vida. Paula está con una amiga en la casa y se aburren porque no saben a qué jugar dado que no hay WII.
- Inhibición de la creatividad: el niño se acostumbra a que la entretención viene dada desde afuera frenando el desarrollo del pensamiento mágico propio de la edad infantil. Tomás deja de ver en una caja de cartón, una potencial nave espacial.
- Inmediatez: el niño se acostumbra a que toda la entretención debe ocurrir en forma automática, sin tener la capacidad de esperar para obtener lo que quiere. A Pedro le regalaron una caja de legos y le da lata armarlo, le pide a la mamá que se lo arme porque él solo quiere usarlo cuando ya esté listo.
- Pérdida de la capacidad para sorprenderse: el tipo de estímulos ofrecido por las pantallas son de tal intensidad que hacen que los niños dejen de gozar y disfrutar con las pequeñas cosas de la vida. María va al campo con sus padres quienes le tratan de mostrar la maravilla de un hormiguero y ella lo encuentra tremendamente aburrido.
- Individualismo: el niño está solo frente a la pantalla o incluso puede estar con otro, pero no interactúa con él. Esto lleva a que le cueste relacionarse con otros ya que disminuyen las oportunidades para desarrollar habilidades sociales y resolver problemas a través del diálogo. Se pierden las relaciones interpersonales y la calidez del contacto humano. Antonio y Francisco están sentados frente a la pantalla desde hace 3 horas. No han conversado nada entre ellos y cuando la mamá los llama a tomar té ni siquiera le responden.
- Alteración de los hábitos de sueño: las pantallas producen un nivel de activación cerebral que interfiere en las fases del sueño y por ende en la posibilidad de tener un reparador descanso. Esto los lleva a estar más cansados e irritables. Claudia se queda dormida todos los días viendo televisión y se despierta muchas veces durante la noche.
Si bien es entendible que durante las vacaciones los niños tengan una mayor exposición a las pantallas que en la rutina de colegio, como padres debemos hacer un esfuerzo adicional para ayudarlos a buscar alternativas que sean más enriquecedoras para la vida de los niños.
Algunas sugerencias:
1. Planifique en conjunto con el niño la cantidad de tiempo que destinará a interactuar con pantallas y elabore un horario en el que acuerden los momentos del día destinados a ello. Evite que los horarios de pantalla antecedan las horas de dormir.
2. Propóngale al niño actividades alternativas para que pueda desarrollar durante el día.
- Pásele una caja con materiales de deshecho tales como cajas de remedios, de huevos, rollos de confort, stickers, pegamento y lápices y desafíelo a crear algo.
- Propóngale que cocine un queque o bolitas de nuez; o que decore una torta.
- Pásele revistas y una cartulina para que haga un collage.
- Seleccione con el niño algunos dibujos del computador e imprímalos para que los pinte; si es un poco mas grande puede pedirle que invente una historia a partir de éstos.
- Construya con el niño algunos juegos de mesa sencillos, como por ejemplo un dominó con tarjetas de cartón, un memorice con dibujos de revistas, para que después el niño lo pueda jugar con sus hermanos o vecinos.
3. Revise posibles panoramas y actividades que ofrecen las municipalidades u otras entidades, aprovechando la amplia oferta en la época de vacaciones de invierno.
4. Trate de organizar turnos con otros padres para llevar a pasear a los niños.
Que las vacaciones del niño sean verdaderamente una instancia para que descanse, disfrute y se cargue de nuevas energías requiere de un esfuerzo adicional de los padres. Pero vale la pena, para que el niño en sus vacaciones no sea solo un receptor de estímulos que “mata” el tiempo sentado frente a una pantalla.