Imagen: Una familia Iñupiat, en Alaska (1929). Autor: Edward S. Curtis / Wikipedia. Edición: El Definido

Fin de un mito: los esquimales nunca tuvieron 40 nombres para la nieve

No, no tienen cientos, ni siquiera decenas de formas de referirse a la nieve. Y de hecho, el "esquimal" ni siquiera es un lenguaje. Conoce cómo se formó este mito, cuántas formas realmente tienen de referirse a la nieve y qué otro lenguaje sí tiene 40 palabras para referirse ella.

Por Alvaro Lopez B. | 2016-03-31 | 07:00
Tags | nieve, lenguaje, lingüística, mitos, idiomas, esquimales, palabras

Entremos en materia de inmediato. Se dice que los esquimales tienen 40 palabras para nombrar lo que nosotros llamamos pura y sencillamente “nieve”. Esto es mentira, falso, falaz, patrañas, un embuste (¡Uy! ¿Cuántas palabras tendremos para “mentira”?). Examinemos el mito con más detención.

El primero que afirmó algo parecido, fue el linguista y antropólogo Franz Boas , en la introducción al libro “Handbook of North American Indians”, de 1911. Aunque él dijo que eran únicamente cuatro palabras. Para que quede más claro, este es el texto original (aquí está en inglés, pag.25, último párrafo), traducido por vuestro humilde servidor:

“Tomen por ejemplo el [idioma] inglés, encontramos que la idea de AGUA se expresa en gran variedad de formas: un término sirve para expresar el agua como un LÍQUIDO; otro, agua en forma de una gran acumulación (LAGO); otros, agua fluyendo en un gran o un pequeño cuerpo (RÍO y ARROYO); aún hay otros términos que expresan al agua bajo la forma de LLUVIA, ROCÍO, OLA, y ESPUMA. Es perfectamente concebible que esta variedad de ideas, cada una expresada por un sólo término independiente en inglés, puede expresarse en otras lenguas por derivaciones del mismo término. Otro ejemplo del mismo tipo puede darse, las palabras para NIEVE en esquimal. Aquí encontramos una palabra, aput, que expresa NIEVE SOBRE EL SUELO; otra, qana, NIEVE CAYENDO; una tercera, piqsirpoq, NIEVE A LA DERIVA; y una cuarta, qimuqsuq, NIEVE ARRASTRADA POR EL VIENTO. [En inglés: “Snowdrift”]”

Así que, como vemos, todo partió de manera muy mesurada y bastante plausible. Nada que llame demasiado la atención.

Hasta que llegaron los años treinta y con ellos, Benjamín Whorf. Sí, el mismo de la hipótesis Sapir-Whorf, de la que les hablé la semana pasada. Y sí, lo hizo para fundamentar su hipótesis.

¿Qué ocurrió?

Ocurrió que Benjamin Lee Whorf tomó la afirmación de Boas y la incluyó en su artículo "Science and Linguistics", publicado en 1940 en la revista Technology Review del MIT (Whorf fue estudiante del MIT pues su pregrado fue en ingeniería química).

Su opinión, respecto a los esquimales y a la nieve, fue la siguiente:

"Tenemos la misma palabra para la nieve que cae, nieve sobre el suelo, nieve apretada como hielo, nieve fundida, nieve arrastrada por el viento... no importa la situación. Para un esquimal, esta palabra tan general sería casi impensable; diría que la nieve que cae, la nieve fundida y así sucesivamente, son operacional y sensorialmente distintas, cosas distintas con las que tratar; usa entonces diferentes palabras para ellas y para otros tipos de nieve"

Aquí, ya los términos enumerados pasan a ser cinco y se deja abierta la puerta a la existencia de más. Esto demoró 16 años en difundirse realmente, cuando John Carroll editó una compilación muy famosa (en su momento) de la obra de Benjamin Whorf. Ahí la cosa prendió como una pradera seca a mediodía, durante el verano más ardiente del siglo.

Este pequeño Inuit parece decir: "ji ji ji... ¡se lo creyeron!". Caroline Penn, Impact Photos/Imagestate - www.britannica.com

Ya en 1958, la afirmación se populariza más a través del libro “Words and Things” de Roger Brown, y se trataría de “tres palabras”, pues aparentemente Brown tomó el número de la cantidad de dibujos, en el artículo original de Whorf.

Tras una generación, las cosas siguen complicándose: En 1975, Carol Eastman nos dice que son “muchas palabras”, en su “Aspects of Language and Culture”. Para 1978 el número queda en “cincuenta” (Lanford Wilson, “The Fifth of July”), y en 1984 ya el número se había disparado impensablemente, con menciones de cien y doscientas palabras en distintos medios (el New York Times y la televisión norteamericana), para bajar y estabilizarse alrededor de las cincuenta palabras al final de esa década.

Pero bueno, cómo es la cosa en realidad? Para eso, tenemos que indagar en cómo habla el pueblo Inuit (o sea, los que llamamos esquimales) y en qué consiste su lenguaje. 

Nota aparte: para seguir toda la historia, y leer una opinión más profunda, consulten este interesante y clásico paper de Laura Martin sobre el tema. 

¡Prosigamos!.

No existe un “idioma esquimal”.

El primer problema que encontramos respecto a la afirmación de que “el esquimal tiene 40 palabras para la nieve”, es que… no existe un solo idioma esquimal propiamente tal… ¡si no que son muchos más!

Lo que pasa, es que la etnia inuit, que vive diseminada alrededor del océano Ártico, está compuesta por 14 comunidades distintas, las que no hablan un sólo idioma. ¡No señores, ellos tienen 8 familias de lenguas, las que suman un total de 22 lenguajes distintos!. Así que de partida, habría que escoger de qué lenguaje y qué variante estamos hablando. Frank Boas, en su artículo original, estudió a los esquimales de la isla Baffin, que hablan Inuktitut.

Como considero que esto es un poco reducido, más adelante les mostraré una posible solución a ese dilema, para abarcar la mayor cantidad de Inuit. Ahora pasemos a la complicación más grande, y que vuelve mucho más dudoso todo el asunto.

Los inuit tienen lenguas aglutinantes

¿Qué es una lengua aglutinante? Es una que va juntando como en un carrito, todas las cosas que se quieren decir. Claro que el “carrito” sería una palabra, donde en ocasiones se acumula un verdadero “cerro” de cosas. Como en el alemán.

Por ejemplo, los alemanes, para decir “Linguistica”, no dicen “Linguistics” como los ingleses, o “Linguistique” como los franceses. ¡No! Ellos dicen Sprachwissenschaft. Esto se ha prestado para muchas bromas y chistes de internet.

Acá se refieren a “Ciencias Naturales”, por supuesto. Pinterest.

¿Y cómo arman esa terrible palabra?. Sprache = Lenguaje y Wissenschaft significa “Ciencia”, pero en realidad, Wissen = Sabiduría y Schaft equivale al sufijo “-dad”, como en “hermandad”, “bondad”, etc., es decir, “cualidad de”. Entonces, significaría literalmente la “sabiduridad sobre el lenguaje”. Como ven, los alemanes agregan partículas una tras otra, para ir “armando” sus larguísimas palabras. Entonces, lo que importa es la raíz. En alemán, si una palabra tiene la raíz “wissenschaft” al final, es seguro que se trata de algo relacionado con la ciencia.

Por lo tanto, volviendo al caso que nos ocupa, resulta que no son 40 o 100 o 200 palabras distintas para la nieve. Sino que cada vez que los inuit se quieren referir a algo relacionado con la nieve, van pegando y pegando palabras, para armar su palabra gigante.

Ejemplifiquemos con los alemanes nuevamente. Si quieren decir “huelga”, pegan la palabra “trabajo” (“arbeit”), con “abandonar” (niederlegen), la cual además se forma a partir de otras dos palabras. O sea, dicen “arbeitniederlegenung”, o sea, “abandonando el trabajo”, literalmente. (“ung” equivale a un gerundio).

Así mismito arman sus palabras sobre la nieve los inuit. Si quieren decir “camino de nieve”, pegan “nieve que cayó” con “camino”. Si quieren decir “tormenta de nieve”, pegan “tormenta”, con “nieve que cae ahora”. Etc.

Entonces… ¿cuántas raíces tienen para decir “nieve”, los esquimales? 

Como ya sabemos que hablan multitud de lenguas, una forma de tener un resultado más general, consiste en remitirnos a las raíces comunes en todas las variantes. Son nada más que tres: *qaniɣ (“nieve cayendo”), *aniɣu (“nieve caída”) y *apun (“nieve sobre el suelo”). De acuerdo al linguista Larry Kaplan, de la Universidad Alaska Fairbanks, estas tres raíces se encuentran en todas las variantes de las lenguas habladas por los inuit, excepto en el groenlandés occidental, que carece de la raíz “aniɣu”.

Otras fuentes indican que en al menos una variante, la Yupik, de Alaska Central, hay quince (aunque para hacerlo “un poquito” más complicado, ellos no son inuit, sino de otra etnia, que pertenece a la misma cultura).

Claro que en inglés o en español, hay como mínimo 20 palabras relacionadas con la nieve. (Pensemos: Nevazón, aguanieve, avalancha, iglú (esa palabra significa “casa” para los inuit), copo, nevada, cellisca, nieve, nevar, granizo, carámbano, banco [de nieve], alud, borrasca, etcétera, etcétera) y me parece que muchas más para el agua en sus distintas formas, manifestaciones y estados. ¡De hecho eso incluye todas nuestras palabras sobre la nieve!

¡Aún hay esperanza!

Entonces… ¿en qué quedamos? ¿Matamos la ilusión? ¿Murió la flor? ¿La mami de Bambi ha muerto, Gokú jamás juntó las esferas y el Sr. Hurtado nunca confesó para que volviera el Chavo a la vecindad?

¡Pues nooooo! Porque sí existe un idioma que tiene 40 palabras para la nieve: se trata del finés.

Pueden revisar la lista ustedes mismos.

¿Cuál creen que es el concepto con más palabras en español?