Imagen: César Mejías

Tres razones para la baja participación de las mujeres en tecnología

Las mujeres no son menos capaces que los hombres para tareas científicas o tecnológicas, pero algo hay en su formación que las aleja de este camino profesional. ¿Qué es y cómo cambiarlo?

Por Marisol Alarcon | 2016-04-28 | 16:00
Tags | mujeres, brecha, género, crianza, educación

¿Recuerdan ese ejercicio de los libros de historia, donde se representaba a los habitantes de la tierra en 100 personas? Era una forma sencilla de hacerle entender a niños de 11 o 12 años (e incluso a los adultos) el mundo en el que vivimos. Esta fue una iniciativa de 100people.org para graficar el mundo actual y evidenciar sus desigualdades con el objetivo de dar nuevas soluciones. 

¿Cuál de ellas fue la que siempre atrajo mi atención? La brecha de género. De ese universo de 100 personas, seríamos 50 mujeres y 50 hombres, pero mientras de estos últimos 44 sabrían leer y escribir, sólo 40 mujeres serían capaces de hacerlo. Y mientras que 38 hombres tendrían acceso a la educación primaria y 33 a la secundaria, sólo 36 y 32 mujeres lo harían respectivamente.

Según ONU Mujeres, a nivel mundial las mujeres en puestos de alta dirección alcanzan el 24%, y de 143 países evaluados, 128 tiene al menos una diferencia jurídica que limita las oportunidades económicas de las mujeres. Además, mientras el 72% de los hombres tiene trabajo, sólo el 47% de las mujeres cuenta con uno, en el que en promedio ganan entre el 60 y el 75% del salario de los hombres. Es decir, en el mundo de 100 personas, 38 hombres tendrían trabajo, mientras que entre las mujeres, sólo 24 trabajarían. Y por menos dinero que sus pares.

Industria digital, donde la brecha es un abismo

Esta brecha no disminuye en la industria digital, por el contrario; por cada 11 mujeres en el mundo de la tecnología, hay 39 de sus pares del sexo opuesto. ¿Por qué la profundidad de la brecha?

Para muchos que nacimos a fines el siglo pasado, estas diferencias nos parecen incomprensibles y hemos gastado energía y tiempo en tratar de descubrir su origen. Por suerte no soy la única persona que se lo ha cuestionado; Natalia Contreras, Fundadora y CEO (Director Ejecutivo) de Pipakid, ha estudiado el tema en profundidad desde la primera infancia, y tras leer cientos de estudios, postula tres puntos esenciales que explican la menor participación e interés de mujeres en carreras de ingeniería y ciencia desde los orígenes del desarrollo:

1. Modelo de roles 

Los niños siguen roles y patrones. Imitan a quienes idolatran, por lo que estar expuestos a ídolos hombres o mujeres siempre en las mismas áreas les dificulta la apertura a nuevas áreas de desarrollo. 

Por esto, es importantísimo que se muestren ejemplos de ambos sexos que hayan triunfado en distintos ámbitos, para que puedan tener una gama de opciones más allá de los estereotipos. En esto juegan un rol importante los padres, profesores e incluso los medios de comunicación.

2. Modelos sociales

Los niños no tienen límites en sus preferencias, pueden elegir jugar con muñecas o autitos por igual. Somos los adultos quienes los guiamos a la hora de elegir sus juguetes al regalárselos, armando estereotipos que pueden influir negativamente en el futuro: “sólo las niñas juegan con muñecas” o “el fútbol es para hombres”. 

Este ejemplo grafica lo que los expertos llaman “la teoría de la amenaza del estereotipo”, que postula que la creencia y auto-confirmación de los aspectos negativos de un estereotipo, puede afectar el rendimiento del grupo. Es decir, el miedo a confirmar un estereotipo negativo o la presión que recae sobre este, puede causar que el desempeño baje, es decir una niña en una prueba de fútbol tendría un peor desempeño por pensar que es un deporte de niños.

3. Poda neuronal 

La poda neuronal o sináptica, es un proceso mediante el cual el cerebro elimina las conexiones neuronales que menos utiliza, para reforzar las más importantes. Por esto la importancia de incentivar ciertas habilidades desde la primera infancia, ya que el esfuerzo necesario para aprenderlas después va a ser mucho mayor, como el interés por las ciencias naturales, las matemáticas o el desarrollo motriz.

En base a este diagnóstico, Natalia junto a su socia fundó Pipakid, un emprendimiento en el cual diseñan juguetes, talleres, libros e incluso ropa que fomente en las niñas desde pequeñas el interés por las ciencias y las habilidades manuales, ampliando la gama de opciones y combatiendo los estereotipos.

Nosotros no nos quedamos atrás, y desde Laboratoria Chile comprobamos todos los días que las mujeres son grandes desarrolladoras web. A través de un programa de cinco meses de capacitación, insertamos laboralmente a mujeres con grandes capacidades en el mercado digital para que empiecen una carrera como desarrolladoras web.

Todos los días les inculcamos a nuestras alumnas que la decisión está en ellas, y que de nosotros depende que las brechas y las diferencias que existen hoy en día no sean una limitante para ellas, sino que un incentivo para transformar nuestra realidad.