Cuando empiezo a pensar en mis amigos o conocidos (incluso en mi misma), me hago la pregunta acerca de lo qué los define como personas. Y obvio que son muchas cosas: su historia de vida, la relación con sus familias, su genética y, por qué no decirlo, sus profesiones o trabajos.
Algo aburrida, como se puede estar en un domingo que pintaba para despejado y terminó siendo gris, descubrí que cada profesión tienen sus vicios y clichés a la hora de hablar. “Esas” maneras de mirar el mundo y plantearse frente a él, que muchas veces logran sacarnos de quicio a los que no compartimos el cartón con el que tenemos sentado al frente. Así que decidí hacer un listado. Vamos viendo, sumen ideas y ríanse conmigo y de mí (y mis colegas también).
Los doctores todo lo que tienen de inteligente, lo tienen de ingenuos. Cuando te dan un diagnóstico, por muy básico que sea “Crisis de pediculosis” por ejemplo, siempre te recalcan que no te metas a Google. “No busque información en internet, esperemos los resultados para ver qué tratamiento seguiremos”. Y ahí está uno, mintiendo más que político explicando sus gastos de campaña, diciendo que por supuesto que no. Pero es obvio que apenas cierras la puerta de la consulta, lo primero que haces es sapear en la web para saber si te quedan 15 minutos de vida o 100 años. Queridos Doctores, el Hada de los Dientes no existe.
Otra frase del doctor que te puede llevar directamente a la histeria es cuando te dice que tu hijo de 2 años “Debe hacer reposo”... ¿Ya? ¿También quiere que acabe con las guerras, la pobreza, que Dilma sea Presidenta del Consejo de Transparencia, Felo hiperquinético y yo Miss Reef 2016? ¡No pida imposibles!
Típico que tienes que hacer un folleto o afiche y te comunicas con un diseñador buena onda.
Para nosotros, los ignorantes del mundo design, una foto es eso… una simple foto. Todo bien en los primeros mails, hasta que mandas la imagen en cuestión que comienza a complicarte la existencia. Envías la foto y la vida es bella hasta que el diseñador te escribe: “Por favor mándamela en alta o en PNG, TYB, UUY, TTR, XXX, OPYT” (o cualquier sigla que te parezca chino mandarín con influencia coreana). Tú encontrabas que salías regia en la foto –básicamente lo único que te importa– pero sucede que esa foto no sirve. El afán de complicarse la vida digo yo.
Hoy si tu PC no funciona, más vale pedirse el día libre porque ¿qué se hace sin computador? Ya ni el diario lo lees en papel.
Llevas media hora tratando de solucionar un problema, hasta que llega el amigo de Informática, siempre perfectamente peinado, que te hace la pregunta invariablemente humillante pero necesaria: “¿Vio si el equipo está conectado?” Y aunque te dan ganas de matarlo por la poca fe que te tiene, comienzas desesperadamente -pero siempre pareciendo casual- a revisar si el famoso equipo está enchufado, situación que en el 98% de los casos NO está.
Pero también hay que reconocer que, aunque en numerosas ocasiones uno es la idiota que no hizo lo básico, en muchas otras los computines gozan hablándonos en difícil. Hay cierto placer oculto ahí. Porque no es normal que se tenga la respuesta a preguntas del tipo; “Para poder ayudarla necesito su número IP ¿me lo da?” Y tú ahí pensando para tus adentros: ¡AMIGO CON SUERTE ME SÉ MI RUT! ¡HAGA QUE MI COMPUTADOR SE PRENDA Y YA!
Tengo grandes amigos abogados. Los quiero cantidad. Pero creo firmemente que en la malla curricular debería incorporar el ramo de Edición. Para una ansiosa patológica como yo, la capacidad de complejizar las cosas de la gente de ley es un permanente ejercicio de trabajo interior. ¿Por qué lo que se puede decir en 2 líneas lo dicen en 56? ¡Mi dios!, que manera de darle vuelta a las cosas. Cuando uno quiere una sentencia, una opinión que defina lo bueno y lo malo aparecen con sus: “Si bien es cierto, no es menos cierto” o “Habría que definir lo que distinguimos con delito…” Amigo, sólo quiero saber si es culpable o no. Caso Cerrado.
A veces pienso que a los ingenieros comerciales les hizo clases Prince Royce. Cuando me ha tocado tener reuniones con ellos, siento la necesidad imperiosa de tomar un curso “express” de Open English. Hay una fascinación entre mis queridos comerciales por abusar del spanglish en su léxico diario. Ya no eres Director Ejecutivo de una empresa, si no que “CEO”, para hacer una inversión millonaria no hay que revisar la proyección de ventas, lo importante es manejar al detalle el “forecast” y para cachar finalmente cuánta plata ganaste lo que tienes que mirar es el famoso “ebitda”. Oh my god, all that temas are so difíciles for me baby.
Muchas veces los periodistas lo que buscamos no es una conversación, si no que ante todo un titular. Una amiga nos cuenta con todo el detalle y la lentitud del mundo su drama amoroso y nuestra ansiedad nos supera llevándonos a preguntar si anestesia: “Y… ¿qué pasóooooo?”, cecimos desesperados. "Decidimos no casarnos”, nos responde ella, después de 4 horas de relato. Nos vuelven los colores a la cara y el corazón nos palpita a mil. Al fin tenemos nuestra portada mental.
También muchas veces ocupamos nuestra profesión para ser la atracción del lugar. Alguien está contando algo que leyó o vio en la noticias y ahí nos bajamos del carioca con nuestro joker personal: “Una de mis fuentes me dijo que ese hecho no fue real” ¡CHAN! Y ahí están los comensales, cual niños frente a Buzz Lightyear sin pestañear. Porque la gente piensa que el sólo hecho de ser periodistas nos hace saber TODO de TODOS. Igual es verdad. O casi.
Y hay que asumir que el cartón no da la licencia para preguntar a amigos o derechamente simples desconocidos lo que todos quieren saber, que incluso puede ser descriteriado, pero que por venir de un periodista está permitido. Onda mesa de matrimonio, despidieron hace poco al tipo que está sentado a tu lado y cuando le preguntas “¿Por qué te echaron?" Si lo sigues con un “Sorry lo preguntona, pero soy periodista” te aseguro que no falla. Es más, la contraparte se sentirá hasta halagada por su minuto de fama y te contará hasta los sabrosos detalles. FIRMADO.